Los vendedores informales no son los únicos invasores del espacio público

Infortunadamente Ibagué se ha convertido en una ciudad en la que cada cual hace lo que mejor le parece, donde las autoridades brillan por su ausencia o son impotentes para hacer cumplir los mandatos legales.

La invasión del espacio público no es solo atribuible a los vendedores ambulantes y no se limita a la carrera Tercera. Esta, por ser la más importante de la ciudad es la que focaliza la atención de autoridades, comercio y ciudadanía; pero otros sectores han sido ocupados de manera ilícita, no solo por parte de informales, también el comercio formal ha tomado su porción de los andenes para promocionar sus ventas o para realizar labores en plena vía pública; del mismo modo, los conductores los usan como parqueaderos. En consecuencia, los peatones se ven obligados a transitar por las vías vehiculares, exponiendo con ello sus vidas. 

Reporteros de este medio de comunicación llevaron a cabo un recorrido por la carrera Sexta de Ibagué, cuyas aceras han sido ocupadas por comerciantes que las utilizan como extensión de sus negocios; allí hay publicidad, exhibidores, mesas, sillas, cajas, carpas, y vehículos y motos que se encuentran en reparación o en venta. Esta es solo una muestra, pues las calles de gran parte de la ciudad han sido invadidas: los alrededores de las plazas de mercado, las carreras Primera, Segunda y Quinta, y barrios como Cádiz, El Salado y El Jordán padecen el mismo fenómeno.

El director de espacio público de la Alcaldía, Juan Diego Prada, al ser consultado al respecto, dijo que se han hecho llamados de atención, visitas de control y operativos, pero los resultados han sido infructuosos. La respuesta generalizada de los infractores es que invaden porque los dueños de los demás negocios también lo hacen. Este no puede ser un argumento para saltarse las normas; así como tampoco lo es el derecho al trabajo o los efectos catastróficos de la pandemia en la economía, pues la reactivación debe ir de la mano con la legalidad.

Es evidente que no existe conciencia por parte de estos comerciantes sobre los derechos de sus conciudadanos; además, parece que desconocieran que el espacio público es para uso y goce de todos, que los andenes no son parte de sus negocios, que no son parqueaderos y que si los ocupan ponen en riesgo la integridad física de los transeúntes. 

Infortunadamente Ibagué se ha convertido en una ciudad en la que cada cual hace lo que mejor le parece, donde las autoridades brillan por su ausencia o son impotentes para hacer cumplir los mandatos legales.

EL NUEVO DÍA

Comentarios