SOS Amazonas

La pandemia del coronavirus ya deja 1.183 contagiados; una cifra altísima para un departamento con apenas 80 mil habitantes y que ya le da argumentos suficientes a la Administración Duque para una intervención real, estructural, con inversión millonaria no sólo en salud.

Los habitantes del departamento del Amazonas llevan décadas sufriendo de una pandemia peor que el coronavirus: el abandono descarado e indolente del centralista Estado colombiano. Así llevan lustros y lustros en medio de la postración y la frustración que produce la pobreza que viven miles de amazonenses y leticianos.
 Por alguna razón, tal vez por estar en la frontera con Perú y Brasil, el Covid-19 llegó para quedarse y arrasar. Lo que empezó en la cárcel hace algunos días, creció como las caudalosas  aguas  del río internacional que le da nombre a esta región, bella por cierto, con una inigualable oferta turística de naturaleza. 
 El aislamiento total ordenado por el gobierno del presidente Duque desnudó aún más la dramática situación que allí se vive. 
Falta de agua potable en las viviendas, un baño o una letrina que deben compartir familias enteras, falta de alimentos por los altos niveles de pobreza y escasa infraestructura hospitalaria, son apenas parte del calvario que están viviendo esos colombianos, porque también son colombianos. 
Como si fuera poco, este fin de semana la vieja máquina de oxígeno del hospital San Rafael de Leticia dejó de funcionar y los pacientes críticos sólo se pueden transportar por ambulancia aérea; ahondando más en la crisis que se vive allí.  
Este hospital que más parece un centro de salud, saqueado por la corrupción de años, no tiene ni siquiera ambulancias suficientes para traer los pacientes de las casas a la sala de urgencias.
La pandemia del coronavirus ya deja 1.183 contagiados; una cifra altísima para un departamento con apenas 80 mil habitantes y que ya le da argumentos suficientes a la Administración Duque para una intervención real, estructural, con inversión millonaria no sólo en salud. 
Años de abandono no han acabado con esta vasta región que ahora pretende diezmar la pandemia si el Estado no actúa con la contundencia necesaria.
 

EL NUEVO DÍA

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