Reapertura: el riesgo entre morir de hambre y contagiarse del Covid-19

No debemos olvidar que una propagación masiva colapsaría todos los precarios sistemas de salud que tenemos.

En un alto porcentaje los ibaguereños viven del comercio. Desafortunadamente para ellos, este sector no fue incluido dentro de las actividades que este lunes pudieron reabrir labores en aplicación al decreto presidencial del Aislamiento Preventivo Obligatorio. Es entendible, si se mira desde la óptica de aglomeración de personas, porque las zonas comerciales tienen esa característica. Así se vende, así se mercadea, con establecimientos llenos de potenciales compradores.

Los maestros de obra independientes tampoco están dentro de esas actividades habilitadas para trabajar. Hablamos de fontaneros, pintores de paredes, pegadores de baldosa, constructores de planchas de cemento. Son oficios que rayan en esa línea invisible de la informalidad. No tienen contratos de trabajo y se basan, regularmente, en acuerdos verbales. También están “ladrando”; porque como no tienen seguridad social, riesgos, entonces por esta época de pandemia nadie los contrata.

Iniciaron actividades, a media marcha, los textileros y confeccionistas -otro renglón de la economía ibaguereña-. Sus dirigentes han sido claros: “De tapabocas no podemos vivir”. Por ahora confeccionan prendas pero en pocos días no van a tener a quien venderles, porque el comercio está cerrado y porque los compradores no pueden salir a las calles. Todo es una cadena. Así funcionan las economías de mercado.

Indudablemente, el sector de la construcción aportará empleos importantes. Sin embargo, en poco tiempo los compradores, si es que los hay, tampoco podrán ir hasta esos proyectos. Seguramente, los constructores, por ahora, le apostarán a lo que tienen vendido. Es curioso, este sector tiene un gran número de proveedores independientes. ¿A ellos, quién los vigila y les exige el cumplimiento de prácticas acertadas de autocuidado?

Está más que comprobado que somos culturalmente indisciplinados, folclóricos, y este lunes se vieron buses atestados de personas, de pie, sin guardar distancias y sin tapabocas en varias ciudades de Colombia. La posibilidad de infectarse es muy alto; sobretodo, si tenemos en cuenta que son muchos los asintomáticos que están propagando el virus, sin saberlo. Riesgo alto el que corren las autoridades para buscar ese punto medio entre no morirse de hambre y evitar contagiarse. No debemos olvidar que una propagación masiva colapsaría todos los precarios sistemas de salud que tenemos.

EL NUEVO DÍA

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