“A los médicos del edificio: les solicitamos no utilizar los ascensores, ni circular por el mismo, acá viven muchos adultos mayores de riesgo, tomen las medidas para no tener que caer en la justicia”. Esta frase fue pegada en la puerta del ascensor en un edificio de apartamentos de una ciudad colombiana y retrata, en buena medida, lo que está pasando con los médicos y personal de la salud que deben soportar conductas discriminativas por cuenta de la desinformación de muchos ciudadanos.
Ese es, apenas, uno de los casos, de muchos que se empiezan a conocer en contra de quienes se han convertido en la primera línea de contención de la pandemia que avanza a pasos gigantescos. Pero lo que los ignorantes quizás se niegan a entender es que primero, no todas las personas que se visten como funcionarios de la salud están dedicados a tratar pacientes con Coronavirus; segundo, son los primeros en recibir toda la capacitación, en detalle, sobre el patógeno. Esto es, riesgos de contagio, síntomas, población vulnerable, medidas para evitar infectarse; es decir, el ABC del virus.
Un tercer aspecto a considerar es que sólo quien ha visto al Covid-19 tan cerca, sabe de sus devastadoras consecuencias. Sabe del deterioro acelerado de pacientes crónicos y viven, en carne propia, la tragedia del progresivo deterioro de la salud de quienes padecen la enfermedad de forma severa. Es obvio, ante esa experiencia estos profesionales son los que menos quieren contagiarse y enfermarse; por eso, guardan todas las medidas de autocuidado.
Inteligentemente, uno de los médicos residente en el edificio donde les sugirieron no utilizar el ascensor, escribió en la misma hoja y con su puño y letra: “Ojalá nunca nos necesiten. O recurran a curanderos. Gracias por ser tan buenos seres humanos”. El propio presidente Iván Duque, quien conoció el caso, rechazó vehementemente la estigmatización, recordando el papel fundamental que está cumpliendo el personal médico y de las ciencias de la salud en esta emergencia.
Los médicos están para salvar vidas, esa es su primera misión en la tierra. Se formaron para que millones de personas estén sanas. No pueden ser objeto de estigmatización o discriminación en razón a su oficio. Están arriesgando hasta sus propias vidas y por eso hay que tratarlos con respeto, consideración y admiración. Siempre hay que informarse bien sobre el papel que cumplen estos “héroes invisibles” en una guerra sin cuartel, por la preservación de la vida como la que hoy enfrenta el hombre en la tierra.
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