Nostalgia del Gaviero al que esperan de regreso

HÉLMER PARRA - EL NUEVO DÍA
La nueva presencia del Príncipe de Asturias 1997, así sea solo en cenizas, es lo que tanto anhelan en el sitio que fuera su inspiración. De este rumor no se pierde la fe en verse cumplido pronto.

El día en que falleció Álvaro Mutis, la esperanza de verle de nuevo en Coello - Cocora dio un drástico giro. Al menos con solo tener cerca sus cenizas, los pobladores, en especial quienes le tuvieron próximo, sentirán que él regresó.

Y es que, a pesar de haber emprendido un primer viaje por el mundo gracias a sus letras y uno más, definitivo, al más allá, en el corregimiento se siente el orgullo de que un talentoso escritor les tuviera como musa de inspiración en obras que le merecieron títulos internacionales.

Un testigo inamovible -mientras la naturaleza así lo quiera- será esa casa antigua, apostada a un lado de la carretera que de Ibagué conduce al Occidente del país, de la que se resignan a pasar al olvido aun luego de pasar por varias manos y ser ahora una tienda.

Trabajó dos años

Retrocediendo en la historia está Rita Camacho, oriunda de Prado, quien llegó a sus dos años a Coello - Cocora; una década después, se dio el lujo de trabajar por corto tiempo en aquella casa mientras era de doña Susana, Jerónimo y Carolina (abuelos y madre de Álvaro).

Fueron dos años en oficios varios, en los que conoció a quien llamaba ‘niño Álvaro’, que tenía muy buen humor y al que le gustaban los frijoles con pezuña, el caldo, el chocolate de la época y los bizcochos de la antigua panadería Santos, en la Plaza de Bolívar.

Ella dice que tiene muchas historias por contar, pero que muchas de ellas se las reserva para cuando lleguen a Coello - Cocora las cenizas del escritor, tal como fue su promesa y como sabe que lo ha dicho en las frecuentes entrevistas.

Por lo pronto, cuenta que el primer contacto fue a sus 12 años, dos menos de diferencia con el escritor, cuando su madre fue con ella a la casa, y ahí empezó la historia de labores, conoció a un Álvaro Mutis “que llegaba por temporadas, mientras estudiaba en Bogotá.

“Venía con sus amigos en época de molienda, tomaban guarapo y miel, se distraían. Él tenía en la terraza una hamaca y se sentaba a leer periódicos, y pasaba al comedor que tenía en el segundo piso y ahí hacía tareas”, relata.

Allí, en la casa que quedaba en frente de la tienda de los Marulanda, según recuerda ahora con 86 primaveras, trabajó dos años, hasta que quedó embarazada, por lo que en su reemplazo llegó una muchacha de Bogotá, y posterior a eso ocurrió la sonada historia de la guaca.

Comienzan los relatos

Lo que ahora es solo una casa de dos pisos, en cuya primera planta funciona una tienda llamada La Hormiga, hace más de 60 años era una extensa finca llamada La Osa, de algo más de 300 hectáreas, según lo recuerda ‘Polita’ Zapata.

De sus 92 años de vida, al menos seis décadas fue suya la propiedad, un terreno próspero en el que funcionaban, de acuerdo con su relato, un trapiche, una despulpadora de café, un lavado de caña, todo ello movido por agua del río Cocora.

“Lo compramos en 1948, a don Antonio Gómez (…). Colindaba con Los Túneles y con Morro Chusco (…)”, agrega, y describe que el agua llegaba del afluente a una rueda Pelton, desde unos “tubos inmensos”.

Y cuenta, además, que hay una parte de los terrenos que todavía está en venta, y que se hablaba de la construcción de un polideportivo, pero que la advertencia de ser una zona de alto riesgo hizo reversar esta posibilidad.

“Hace 60 años, cuando compramos la casa, nos decían que el volcán Machín ‘se iba a venir’, y han pasado seis décadas y mire. Solo Diosito sabe”, apunta Polita.

Y sobre Mutis, apunta que, “él prometía que iba a llegar, pero no nos dejó ‘ni la punta de una aguja’ en recuerdos, en cambio nosotros dejamos escuela, puesto de salud, capilla y otras”, no obstante es otra de las personas que esperan ver en el pueblo las cenizas del escritor.

Coello tiene Gaviero 

Álvaro Mutis, el hombre que es centro de atención en las reuniones de intelectuales de París, el hombre cuyos escritos fascinan a los Europeos, el hombre que disputa con García Márquez la fama de Colombia en literatura mundial, vino muchas veces a Ibagué a comer pan donde las Santos y a misa todos los domingos.

La Plaza de Bolivar y la panadería de Las Santos, “donde se comía un pan maravilloso” son sitios de la ‘Ciudad Musical’ que están en la mente de Álvaro Mutis con especial aprecio. A ellos, cuenta el poeta, venían por lo menos tres veces por semana.

En Ibagué solían visitar a sus primos maternos, Alberto y Beatriz Jaramillo y a amigos como Alberto Chávez Santos. 

En los recuerdos del escritor que hace pocos días recibió en Francia el titulo de “Caballero de la Orden del Mérito”, en la Casa de América Latina de París y el premio “Roger Caillois” están imborrables el paisaje y las mujeres del Tolima

“El primer recuerdo del Tolima es exactamente la finca de Coello - Cocora, yo tenía entonces nueve años, allí nos quedamos unos días descansando. Quedé maravillados del paisaje, la belleza de la vegetación y sobre todo de los ríos, el Cocora y el Coello, que confluyen allí, donde queda la hacienda”, evoca Álvaro Mutis, quien siempre ha sostenido que desde ese paisaje, que lleva dentro, ha salido buena parte de su poesía y su prosa. 

Para él ninguna experiencia en sus 70 años de vida lo ha marcado tanto como su encuentro con el Tolima, con los tolimenses, con Coello y la gente del campo. 

Del entonces, el poeta revive una imagen de la mujer tolimense, la cual, tiene como principal característica la gracia, “y después, cierta malicia inteligente, pero primero que todo la gracia. Físicamente las recuerdo muy bellas, con esa piel ligeramente tostada y muy frescas, lindas y con una sonrisa extraordinaria”. 

A esta tierra, de vegetación exuberante y mujeres hermosas, Álvaro Mutis vino por última vez hace dos años, a una ceremonia, que él define como muy triste, como fue la de lanzar las cenizas de su hermano Leopoldo en el río Coello, como se habían prometido. 

En este viaje, el escritor encontró la casa hecha una ruina, pero “el paisaje está intacto, los cafetales intactos, no ha cambiado ni una hoja”.

Aunque Álvaro Mutis nació en Bogotá, muchos afirman que fue en el Tolima, por la constante referencia que él hace de su infancia en Coello. “Eso me emociona mucho y jamás lo he contradicho”, sostiene, “no he querido contradecirlo porque aunque no nací allá, yo de corazón soy tolimense y adoro esa tierra.”

Eastwood como Maqroll

Un vaquero solitario, retirado de los duelos, las aventuras de caza - recompensas y con las arrugas surcando su rostro, estaba observando al personaje de mil aventuras, que él un día creó. 

Álvaro Mutis, autor de ‘La Nieve del Almirante’, ‘La Mansión de Araucaíma’ e ‘Ilona llega con la lluvia”, asegura que si tuviera la oportunidad de escoger a un actor del cine mundial que interpretara a su personaje Maqroll “El Gaviero” se inclinaría por Clint Eastwood, a propósito de su película “Los Imperdonables”, que gabó tantos óscares, en mucho momentos yo hubiera jurado que era Maqroll. Con una cara desgarrada y triste, ya de regreso de muchos sufrimientos.”

Para el poeta que encontró´´o en el paisaje tolimense todos los nutrientes para crear mundos de aventuras alrededor del planeta, teniendo como protagonista a un marinero, esta cinta, dirigida y protagonizada por un actor de muchas batallas es una “obra maestra y muy maqroliana”. 

Es precisamente Maqroll, ese marinero de todos los océanos que también hace estación en la cordillera colombiana, con quien muchos han intentado relacionar a Mutis, como un reflejo de lo que él hubiera querido ser. Ante esta posibilidad el escritor responde: “Puede ser, puede ser... pero no me atrevo a decir nada.”El poeta habla de Maqroll como se habla de un amigo, a quien muchas veces ha interrogado sobre su nacionalidad, y “él nunca responde”. 

Esa negativa de descubrir su lugar de origen, tiene justificación según Álvaro Mutis en que “es un tipo que ha hecho muchas picardías y ha violado la ley en muchos lugares, entonces anda escondiéndose siempre de la policía y de las autoridades”. 

Sin embargo, a pesar de este comportamiento, al margen de la ley y de Maqroll, “la aventura de la guerra y las locuras de los hombres ya lo tienen aburrido, desde hace muchísimos años”. 

Víctima del ‘Bogotazo’

El 9 de abril de 1948, entre muchos destrozos, convirtió en cenizas el primer volumen de poemas de Álvaro Mutis, “La Balanza”, compartido con Carlos Patiño.  

Este suceso, en el que se quemaron todos los ejemplares de su obra, que ya estaba en las librerías que arrasó el fuego, muchos podrían calificarlo como un mal presagio, pero para Mutis, fue bellísimo “porque tiene una cosa de sacrificio y de holocausto muy hermosa”. 

Hoy, en 1993, luego de que su país le rindió un sentido homenaje en su cumpleaños  número setenta, el ganador del premio Médicis, sostienen que aún no cree que haya alcanzado la meta en su labor como escritor. 

Con respecto a los premios piensa que son para los libros, no para las personas.  “El autor no tiene nada que ver allí. El premio es para el pobre libro que tiene que abrirse campo en medio del lector”. 

Extranjero en México 

Desde hace 37 años Álvaro Mutis tiene como residencia la ciudad de México, donde encontró, al lado de escritores como Octavio Paz, el ambiente propicio para desenvolverse. 

Esa acogida de la que fue objeto por parte de amigos muy queridos fue el ingrediente fundamental para que el poeta se quedara en esta ciudad hasta hoy. 

“La amistad es lo más importante que hay en la vida. Hace parte del amor”, así define Mutis este sentimiento, él quien puede considerarse como un hombre afortunado en materia de amigos, tanto en Colombia, como en México. Entre ellos están dos tolimenses, uno ya desaparecido el poeta Arturo Camacho Ramírez y Gloria Valencia de Castaño y lógicamente, junto a ella, Álvaro Castaño Castillo, a quienes ve siempre que visita Colombia. 

Gabriel García Márquez, el nobel de literatura colombiano, se cuenta también entre ellos, de él dice Mutis, que siempre supo que obtendría el galardón, “desde el momento en que leí la primera página de él”.

Mutis, locutor radial, relacionista público, narrador, poeta y tolimense de corazón, describe que la magia de París para los intelectuales radica en que “es la última ciudad donde la inteligencia y la sensibilidad son lo que más vale”.

El viejo continente donde ha recibido tantos reconocimientos y se ha conocido más como narrados, se está invadiendo ahora, poco a poco, de sus poemas traducidos al francés, esos en los que está el Tolima, signados por este encuentro de la tierra caliente en Coello. 

Orgullo y desventura

La antigua casa hoy es la tienda La hormiga, cuyo propietario hace 12 años es Jaime Cortés, quien dice sentir orgullo vivir en ese histórico sitio, pero lástima de que el Gobierno no haga gran aporte para la conservación del lugar.“La casa hacia afuera era un corredor, en el segundo piso se sentaba don (Álvaro) Mutis a escribir en una hamaca. Aquí atrás había un colegio donde andaba con una pizarra negra; de por sí, era muy recochero y de buen humor”, cuenta.

Y agrega que al sendero ubicado detrás de la casa, “iba y se inspiraba y después venía a escribir. A pesar de que nadie lo cuida ahora, todavía se siente bien pasar por allá”, indica, y aclara que paga arriendo a una persona que no vive en el lugar.

“Es un orgullo vivir aquí. Lástima que el Gobierno no haga nada por esto. Lo único fue la Alcaldía hace mucho tiempo un mural, pero desapareció (…). Lo más grave es que es declarado como zona de alto riesgo.

“Para la importancia de Mutis, con los premios que ganó y lo que escribió, aquí no se menciona, no se valora ese nombre y cómo quería a Coello - Cocora, pues decía que esto era un paraíso, y que si no lo era, le decían mentiras”, puntualiza.

La historia de la guaca

A toda la relevancia de la histórica residencia, se suma el recuerdo de la guaca que un día encontró la nueva empleada que había llegado de Bogotá al percibir un ruido extraño. Lo que se cuenta es que lo entregó a Carolina.

“Estaba en la ventana pequeña. Eran barras de oro”, añade Polita. Entre tanto, Rita complementa que la señora Carolina vendió ese tesoro que al parecer era de don Jerónimo y con lo obtenido compró una casa en Bogotá para la trabajadora doméstica.

Entre tanto, Jacobo García, un lugareño de 77 años y que también creció jugando y riendo con ese amiguero Mutis, no cree en el relato, y añade, entre otras cosas, que “uno de guámbito no recuerda mucho sino jugar”.

Cronología 

1923: Nació en Bogotá el 25 de agosto.

1934: Inicia la lectura de Joseph Conrad y David Copperfield. 

1948: Publica su primer poema “El Miedo”, la narración “El Viaje” y su libro “La Balanza”. 

1950: Inicia entrañable amistad con Gabriel García Márquez.

1953: “Los Elementos del Desastre”. 

1954: “Se desempeña como jefe de relaciones públicas de la Esso”. 

1955: Escribe el “Diario de Lecumberri” y “La Muerte de Estratega”. 

1957: Inicia una decidida participación en la vida cultural mexicana como conferencista. Traductor, ensayista. 

1959: Publica “Diario de Lecumberri”.

1960: Edita “La Muerte de Estratega”. 

1964: Se publica “Los Trabajos Perdidos”. 

1973: Publica “Summa de Maqroll el Gaviero” y “La Mansión de Araucaíma”

1977: Aparece su columna, “Bitácora del Reaccionario” en diarios mexicanos. 

1978: Aparece “El Último Rostro”.

1982: “Summa de Maqroll el Gaviero” (reedición)

1985: Pública “Crónica Regia” y “Alabanza del Reino”. 

1986: “La Nieve del Almirante” e “Ilona llega con la Lluvia”. 

1988: Le otorgan el premio Xavier Villaurrutia (México) por su libro “Ilona llega con la Lluvia”

1989: Publica “La Ultima Escala del Tramp Steamer”.

Le otorgan el premio Médicis (Francia) por “La Nieve del Almirante”.

1993: Recibe el premio Roger Caillois en Francia.

Credito
HERNÁN CAMILO YEPES VÁSQUEZculturales@elnuevodia.com.co

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