Diálogo con disidencias de las Farc no debe ser incondicional

En lo que se refiere a esta nueva propuesta, las observaciones y la desconfianza que se expresa, es suficiente para que el gobierno no siga derecho en su obsesión por la paz sin condiciones y atienda, como es debido, las críticas que se le han hecho en el sensible caso de las disidencias de las Farc.

 

Algo que dejó demostrado el presidente Gustavo Petro en los últimos días, es que está dispuesto a avanzar en todos los frentes de conflicto existentes, con tal de alcanzar su objetivo de ‘paz total’ y en ello su audacia por momentos se convierte en imprudencia, al menos si se juzgan dos movimientos recientes: la invitación a Nicolás Maduro y el gobierno venezolano a constituirse en garantes de las negociaciones con el ELN, y ahora la intención de abrir un espacio de diálogo con las disidencias de las Farc, una decisión que se ha constituido, sin duda, en la más criticada hasta el momento en esta área de la búsqueda de la paz.

Reconocer legitimidad a las disidencias de las Farc, compuestas por personas que o bien incumplieron su palabra, empeñada en la firma de los Acuerdos del Teatro Colón, o bien ni siquiera llegaron a esta firma por desconocer desde el principio los diálogos adelantados en La Habana, se entiende, como decíamos, en la audacia presidencial, pero no puede ser aceptable en el contexto de dar automática e incondicional credencial negociadora a quienes el Estado, primero que todo, debería exigirles que asuman la responsabilidad histórica que les cabe por incumplir los Acuerdos recientes.

Esta vía expedita al diálogo, que trazó el Gobierno Petro con las disidencias de las Farc, ha dejado en buena parte de la opinión pública una sensación de desconfianza, en tanto deja, de entrada, la sensación de que se está permitiendo algún grado de impunidad, sumado al nefasto precedente de que hacer acuerdos y desconocerlos, puede ser una conducta exenta de consecuencias, algo que, claramente, no debe suceder y que el país sólo podría entender si el caso se lleva a la mesa con las disidencias, para que allí ellos afronten la consecuencia de su felonía.

Los colombianos, incluso los que pertenecen a los sectores más críticos con el presidente Petro, han sido tolerantes frente a sus propuestas y esfuerzos de paz, y aunque han manifestado ciertas reservas en algunos puntos, han mantenido abierto el compás de tiempo y circunstancias políticas para los diálogos multilaterales que se han planteado, pero en lo que se refiere a esta nueva propuesta, las observaciones y la desconfianza que se expresa, es suficiente para que el gobierno no siga derecho en su obsesión por la paz sin condiciones y atienda, como es debido, las críticas que se le han hecho en el sensible caso de las disidencias de las Farc.

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El Nuevo Día

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