La bofetada de la CCI a Ibagué

Tienen razón las voces que se levantan para rechazar tan desfachatada medida, adoptada por una mayoría de la junta, sobre quienes se puede afirmar que son unos irresponsables e ignorantes de la conformación de la entidad que dirigen, que es muy distinta de su propio negocio.

Los tolimenses no salimos del estupor causado por la noticia de que la junta directiva de la Cámara de Comercio de Ibagué (CCI) tomó la decisión de bonificar a su presidente ejecutivo con la bobadita de $40 millones, dizque para premiar los notables resultados obtenidos en su trabajo, como si este no fuera su deber por el cual devenga una millonaria suma mensual (23 salarios mínimos).

 Todo esto sucede precisamente en medio de la pandemia, que ha ocasionado una de las peores crisis económicas de que se tenga noticia, cuando en el Tolima suman miles los comerciantes, los medianos y pequeños negocios que se declaran en quiebra, cuando el desempleo en Ibagué llega al tope, cuando la pobreza crece en forma colosal, cuando las empresas se ven obligadas a retirar de su nómina a millares de empleados y cientos más se ven obligadas a reducir el salario de los pocos que quedan, en hasta en 20 y 30% y lo deben aceptar porque no tienen alternativas; cuando las empresas recortan bonificaciones, viajes y otros gastos no prioritarios; cuando el salario mínimo recibe de los gremios la propuesta de solo un 2% de incremento; cuando miles de jóvenes no logran completar lo de su matrícula para continuar sus estudios; cuando todo eso sustenta cientos de discursos clamando extrema austeridad en los hogares y en las instituciones. No hay duda, es una bofetada en pleno rostro a los tolimenses.

Es patético que los miembros de la junta que aprobaron semejante desafuero no sepan que la CCI no es un negocio privado de ellos, que sus recursos proceden de las afiliaciones de los asociados y de los tributos que pagan los ciudadanos, que cualquier excedente que quede, si queda, no es una utilidad que puedan repartir alegremente. Es irrisoria, además, la anunciada bonificación por 20 millones de pesos para distribuir entre noventa funcionarios.

Estaría muy bien si tan dadivosa bonificación para el presidente ejecutivo resulta de una minga que hagan aquellos miembros de Junta con dinero de su propio bolsillo. Mientras no sea así es un imperativo que se reverse semejante atropello y que la suma otorgada al presidente y todo el resto de dinero que le sobre a la CCI lo aporten a los comerciantes que enfrentan grandes dificultades y que son la razón de ser de la Cámara. Eso tendría mucha mejor presentación que bonificar a un funcionario por hacer su trabajo. 

Tienen razón las voces que se levantan para rechazar tan desfachatada medida, adoptada por una mayoría de la junta, sobre quienes se puede afirmar que son unos irresponsables e ignorantes de la conformación de la entidad que dirigen, que es muy distinta de su propio negocio. Igual deshonra recae sobre el funcionario que debería haberse negado a aceptar semejante atropello. ¡Qué vergüenza! Es una bofetada a los ibaguereños, precisamente en Navidad.

EL NUEVO DÍA

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