El servicio de energía debe mejorar

Ahora que el Gobierno Nacional les está poniendo la lupa a las electrificadoras por los altos cobros en las facturas, vale la pena que también vigilen el servicio que prestan.

 

Los ibaguereños no han tenido suerte con el servicio de energía. La estatal Electrolima prestaba un servicio deficiente y su situación financiera era deplorable. Con este argumento fue liquidada en 2003 y vendida a una empresa controlada por Alberto Ríos Velilla y los primos Nule, condenados por el escándalo de corrupción conocido como el “carrusel de contratos” en Bogotá; a la nueva electrificadora le dieron el nombre de Enertolima. El servicio mejoró, mas no era confiable. De manera intempestiva hace un poco más de tres años, Celsia compró Enertolima.


Los dueños cambiaron, pero el servicio no. Desde hace por lo menos seis meses, usuarios del centro de la ciudad han venido reclamando por las continuas fallas. En especial, empresarios que tienen sus negocios u oficinas en el centro comercial Pasaje Real indican que a diario se presentan cortes de luz que pueden durar hasta cinco o seis horas. Algunos denuncian daños en sus equipos por las permanentes e intempestivas suspensiones. La respuesta de Celsia no les soluciona nada y solo les dicen que los daños obedecen a las tormentas eléctricas.


Lo ocurrido el pasado lunes fue la gota que rebosó la copa. Centenares de ciudadanos de barrios como San Simón, Yuldaima y El Salado se quedaron sin luz después de la borrasca. Los operarios de la empresa fueron insuficientes para restablecer el servicio. Una de las situaciones más delicadas se presentó en el barrio San Luisú, donde reportaron el daño en su sector, pero no obtuvieron respuesta y por eso pidieron la mediación de la Policía que hizo lo propio, sin conseguir que los atendieran. Incluso el alcalde, Andrés Hurtado, se comunicó con Celsia, pero esto tampoco sirvió de nada. Después de más de 22 horas sin energía, los habitantes de San Luisú decidieron hacer bloqueos intermitentes en el puente del barrio Topacio, para exigir una solución. Lamentablemente fue la única manera en que lograron recibir atención.


El deficiente servicio de energía afecta la productividad de las empresas, ocasiona pérdidas por la parálisis en la producción y los daños en computadores y otros equipos; no permite la comunicación, pues sin energía el internet no funciona. En los hogares, además, ocasiona que los alimentos se dañen e impide que los escolares puedan hacer sus tareas. En las calles, complica la movilidad porque los semáforos no funcionan. En fin, se trastornan todas las actividades de la ciudad.


Ahora que el Gobierno Nacional les está poniendo la lupa a las electrificadoras por los altos cobros en las facturas, vale la pena que también vigilen el servicio que prestan.

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