Una vez más, el país se sienta a la mesa de la paz

El recrudecimiento de la violencia en los últimos años, ocurrido en Catatumbo, había desplazado hasta las cercanías de Barrancabermeja hechos de guerra como algunos secuestros y ataques a la infraestructura petrolera, que habían dejado de ocurrir hacía varios años

Tres meses y medio después de comenzar el gobierno de Gustavo Petro y un mes después de haberse anunciado que habría reactivación de las negociaciones de paz con el Eln, que quedaron truncas en el final de la administración Santos, se produce el hecho de la instalación de la mesa de diálogos, en medio, obviamente, de una gran expectativa nacional, e internacional, pues estas conversaciones suponen un interés alto, en tanto, después de los Acuerdos firmados con las Farc, el Eln es la última de las guerrillas que queda en armas en el continente y su reinserción a la civilidad significaría un triunfo para la democracia regional.

En cuanto a los movimientos que hasta ahora ha hecho el gobierno, sin duda el que más ha captado el interés del país, es la inclusión del presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie, en el grupo de negociadores, en representación de su gremio, pero, sobre todo, como miembro destacado del Centro Democrático, en una designación que, dicho sea de paso, fue aceptada por el ganadero y respaldada por el jefe del partido, Álvaro Uribe Vélez.

La presencia de Lafaurie, sin duda, es una señal de pluralismo en la mesa, pero también de transparencia en tanto, como lo dijo el presidente Petro, será una garantía histórica de que nada de lo que se trate en la mesa será indebido, secreto o deshonesto. La presencia de los demás miembros, como Otty Patiño, Iván Cepeda y Pablo Beltrán por el Eln, entre otros, genera, por ahora, el interés de todos los sectores, aunque no se sienten muchas certezas sobre lo que pueda ser el ritmo o el final de las negociaciones que ahora comienzan.
Para Santander reviste especial importancia esta negociación, no solo porque, como lo espera el país, la misma no vaya a ser fuente de impunidad y resultado de acuerdos injustos para algún sector de la población, sino también porque el recrudecimiento de la violencia en los últimos años, ocurrido en el Catatumbo, había desplazado hasta las cercanías de Barrancabermeja hechos de guerra como algunos secuestros y ataques a la infraestructura petrolera, que habían dejado de ocurrir hacía varios años. Incluso, a finales de febrero un artefacto explosivo, adjudicado al Eln, causó la muerte a dos personas en la vía a Pinchote. Por estas y otras razones lo que el país espera es que se llegue a un acuerdo de paz que sea justo, que sea objetivo y que cierre definitivamente el ciclo de la guerra en Colombia.

EL NUEVO DIA

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