¿Por qué un Ministerio de Igualdad?

Columnista Invitado

La idea de crear un Ministerio de Igualdad en el País, no es nueva, viene de lejos; sin embargo, ahora parece que la voluntad política permitirá echarlo a andar.
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Ojalá sea pronto. La iniciativa no es por casualidad, es más que necesario unificar un solo ente que cuente con recursos propios y autonomía administrativa. Los retos que imponen los tiempos, en aras de lograr la igualdad entre hombres y mujeres y contribuir en la erradicación de la discriminación, lo requieren. 

Sin embargo, ese Ministerio, debe tener objetivos claros. Estar desprovisto de ideología política y carente de apetitos burocráticos que terminen diluyendo la finalidad por el que fue creado. Es trascendental que, en su inclusión converjan todos los sectores objetivamente marginados y vulnerables. Importante que se cuente con indicadores de gestión, con metas claras de evaluación que demuestren que valió la pena su creación y que con su gestión aumentó el bienestar y la justicia.

Es un hecho que, en la fecha de conmemoración del Día Internacional de la Violencia contra las Mujeres, (25 N) se siguen mostrando resultados desalentadores, aunque los gobiernos de todo el mundo y los organismos internacionales hacen esfuerzos significativos para avanzar. Los datos estadísticos indican, que la desigualdad entre hombres y mujeres, permanece incólume y las víctimas de violencia de género, re-victimizadas no solo por la justicia, sino por la sociedad. 

La brecha salarial, los techos de cristal, los roles de cuidados de la familia continúan en cabeza de las mujeres bajo la premisa de que, “son mejores cuidadoras” y la causa de la violencia de género y los alarmantes feminicidios, suceden en todas partes, porque ella se lo “buscó”. 

Si hablamos de significados, en los tiempos que corren, el vocabulario que utilizábamos para definir la violencia de género, se nos quedó corto. Estamos frente a un escenario en que, definirla, no es solo, aquel que aborda la intimidad de las familias o de las mujeres, ni que forme parte de la maldad de los hombres. Es una definición que incluye los síntomas del nuevo momento que vive la humanidad hoy, un momento proclive de la diversidad sexual, con nuevas realidades y nuevos retos. 

Sin afrontar el tema racista y los problemas migratorios que nos afectan, hay un cambio de paradigmas en su significado, se trata de un incremento en términos morales a través de la agresión que se ejerce contra ellas. Para erradicarla se deben abordar no solo las causas sino los efectos, un reto que exige   participación intersectorial y un compromiso efectivo de las comunidades.
 

 

EL NUEVO DÍA

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