El llamado de la madre Tierra

Cada uno de nosotros puede adoptar pequeñas acciones que, sumadas, nos ayudarán a contrarrestar los nocivos efectos de la vida del hombre en la naturaleza.

Desde 1970 cada 22 de abril se celebra el Día de la Tierra, que surgió como una iniciativa civil para protestar en favor del medio ambiente. Años más tarde, la ONU adoptó esta fecha como el Día Internacional de la Madre Tierra, en procura de sensibilizar y crear conciencia entre los ciudadanos sobre la preservación de los recursos naturales y exhortar a los gobiernos para que emprendan las acciones necesarias tendientes a cuidar y proteger nuestro planeta.

Hoy, cincuenta años después, este llamado es más urgente para reflexionar acerca de los efectos que causa nuestro modo de vida en la naturaleza. Las acciones humanas están ocasionando cambios permanentes en el ambiente, muchos de ellos con consecuencias perjudiciales e irreversibles: las enfermedades zoonóticas, es decir aquellas que son transmitidas por los animales a los seres humanos, hacen parte de esas nefastas consecuencias. De acuerdo con la ONU, actividades como la deforestación, la ganadería intensiva, los cambios en el uso del suelo, la contaminación de las fuentes hídricas y el comercio de especies silvestres pueden incidir en la transmisión de estas enfermedades.

El aislamiento de los humanos ha causado evidentes cambios positivos en el ambiente: la calidad del aire en las ciudades ha mejorado por la parálisis de múltiples industrias y la disminución del tráfico vehicular; la contaminación auditiva ha disminuido; existen reportes de la presencia de animales que se creían extinguidos; la limpieza y transparencia de las aguas en las playas son notables, y animales salvajes se atreven a salir ante la ausencia de sus depredadores. Sin embargo, estos cambios son temporales y el deterioro de los recursos continuará si la humanidad no consigue cambiar su modelo de desarrollo por uno menos lesivo para el medio ambiente.

La responsabilidad de tomar decisiones para evitar el agotamiento de los recursos naturales corresponde a los gobiernos del mundo, que deben adoptar políticas y medidas concretas en favor de un desarrollo sostenible encaminado a la recuperación de ecosistemas, a castigar la contaminación, a favorecer la creación de industrias limpias y ecológicas, a la promoción de sistemas de transporte no contaminantes, a contener el crecimiento desmesurado de las ciudades, a fomentar en las empresas el establecimiento de nuevas formas de trabajo, a perseguir a quienes talen de manera indiscriminada y a promover la conciencia ambiental desde las escuelas y colegios, en fin, a procurar una sociedad más amable con el planeta. Pero como esta responsabilidad es compartida, cada uno de nosotros puede adoptar pequeñas acciones que, sumadas, nos ayudarán a contrarrestar los nocivos efectos de la vida del hombre en la naturaleza: hacer uso racional del agua y la energía, generar menos desechos y reciclar son algunas de estas contribuciones; podemos estar seguros de que la Madre Tierra lo agradecerá.

EL NUEVO DÍA

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