El Metro selló el divorcio entre Petro y Claudia López

Colprensa / EL NUEVO DÍA
Crédito: Colprensa / EL NUEVO DÍAGustavo Petro, presidente de Colombia
Los chinos vieron cinco escenarios para cumplir el objetivo de Petro, pero que podrían estar costando entre 8 y 17 billones adicionales a lo estimado inicialmente.
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Hace un año, cuando la campaña presidencial estaba en su pleno furor, se dio un hecho político que marcaría en parte el camino del ganador, una tregua entre Gustavo Petro, el líder de la izquierda que punteaba en todas las encuestas, y la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, que no pasaba por el mejor momento de su gobierno, entre otras cosas por las críticas de la Colombia Humana.

La mala relación de Petro y López empezó desde el momento en que el jefe de la Colombia Humana, en la campaña por la Alcaldía de Bogotá, condicionó su apoyó a la líder de Alianza Verde a apoyar su propósito de que el metro en Bogotá fuera subterráneo y no elevado, como lo estaba firmando su contradictor, el entonces alcalde Enrique Peñalosa.

La negativa de López a Petro no le afectó en su carrera por llegar al Palacio de Liévano a gobernar a la ciudad, pero sí selló el rompimiento de una relación política que tendría grandes heridas luego ya en su ejercicio como mandataria, porque el petrismo es su principal crítico, pero también porque este sector rompió la fortaleza política que traía la Alianza Verde para la elección de 2022, cuando lograron romper a los verdes y dejar casi que sólo al profesor Sergio Fajardo, en su propósito por ganar la Presidencia de la República.

La tregua se empezó a romper desde finales del año pasado, cuando ya el presidente Petro empezó a imponer su gusto de que el metro de Bogotá, al menos en la primera línea, debería ir subterráneo y no elevado, para lo cual de manera privada empezó a condicionar otras billonarias inversiones que hará su gobierno en la capital de la República.

 

Días tensionantes

En diciembre Petro formalizó su propósito cuando solicitó a la alcaldesa López, a la empresa Metro y al consorcio chino que le presentarán las alternativas para que la obra en la parte de la Avenida Caracas vaya subterráneo.

“Les solicitó que se hiciera una estimación de los eventuales costos, de las implicaciones técnicas y jurídicas, de la posibilidad de subterranizar el tramo de la Caracas, el contrato se mantiene, la primera línea se mantiene, la financiación se mantiene, pero el presidente ha pedido que se explore la posibilidad de subterranizar el tramo de la Caracas”, expresó López en su momento al recordar lo sucedido en la cita.

El consorcio chino acogió la solicitud presidencial y presentó las diversas opciones, las cuales se discutieron en el cierre de enero. Los chinos vieron cinco escenarios para cumplir el objetivo de Petro, pero que podrían estar costando entre 8 y 17 billones de pesos más de lo estimado y las obras podrían estar tardándose entre tres y seis años más.

Para evaluar las opciones, un primer encuentro se agendó el 23 de enero, pero el mandatario lo canceló, debido a que tenía que trasladarse a Buenos Aires, Argentina, para participar en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

La reunión se efectuó finalmente el miércoles 25, la cual duró cerca de cinco horas y allí se acordó que el Gobierno instalaría dos mesas simultáneas para analizar si jurídica y financieramente es viable hacer la subterranización del sistema masivo desde la carrera 50 con avenida Primero de Mayo hasta la calle 72 con Caracas, es decir, agrega un tramo subterráneo de 3,9 kilómetros.

Suministrada / El Nuevo Día
Claudia López, alcaldesa de Bogotá.

 

La fractura

Esa reunión fue la que marcó el distanciamiento ya definitivo entre los dos dirigentes. “El metro es el proyecto de infraestructura más grande de Colombia, si alguna señal no puede dar el país y mucho menos Bogotá es cambiar unilateralmente los contratos, unilateralmente no se va a cambiar ningún contrato”, expresó López.

Y añadió la alcaldesa: “Esta es una decisión técnica, no política, ni ideológica, el Metro no va a parar ni una hora, ni un minuto, hemos esperado 60 años en disputas inútiles, en papel tras papel, en estudio tras estudio, y esta es la primera vez que tenemos trabajadores, máquinas, y la plata para construirlo”.

Tras esa declaración de López, el martes pasado, en medio de una conversación con periodistas en la Casa de Nariño, el mandatario colombiano aseguró que la actual línea del Metro de Bogotá, como tiene planeada la Alcaldía, es una “chambonada”.

“No voy a ser cómplice de meter ese esperpento de Metro elevado por la Caracas, esa chambonada. Si lo hago, las próximas tres generaciones después de que lo inauguren nos van a maldecir, por no decir groserías”, expresó Petro en medio de la conversación.

El jefe de Estado además manifestó que, teniendo en cuenta consultas jurídicas realizadas por la Presidencia, en el contrato que tiene el consorcio chino con la Alcaldía de Bogotá, sí es posible incluir la construcción de un tramo subterráneo en la primera línea.

La respuesta de López no demoró en llegar. “La primera línea de Metro de Bogotá lleva 18 % de avance de obra, cuesta $22,3 billones, la están haciendo hoy 4.200 trabajadores, empieza en Bosa/Kennedy y termina en la 72 con Caracas. Ahí empieza la segunda línea que va subterránea hasta Suba y Engativá”.

Y desde ese momento se desató una controversia entre López y Petro, que han evidenciado su pelea en especial por la red social Twitter. “Es el dinero de toda la nación el que se invertirá mayoritariamente en el metro de Bogotá y demandamos su mejor calidad en favor de los y las usuarias y del vecindario por donde pasará”, ripostó Petro.

 

¿Chantaje?

A la pelea se sumó un nuevo protagonista, el ministro de Transporte, Guillermo Reyes, quien sirvió de mensajero a la postura de Petro. “Es muy claro, si no se aceptan como se ha venido diciendo que se hagan las modificaciones propuestas dentro del marco jurídico. Pues el Gobierno también, en la medida que financia el 70 % de los otros proyectos, pues esos otros proyectos se van a tener que parar”.

El viernes, la situación siguió siendo muy candente. Desde muy temprano los dos funcionarios se enfrentaron en Twitter, incluso Petro manifestó que acelerará su viaje a China para seguir buscando hacer el Metro subterráneo.

“Solo queremos lo mejor posible para Bogotá dentro de nuestras posibilidades. Aceleraré mi viaje a China para buscar opciones con el gobierno de ese país en relación al Metro de Bogotá”, expresó Petro en su cuenta de Twitter.

Y reiteró el presidente: “Se que lo que debió ser el gran escándalo: botar los estudios terminados del metro subterráneo de Bogotá, pero fue un gran silencio; ahora sí será el gran escándalo solo porque intentamos recuperar parte de esos estudios y transformar un proyecto en bien de toda Bogotá”.

Suministrada / El Nuevo Día

López, le contestó al ejecutivo y recordó unas declaraciones de cuando era candidata, en las que reconocía que lo mejor era hacer el Metro subterráneo, pero que se debía continuar con lo que ya había ejecutado en ese entonces la Alcaldía de Enrique Peñalosa.

“Sin duda el Metro subterráneo era el mejor para Bogotá, fue una absoluta irresponsabilidad por parte de Enrique Peñalosa haber votado a la caneca a nuestros impuestos, los estudios de la ciudad que estaban listos para poder tener el mejor Metro para Bogotá que hubiera sido un Metro subterráneo”, expresó López en su momento.

La alcaldesa, a manera de cerrar el debate con el Mandatario Nacional, aseguró que “el contrato de la Linea1 del metro lo firma la Empresa Metro de Bogotá no la Presidencia de la República. Saltarse otra vez a la Alcaldía no es respetuoso ni viable. La solicitud directa que hizo el presidente al consorcio ML1 fue respondida: No es viable modificar el contrato para subterranizar”.

Si bien la pelea de Petro y López se frenó de forma directa, la misma se trasladó a los sectores políticos que apoyan a cada uno, llevando a que durante todo el día tanto en redes como en declaraciones y hasta en una sesión del Concejo de Bogotá, tuvieran duras posturas por el metro.

Lo cierto es que esta es la historia de un matrimonio político que nunca logró consolidarse.

 

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Credito
COLPRENSA

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