“Hay que humanizar a los victimarios”

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Todavía no se sabe mucho sobre Violencia, la única cinta colombiana que hará parte de la sección Forum de la edición 65 del Berlinale. No se sabe cuando se estrenará en Colombia y Jorge Forero, su director, un bogotano de 33 años egresado de la Universidad Nacional, no ha querido divulgar muchos detalles de la trama.

En parte porque la cinta todavía está en la etapa de posproducción. Hoy, de hecho, Forero se encuentra en México masterizando el sonido. De todas formas el director contestó la llamada de Arcadia y reveló por primera vez a una revista detalles de Violencia.

¿A qué tipo de violencia se refiere el título de su película?

A toda la violencia en general. A la violencia que va destruyendo a las personas a diario. La violencia cotidiana, esa que se ha normalizado y que hemos asimilando como parte de nuestra rutina, desde violentar a mi vecino, al taxista, al de la tienda hasta llegar a niveles de sevicia que ya no nos sorprenden. En la película esta violencia se ve a través de tres actores del conflicto armado. Pero va más allá.

¿Cómo decidió abordar el tema?

La película es un tríptico. Es la observación de cada uno de estos tres personajes, de su día a día. Observándolos uno se da cuenta de la agresividad que hay en Colombia. Lo más importante era justamente hacer una radiografía de lo normal que es esto y que no tuviera acentos ni fuera explícita, gráfica, amarillista o morbosa, sino fijada en los detalles de la cotidianidad de la violencia.

¿Quiénes son los tres personajes?

Hemos querido ser cautelosos y no hablar mucho del contenido de la película. Puedo decir que cada uno está en una situación del conflicto en Colombia. Hay víctimas y victimarios y la idea fue acercarse a ellos como seres humanos y no a través del papel que cumplen en el conflicto. De hecho, no tienen nombre, pues los tres funcionan como arquetipos de muchas personas que han atravesado lo mismo.

¿Su película busca generar una parábola?

No. Nada más alejado. La película lo que quiere es humanizar a las víctimas y a los victimarios para darnos cuenta de que palabras y conceptos como guerrilleros, paramilitares o soldados no son cosas tan sencillas. Ellos son tan complicados y humanos como cualquiera de nosotros, con risas, dolores, amores. La película no es una moraleja, nada más alejado. Lo que busca es generar empatía con el espectador.

¿De qué sirve retratar la violencia en cine?

Creo que es necesario aportar otros puntos de vista sobre la discusión de la violencia en Colombia. Dejar de victimizar a las víctimas y dejar de satanizar a los victimarios es importante. Me parece importante porque nos da la posibilidad de tener más puntos de vista que nos permiten ir hacia el perdón y la reconciliación. Se trata de sanar heridas y dar un paso adelante como país.

¿Cree que la violencia es un tema que predomina en el cine de nuestro país?

Yo creo que ese discurso de que el cine colombiano solo habla de la violencia es mentira. Se hacen muchas películas que no hablan de eso y que son desconocidas. Hay muchas comedias, muchos intentos de hacer otro tipo de cine. También pienso que es un tema como cualquier otro y que es una posibilidad de abordaje.

¿Qué lo inspiró a realizar el guión?

Hace cinco años me enfermé y empecé a hacer un proceso de auto reflexión. Fui descubriendo la dificultad que yo tenía para relacionarme con el otro y su dolor. Estar insensibilizados ante el sufrimiento del otro, tratar a todas las víctimas como cifras, nos ha vuelto indolentes. De ahí nació la posibilidad de dolerme frente a lo que siente el otro, en especial con todo lo que ha sucedido en el país en los últimos años. Entender al otro es muy importante en vez de juzgarlo.

¿Dónde filmó y cómo fue la experiencia?

Rodamos durante 17 días en Bogotá, Villavicencio, Nilo y Arbeláez. Fue un proceso muy bonito, la gente que trabajó lo hizo de corazón y fue como pasar fin de semana con amigos.

¿Cuáles referentes culturales influenciaron la película?

Hay varios. Un libro muy importante, de antropología, que empecé a leer en la universidad, fue La violencia y lo sagrado de René Girard. Otro importante fue Las formas de la violencia del español Xavier Crettiez. En cuanto a la estética, me influenciaron varios directores como Gus Van Sant, Lars von Trier y Gaspar Noé.

¿Qué opina sobre el proceso de paz?

Opino que no solo se lleva a cabo en La Habana, sino de cada uno de los colombianos. Dejar de juzgarnos depende de cada uno de nosotros. Desafortunadamente hay líderes que lo único que hacen es alejar a los colombianos de esa posibilidad llenándoles la cabeza con odios y venganzas. Ahí es cuando la cosa se vuelve complicada.

Credito
REVISTA ARCADIA

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