Un encuentro de profecía

...Después de recibir el anuncio del ángel, María se puso en camino y se fue sin demora a un pueblo de las montañas de Judea. Al entrar en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. Y apenas oyó Isabel el saludo de María, se estremeció la criatura que llevaba Isabel en el vientre, y ella se llenó del Espíritu Santo”, Lucas 1, 39-45.

Zacarías, profeta, a través de su cántico descubre la realidad escondida en el niño Jesús.  Alaba a Dios por el comienzo de la salvación; la fuerza de Dios se hizo presente en el Seno de la Virgen María.

Con el nacimiento de Cristo descubrimos un valor importantísimo para poder servirle a Dios y a los demás: La libertad. El Mesías llega para darnos la libertad, y una libertad que se vive y se manifiesta entre la santidad de vida de la persona y la justicia como virtud. Se bendice y se alaba a Dios porque en la persona de Cristo se cumplen todas las promesas, entre ellas la más importante, la Salvación.  Es precisamente de esa salvación liberadora de la que habla el profeta, no es una salvación estática, es dinámica, entra en juego con la libertad, la voluntad, la conciencia de cada persona. 

Quien acepta el nacimiento de Jesús, como una realidad transformante, entiende que su salvación, ese estado de Gracia, esa vida nueva, esa luz y esperanza que brota en un momento determinado de su historia nos libran de nuestros enemigos, de la mano de todos los que nos odian, para que libres de temor, arrancados de las manos de nuestros enemigos, le sirvamos a Dios con santidad y justicia todos nuestros días.  

Dos términos que se convierten en complementarios en sus expresiones y en su fin La libertad y la liberación. La Sagrada Escritura propone el uso de los términos en ambientes diversos. El esquema libertad y liberación, responde a la gran problemática del desarrollo de nuestros pueblos, quienes por buscar su liberación, terminan violando la libertad de los individuos, acaban con la paz social y atrasan el progreso. Cuida tu salud: Navidad es aceptar el único camino de salvación: Volver a Dios y respetar su santo Nombre. 

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