De vergüenza en vergüenza

Lo sucedido merece el repudio ciudadano y debe ser un llamado de alerta para que actuemos con mayor celo y oportunidad frente al riesgo que representan las personas inescrupulosas incrustadas en entes gubernamentales.

No superamos aún la vergüenza de no haber podido realizar los Juegos Nacionales del 2015 en Ibagué porque el Alcalde y sus asesores, en un maquiavélico entramado de corrupción dispusieron de los recursos destinados a la construcción y adecuación de escenarios. Este hecho puso al Tolima en la mira nacional e internacional como un entorno en extremo corrupto. Ahora nos enteramos de que la Alcaldía a través del Imdri había otorgado una licitación por $43.917 millones para construir el llamado Coliseo Mayor del Parque Deportivo de Ibagué, en condiciones irregulares a una firma que no cumplía con los requisitos.

Fue afortunado que en esta ocasión hubiera denuncias oportunas que llevaron a suspender el proyecto y se plantea que el Ministerio del Deporte podría retirarle los recursos a la Alcaldía para licitar y controlar directamente la obra. Habrá funcionarios de la Administración local que consideren éste como un acto de extremo centralismo mientras que la inmensa mayoría de ciudadanos aplauden que se salvaguarden los dineros del nivel central y local destinados a esta importante obra.

Todo este asunto ha sido turbio. Se supo de la salida intempestiva de la anterior directora del Imdri y, si bien no hay explicaciones claras sobre las razones, se especula que se debió a que ella se negó a firmar documentos que eran claras irregularidades. Se trataba de una “licitación sastre” que se direccionaba a que una única oferta calificara. Se buscaba favorecer a una Unión Temporal conformada por una empresa española y una pequeña firma constructora de Mocoa, Putumayo, sin experiencia en construcciones como la licitada. Pero, una vez salida la exgerente, se destapó el escándalo y, afortunadamente se suspendió dicha licitación.

Nos salvamos de otro desastre pero crece el estigma de corruptos para el Tolima y la Alcaldía. Muchas explicaciones debe el Alcalde a la ciudadanía, especialmente en razón a que él mismo es ingeniero civil y fue Secretario de Infraestructura en la pasada Gobernación. Esperamos que no se use la pandemia como cortina de humo para ocultar el asunto.

Lo sucedido merece el repudio ciudadano y debe ser un llamado de alerta para que actuemos con mayor celo y oportunidad frente al riesgo que representan las personas inescrupulosas incrustadas en entes gubernamentales. También para que esta sea ocasión propicia para tomar conciencia sobre el nivel de degradación y cinismo a que hemos llegado y a la urgencia de trabajar por la recuperación de valores éticos que nos permitan reivindicar el nombre de los tolimenses. Asimismo, debe quedar en claro que en el Tolima somos muchos más los ciudadanos honestos y comprometidos con la defensa de lo nuestro.

EL NUEVO DÍA

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