Los niños de la pandemia no pueden considerarse los de la ‘generación perdida’

La ONU calcula que cerca de mil millones de niños en el mundo “están en riesgo de tener una pérdida de aprendizaje significativa” como efecto de los confinamientos de los años 2020 y 2021.

Cuando la pandemia encerró al mundo, primero totalmente y luego en largos períodos, todas las comunidades se resintieron, la economía se afectó sustancialmente, los sistemas de salud colapsaron, los confinamientos alteraron en distintos grados, pero en todos los casos, las relaciones familiares, el estado psicológico de las personas. Estas son algunas consecuencias que trajo el Covid, pero aún hay otras que se esperan como efectos de largo plazo del mismo fenómeno.

Y aunque los daños son diversos y son profundos, quizás la población más afectada es la infantil, precisamente por ser la que no cuenta con destrezas propias, aún no desarrolladas, para enfrentar situaciones tan desconocidas y desafiantes como una pandemia, el aislamiento de sus iguales que, para el caso de los menores, no son simplemente compañeros de estudio o de barrio, sino que, son elemento básico de su consolidación como personas, luego el enclaustramiento para estos pequeños tuvo un impacto grande y directo sobre el desarrollo de muchas de sus habilidades físicas, del lenguaje y sociales, entre otras.

Algunos han considerado de tal magnitud el efecto nocivo de la pandemia sobre estos niños, que han comenzado a llamarlos ‘la generación perdida’, denominación que es claramente injusta e improcedente, en tanto descalifica a los pequeños y los ubica en una condición irremediable, lo cual, desde cualquier punto de vista, es insostenible.

Según se conoció hace unas semanas, la ONU calcula que cerca de mil millones de niños en el mundo “están en riesgo de tener una pérdida de aprendizaje significativa” como efecto de los confinamientos de los años 2020 y 2021.

Lo que, según los entendidos en estas materias, son consecuencias negativas de largo plazo que muy probablemente va a sufrir la mayoría de los niños, esto debe ponerse muy en claro y en conocimiento de los padres y del sistema de salud, a fin de que, tanto en el ámbito familiar, como desde el Estado, en el sector educativo en particular, se establezca una política también de largo plazo, que atienda las necesidades especiales que va a tener esta generación durante toda su etapa de formación académica, a fin de que queden perfectamente habilitados como personas y como profesionales a lo largo de su vida.

 

El Nuevo Día

Comentarios