El guardián del loro orejiamarillo

En las estadísticas de la ignominia, su nombre será el que encabece la lista de los líderes ambientalistas asesinados este año en Colombia, pues, según Indepaz, es el primero en caer, víctima de los violentos, en este 2021.

Gonzalo Cardona Molina amaba las aves, la palma de cera y su natal Roncesvalles. Su labor como ambientalista comenzó en 1998, cuando se vinculó con Proaves, y su accionar se concentró en la conservación de una especie en peligro de extinción: el loro orejiamarillo. Gracias a su dedicación, la especie pasó de 80 individuos, cuando inició su quehacer ambiental, a más de 2.800, según reportó en el último censo que efectuó en diciembre pasado, y por eso se le conoció como “el guardián del loro orejiamarillo”. Durante los 22 años que estuvo en Proaves, como coordinador de Reserva Proaves Loros Andinos, organizó expediciones y llevó a cabo censos y monitoreos permanentes. Además de proteger las aves, también se empeñó en la tarea de infundir entre sus paisanos el aprecio por la palma de cera, y por eso promovió su preservación y siembra en la región.

Fue a pasar las fiestas de año nuevo a Circasia (Quindío). El pasado 8 de enero Proaves reportó su desaparición y el 11 de enero fue hallado en jurisdicción de Tuluá (Valle), a medio camino entre Sevilla y Barragán. Su cuerpo presentaba impactos de bala.

El único pronunciamiento proveniente de la Gobernación del Tolima fueron las declaraciones del secretario del Interior, Alexánder Tovar, quien, además de confirmar el homicidio, se apresuró a señalar que no se conocían amenazas contra el líder ambiental. No obstante, sus amigos indicaron que Cardona había recibido “advertencias” para no transitar por la reserva de Proaves en Roncesvalles, por parte de disidencias de las Farc, cuya presencia ya había sido alertada por la Defensoría del Pueblo, desde octubre del año pasado.

A pesar de la importancia de la labor adelantada por Gonzalo Cardona, el mandatario seccional no se pronunció; no hubo palabras de condolencias ni muestras de solidaridad  con su familia. Ni siquiera se escuchó la manida expresión de “investigar el crimen hasta las  últimas consecuencias” o el ofrecimiento de una recompensa. Su muerte pasó inadvertida para las autoridades del Tolima, pero para los ambientalistas del país significó la pérdida de un ser humano valioso que se dedicó a la protección de los recursos naturales.

En las estadísticas de la ignominia, su nombre será el que encabece la lista de los líderes ambientalistas asesinados este año en Colombia, pues, según Indepaz, es el primero en caer, víctima de los violentos, en este 2021.

EL NUEVO DÍA

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