Turbulencia electoral o elecciones turbias

La pertenencia de ciudad es básica para la cohesión social. Cada tolimense e ibaguereño debe tener un alto nivel de contribución para transformar nuestro departamento y su capital.

El proceso electoral se desarrolló con muchas ideas y pocos programas, pero también con airadas denuncias sobre corrupción y el ingreso de dineros de dudosa procedencia a campañas que después terminaron en renuncia de un aspirante sin una clara explicación donde los ciudadanos perciben que fueron utilizados como espectadores de un sainete inconcluso.

Educar en cultura política es una imperiosa necesidad que los gobiernos locales deben propiciar para fortalecer la democracia y evitar que los ciudadanos sean utilizados ya sea por las prebendas políticas o por la manipulación del miedo para obtener mayorías efímeras y dañinas para la sociedad. Igualmente, permite al ciudadano ejercer sus derechos con visión de contribución, es decir, por el bien general sobre el particular o de grupo. Con una ciudadanía ilustrada prima el voto racional sobre el voto emocional.

Quien salga elegido Gobernador del Tolima y Alcalde de Ibagué deben establecer un amplio espacio de diálogo para evitar que las diferencias y fricciones ocasionadas en la contienda electoral limiten la ejecución de acciones públicas en beneficio de la sociedad. Igualmente, la representación de la sociedad aglutinada en asociaciones, gremios, juntas y demás deben impulsar y obligar a los mandatarios a establecer un pacto social fundamentado en un amplio y permanente espacio de diálogo para evitar regresar a épocas nefastas para el departamento y la ciudad; no se puede repetir lo sucedido en el periodo 2012-2015, donde hubo un pacto de silencio para ocultar lo que a voces todos conocían y era los altos índices de corrupción que conllevaron al fracaso que conocemos. Si los ciudadanos nos equivocamos en la elección de un mandatario queda el recurso de la democracia como la revocatoria y esto se puede hacer con una ciudadanía fuerte y con perspectivas de un futuro mejor para los tolimenses e ibaguereños.

Ese pacto social y movilización ciudadana con visión proactiva fundamentada en la decencia política tiene que exigirle al gobernador y al alcalde un accionar con transparencia y abiertamente contra la corrupción y la violencia y en favor de la paz. Menos espejo retrovisor y conductas destructivas. A la mayoría de los ibaguereños no nos representan los políticos que por acción u omisión apoyan la corrupción, el gasto público superfluo, sin planeación y con favoritismo.

Los elegidos tienen que ocuparse más de dar solución a la vida cotidiana que de la politiquería y los cálculos electorales, como de la utilización de los puestos públicos para ejercer venganzas sobre sus adversarios con acciones que van en detrimento de la convivencia y el desarrollo: se requieren acciones urgentes para que haya más empleo y así las familias tengan una calidad de vida digna.

El eje de desarrollo debe centrarse en la ejecución de políticas públicas viables y no en proyectos utópicos; conectar a los tolimenses e ibaguereños con los grandes debates internacionales y nacionales como el cambio climático. El futuro gobernador y alcalde requiere de un apoyo ciudadano y esto se logra cuando con su ejemplo hace sentir importante a la gente como participante en la construcción de ciudad y aquí los jóvenes juegan un papel fundamental.

La relevancia social está en construir sobre lo construido y no en destruir lo construido. La pertenencia de ciudad es básica para la cohesión social. Cada tolimense e ibaguereño debe tener un alto nivel de contribución para transformar nuestro departamento y su capital.

REDACCIÓN EDITORIAL

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