Incertidumbre y caos

La situación es altamente preocupante, ya que se desconoce quién se encuentra al mando. Tras Evo Morales, también renunciaron su vicepresidente, y los presidentes del Senado y Cámara, así como gran parte de su gabinete ministerial. Por lo cual, cumplir las salidas previstas en la Constitución no será fácil.

Nada está claro en Bolivia. Unas horas después de haber aceptado realizar nuevas elecciones, tras conocerse el informe de la OEA sobre las irregularidades en los resultados de los comicios del pasado 20 de octubre, y después de que los comandantes de la Policía y las Fuerzas Militares le quitaran su respaldo, el presidente Evo Morales se vio obligado a renunciar. Ahora el país está sumido en el caos y la incertidumbre.

Este fue el desenlace luego de tres semanas de un paro y protestas generalizadas que prácticamente paralizaron el país, una vez se dieron a conocer los resultados que dieron como ganador absoluto a Evo Morales, en tanto que la oposición reclamaba una segunda vuelta. Los desórdenes se extendieron por todo el territorio y dieron paso a enfrentamientos entre oficialistas y opositores, que dejaron tres muertos y más de trescientos heridos.

La situación es altamente preocupante, ya que se desconoce quién se encuentra al mando. Tras Evo Morales, también renunciaron su vicepresidente, y los presidentes del Senado y Cámara, así como gran parte de su gabinete ministerial. Por lo cual, cumplir las salidas previstas en la Constitución no será fácil.

La oposición aún no se pone de acuerdo: mientras que Carlos Mesa, candidato perdedor de las elecciones y uno de los convocantes de las protestas, hizo un llamado a los diputados del MAS (el partido de Evo Morales) para que se reúnan en busca de una salida institucional, el líder de los denominados comités cívicos, Luis Fernando Camacho, les pidió renunciar, con lo cual una salida legal sería inviable, ya que el MAS ocupa las dos terceras partes de los escaños de Senado y Cámara.

La noche del domingo fue de saqueos, violencia y disturbios, especialmente en La Paz, El Alto y Cochabamba: viviendas de opositores y oficialistas atacadas, buses quemados y saqueo de fábricas fueron las acciones constantes, en una espiral de violencia cuyos resultados pueden ser desastrosos. Y el escenario no parece mejorar, pues parte de la policía se encuentra amotinada y exigió la renuncia de su comandante general, Yuri Calderón.

Presidentes y expresidentes latinoamericanos expresaron su preocupación por la salida de Evo Morales y claman por que se dé una transición democrática. La intranquilidad es razonable, dado que temen una reacción en cadena. Ya lo vivimos hace unas semanas con los estallidos sociales en Ecuador y Perú, que obligaron a sus mandatarios a derogar medidas antipopulares.

Por el bien de Bolivia y del entorno latinoamericano, esperamos que el país encuentre un camino que les dé garantías tanto a los opositores como a los gobiernistas, y que la solución esté enmarcada dentro del ordenamiento constitucional, que les permita una transición acorde con los cauces de la democracia.

REDACCIÓN EDITORIAL

Comentarios