La vida por encima de los afanes terrenales

En un tiempo, cuando esto pase, cuando podamos seguir disfrutando de esta tierra maravillosa de libertades, a veces inmerecidas, seguramente reconoceremos que no estaban equivocados los “alarmistas” de hoy.

Tal vez, la raza humana no tenía la dimensión de una pandemia; era impensable creer que un solo virus podía contagiar, enfermar y acabar con la vida de miles de personas en cuestión de días o de horas. Las películas futuristas de los años recientes nos parecían inverosímiles. Hoy el Coronavirus Covid-19 nos está demostrando que todo puede ser posible, si no tomamos las medidas para proteger nuestras vidas. Nadie nos cuidará, solo cada uno de nosotros.

En Ibagué y el Tolima las autoridades adoptaron medidas, que en la práctica sólo buscan el autoconfinamiento y desestimular la práctica diaria de salir a lugares públicos con mucha o poca gente. Un poco perder esa costumbre de interrelacionarnos en sitios comunes como el centro comercial, la Tercera, los parques, etc. Es sencillo de entender: cualquier ser humano puede hoy ser portador del virus mortal y transmitirlo.

En ese sentido, en Ibagué cambia el horario del pico y placa para particulares, respetando la numeración y los días en que venía funcionando la medida. Ahora la restricción será de 7:00 de la mañana a 7:00 de la noche y se suman los sábados y domingos con placas impares y pares. Se decreta la Ley Seca, se prohíben eventos con más de 10 personas; en fin, muchas más medidas, que aunque impopulares, buscan preservar ese bien preciado: la vida. Entre tanto en el Tolima empezó a regir desde anoche el toque de queda, que va de 7:00 de la noche a 6:00 de la mañana del día siguiente. Los mayores de 60 años no podrán salir de sus casas a ninguna hora y los menores de edad, vehículos transmisores, tampoco.

Sonó alarmista el alcalde Andrés Hurtado al revelar que un poco más de 400 mil ibaguereños se podrían contagiar. No dice mentiras. Esa es la proyección mundial de todos los organismos de salud. El 70% de la población de un territorio es proclive a contagiarse, si no se toman medidas drásticas. Obvio, un altísimo porcentaje no se va a morir, ni pasará por cuidados intensivos; el virus ni siquiera se desarrollará en ellos, pero que ese porcentaje se puede contagiar, no es un invento fantasioso del Alcalde.

No salir a la calle, suspender el contacto con las demás personas, autoaislarse en la casa, teletrabajar, lavarse bien las manos, no saludar de beso, volvernos más ermitaños; algunas de las medidas para evitar el contagio. Seguramente, nos molestan las restricciones porque nos gobierna una cultura indisciplinada y un poco irresponsable con nosotros mismos. En un tiempo, cuando esto pase, cuando podamos seguir disfrutando de esta tierra maravillosa de libertades, a veces inmerecidas, seguramente reconoceremos que no estaban equivocados los “alarmistas” de hoy.

EL NUEVO DÍA

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