La experiencia de investigación que cumplen en la actualidad los Vigías del Patrimonio Cultural en el país, en especial en Ambalema y otras poblaciones tolimenses de alto valor arquitectónico, interesó a la secretaria Permanente por Honduras en la Unesco, Hilda Muñoz.

Así se expone en un comunicado de prensa del Ministerio de Cultura, en el que se pone de manifiesto la intención de ese país centroamericano de replicar este programa, caracterizado por la defensa de bienes tanto muebles como inmuebles.

“Me di cuenta de muchos temas que Colombia desarrolla alrededor de la preservación del patrimonio cultural material e inmaterial y valoro mucho sus avances”, indicó la representante, en una jornada del viernes al domingo en esta capital y en la ‘Ciudad de las Mil y una Columnas’.

Interés de difusión

Según la delegada Muñoz, los hondureños no valoran su patrimonio, por eso “se hace indispensable implementar este bello ejercicio vinculando a los niños y jóvenes desde primaria, hasta básica, media y universitaria”.

Y aseguró que existen inquietudes desde la Dirección General de Cultura y Arte y el Ministerio de Educación de ese país, por lo que el proceso tendrá “todo el aval de nuestro Gobierno”.

Dicho interés, informa el Ministerio, surgió en el 6° Encuentro Mundial de Patrimonio, celebrado en 2014 en Toledo, España, donde Alexander Hernández, asesor de la Dirección de Patrimonio de la cartera, expuso los lineamientos y las acciones del programa, que cuenta con más de dos mil 600 integrantes de 28 de los 32 departamentos, entre los que el 50% es de niños y jóvenes.

Por ello las expectativas de la Secretaria Permanente de la Comisión Hondureña en la Unesco son altas.

Rastro Urbano: experiencia regional

Una de las referencias del programa Vigías ha sido, precisamente, Ambalema, donde con el grupo de investigación Semillero Urbano se hace una serie de observaciones sobre el legado arquitectónico de esta población.

Este semillero, formado en la Universidad de Ibagué, ejecuta una acción con la que se busca, primero, que la comunidad se empodere de su entorno histórico y cultural.

“El empoderamiento es de todos, es un trabajo mancomunado. En eso se ha hecho mucho, pero nos interesaría que el programa se vincule a la formulación del Plan Especial de Manejo y Protección, Pemp, del Centro Histórico”, acota el arquitecto Juan Carlos Espinosa, coordinador de Rastro Urbano.

La elaboración del Pemp, indica, está en mora de la Administración local desde hace un año, por eso el interés del grupo es que el Ministerio fije un nuevo plazo para cumplir su tarea, con bienes como el templo Santa Lucía, el que ha tenido más avances hasta ahora en cuanto al trabajo de Rastro Urbano.

“Se hizo el análisis de vulnerabilidad sísmica y se detectó que tiene problema de agrietamiento (...). Son unos 27 bienes individuales los de Ambalema; no solo viviendas, sino también monumentos, puentes, líneas férreas, y cada uno requiere de investigación específica”, aclara.

En su concepto, el principal problema en la población es el desconocimiento fuerte del patrimonio, por eso en su trabajo también se enfocan en el aspecto social, “convocar a la comunidad”, y el marco jurídico, “para conocer de primera mano cuáles son los verdaderos propietarios de esos inmuebles”.

Esa es la intención de Vigías del Patrimonio, que inició en 1999 para integrar en el voluntariado a los interesados en trabajar a favor del patrimonio cultural.