Un nuevo riesgo por enfrentar

Pero las actuaciones de las autoridades siempre serán insuficientes si los miembros de la sociedad no participan para contener todas las formas de violencia y transformar estas situaciones.

La vida para las mujeres no ha sido nada fácil. Además de ser amas de casa y responder por las actividades del cuidado de los hijos y del hogar, deben trabajar fuera de casa para obtener ingresos económicos, sin descuidar sus tareas domésticas. Así, las mujeres acumulan más horas de trabajo que los hombres, porque después de culminar las labores propias de su empleo han de abordar las faenas del hogar y el cuidado de los hijos. 

Además de esta sobrecarga de trabajo, las mujeres son objeto de discriminación y violencia. Por razón de su género obtienen menos ingresos que los hombres en puestos similares; por causa de su maternidad son susceptibles de ser despedidas y de no ser aceptadas para desempeñar ciertos cargos; están más expuestas a las agresiones sexuales y la trata de personas y, lo más grave de todo, no están seguras ni siquiera en su hogar. En los casos de niñas abusadas sexualmente, los principales agresores corresponden a personas conocidas (padres, padrastros, abuelos, tíos, primos, hermanos o amigos de la familia), y las mayores son víctimas de esposos o compañeros celosos, posesivos y dominantes.

En estas semanas de aislamiento, las autoridades reportan con satisfacción que, en general, las cifras de delitos han descendido; sin embargo, uno de ellos, la violencia intrafamiliar, se ha incrementado de manera notable y, lamentablemente, la mayoría de las víctimas son mujeres. Durante la cuarentena, los motivos de tensión en las familias se multiplicaron: a más del encierro prolongado, se origina la angustia de perder el empleo, la disminución o falta total de ingresos para quienes viven del rebusque, el hacinamiento y los cuidados adicionales que requieren las personas enfermas o en condición de discapacidad; sumado a lo anterior, está la imposibilidad de abandonar el hogar cuando las mujeres se encuentran en peligro de agresión. 

En los primeros diez días de cuarentena, las denuncias de maltrato hacia las mujeres han crecido en un 52 por ciento en todo el país. En nuestro Departamento, además, dos mujeres fueron asesinadas por sus parejas, en Ibagué y en zona rural de Cunday. Para tratar de contrarrestar estas acciones violentas, las autoridades han activado líneas de emergencia con el propósito de que las mujeres puedan alertar sobre acciones que las pongan en peligro. También existen los mecanismos previstos en la Ley 1257 de 2008, entre los que se destacan que las comisarías de familia pueden obligar a los agresores a abandonar el hogar, y que las EPS suministren alimentación y vivienda a la mujer víctima y sus hijos, mientras se normaliza su situación.

Pero las actuaciones de las autoridades siempre serán insuficientes si los miembros de la sociedad no participan para contener todas las formas de violencia y transformar estas situaciones. ¿De qué manera? En primer lugar, por medio de la educación en el seno de las familias, en la que no se promuevan la discriminación, el odio y la desigualdad hacia la mujer y, en segundo lugar, los ciudadanos pueden denunciar ante las instancias correspondientes los hechos de abuso, violencia y estigmatización en contra de la mujer. No olvidemos que todos somos parte del problema, pero también que en nuestras manos se encuentra la solución.

EL NUEVO DÍA

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