El mal ejemplo de los expresidentes no contribuye al clima de paz que necesitamos

En lugar de ser los orientadores del pensamiento y los referentes de la reflexión y la convivencia pacífica, los expresidentes se han convertido en motivos principales de división en un país fragmentado.

No es inusual que la política fomente enfrentamientos entre líderes de distintas vertientes ideológicas y aunque solía suceder que tales diferencias se tramitaban en la tribuna de las ideas y por medio de sesudas argumentaciones, no carentes de filosas figuras retóricas, se preservaban las formas y se conservaba la salud del debate general, además de que se evitaba trasladar a los partidarios pasiones y rencores desde todo punto de vista inconvenientes, pero lamentablemente hoy no es este el tono de quienes, a pesar de las dignidades públicas ostentadas, controvierten públicamente en medio de graves acusaciones, desapacibles adjetivos  y descarnadas injurias.

Es lo que hemos visto en Colombia en los últimos años con los expresidentes Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, aliados políticos a comienzos de siglo, e irreconciliables adversarios desde hace algún tiempo, quienes con frecuencia ventilan ante el país, de la manera más descomedida e inconveniente, sus disputas personales, con lo que solo contribuyen a profundizar las heridas que hay entre sus seguidores y a crispar aún más la polarización que desde múltiples orillas vive la nación. En lugar de ser los orientadores del pensamiento y los referentes de la reflexión y la convivencia pacífica, los expresidentes se han convertido en motivos principales de división en un país fragmentado.

Hace solo unos días, en vísperas de la Navidad, nuevamente vivimos no tanto un debate sino un combate entre los expresidentes Santos y Uribe en el que el primero, en una extensa carta, le pidió al segundo “dar ejemplo”, luego de que Uribe instaurara contra él un denuncio penal presuntamente por influir en magistrados de la Corte Constitucional para que actuaran en contra suya, en el examen de una tutela que finalmente no le fue favorable. A la punzante carta de Santos, el jefe del Centro Democrático respondió en la radio con un fuerte señalamiento: “Es un tema criminal que lo manejan, en mi caso, los doctores Jaime Granados y Jaime Lombana. (...) Es un tema criminal, los oyentes son muy inteligentes, ustedes entenderán esto”.

A los demás expresidentes, Gaviria, Samper y Pastrana, les hemos visto, leído y oído también declaraciones altisonantes, todo lo cual se traduce, en términos históricos, en que no solamente perdemos el juicio sereno y el criterio supuestamente claro de quienes ocuparon la posición más importante en la dirección del Estado, sino que hoy simplemente contribuyen al desconcierto y agudizan la polarización de un país que sigue sin encontrar un camino directo y seguro hacia la paz.

EL NUEVO DÍA

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