El secretario de Desarrollo Rural de Ibagué, Luis Alfonso Rincón, se ganó la animadversión de muchos de sus conciudadanos por cuenta de sus afirmaciones sobre los campesinos. Durante la presentación en el Concejo del presupuesto para la zona rural (que es muy bajo para las grandes necesidades del sector, pero ese es otro tema), el funcionario expresó, al referirse a los mercados campesinos: “A veces nos quedamos cortos porque el campesino es muy perezoso para sacar sus productos y comercializarlos”. No es clara la intención de esta aseveración, y a pesar de que después el secretario ofreció disculpas, sus palabras ocasionaron un profundo malestar entre los concejales y la comunidad ibaguereña.
Este desafortunado comentario sirve para poner de presente la situación de los campesinos, no solo de Ibagué sino del país. Recientemente el Dane divulgó los índices de pobreza y estableció que el 47,5% de los habitantes de las zonas rurales se encuentran en condición de pobreza monetaria. Cerca del 15% de los mayores de 15 años de zonas rurales del Tolima no saben leer ni escribir; cerca del 90% carecen de acueducto, menos del 30% tienen acceso a gas natural y menos del 20% tienen servicio de internet; la tecnificación de las labores agropecuarias es incipiente: menos del 10% de los productores poseen maquinaria y muchos trabajan en sus parcelas con herramientas como azadón y machete. No cuentan con asesoría ni asistencia técnica, la mayoría de los productores tienen dificultades para obtener créditos; el valor que les pagan por sus productos no compensa las inversiones en insumos y transporte que deben hacer y no cuentan con subsidios de ninguna clase; la mayoría de los trabajos son informales y por eso los campesinos difícilmente lograrán alcanzar a una pensión. Colombia posee 142 mil kilómetros de vías terciarias, pero solo el 6% (unos 8.500 kilómetros) está en buen estado; las demás son trochas que en épocas de lluvias son intransitables.
Estos pocos datos, que son por todos conocidos, evidencian las difíciles condiciones en que viven nuestros campesinos; de tal manera que muchos sintieron las frases del funcionario como un insulto para una población que subsiste por cuenta propia, sin contar con el apoyo de las instituciones del Estado.
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