El hijo del árbol de la palabra

SUMINISTRADA - EL NUEVO DÍA
El Festival Internacional ha tenido un extenso recorrido por teatros, municipios y colegios. Él es uno de los invitados que siguen en nuestra ciudad.

Reviviendo un poco de los mejores cuentos de nuestra niñez, Boniface Ofogo, el Boni, el hijo del árbol de la palabra, viene a contagiarnos con la magia de las noches en la selva africana.

La cuna de nuestros orígenes nos sorprenderá con maravillosas historias donde los humanos son animales enmascarados. Además de contarnos de ese continente tan olvidado como en los mejores cuentos de nuestro Nobel, Boni compartirá con nosotros un poco de su percepción frente al “hablar de paz” y desnuda su alma para que conozcamos el ser humano tan espectacular que es.

Usted además tiene un doctorado en filología hispánica y está invitado al Festival de Oralidad y al Congreso de Educación. Como mediador, como filólogo y como narrador, ¿podría hablarnos un poco de su participación en estos eventos?

BONIFACE OFOGO: Traigo una propuesta, una conferencia que se titula ‘El árbol de la palabra’. Este es un árbol que existe en la mayoría de las aldeas de África, es un árbol grande, resistente, longevo y a cuya sombra se sienta la gente de la tribu para resolver los conflictos utilizando la herramienta más básica que tiene el ser humano, la palabra. Ahí es donde se sientan, tanto los alumnos como los profesores, para debatir los problemas que afectan a la comunidad escolar.

Durante nueve años fue mediador intercultural en el ayuntamiento de Madrid. ¿Qué rescatar de ese proceso, qué le aportó para lo que hace ahora?

B.O.: Rescato el hecho de que siempre es posible encontrar un punto de encuentro. Siempre. Por muy profundas que sean las diferencias entre las partes, por muy grave que sea el conflicto, siempre hay un punto de encuentro. El mediador es una figura que ayuda a encontrar interés común. Si una pareja se separa, por ejemplo, pueden distanciarse afectivamente, pero sus hijos son un punto de encuentro.

Usted es narrador oral desde 1994. ¿Por qué decide dedicarse a la cuentería como un modo de vida?

B.O.: Venía compaginando mi trabajo de mediador con el de narrador oral. En mi pueblo los ancianos dicen que si uno persigue dos liebres a la vez se le puede escapar una. Fue en Colombia donde descubrí en 2005 que se podía vivir de este oficio. Eso cambió mi vida. Cuando le dije a mi jefe que renunciaba al oficio de mediador, me dijo ‘tú no estás dejando la mediación, tú vas a utilizar los cuentos para mediar’”.

Pensando en la paz

África ha sido un continente altamente marcado por la violencia. ¿Cree usted que la cuentería puede contribuir a la paz?

B.O.: Tiene que aportar necesariamente a algo, el simple hecho de que recuperemos la capacidad de escucharnos. Escuchar. El simple hecho que recuperemos la palabra, el simple hecho de que nos desconectemos de las nuevas tecnologías, de que nos juntemos para escucharnos, eso es una cultura de paz.

Colombia ya tiene un punto a favor: que la gente tiene ganas de escuchar. La gente tiene ganas de hablar. Detrás de cualquier colombiano hay un cuentero potencial y la gente es capaz de escuchar durante horas y horas, esto es algo que se tiene que aprovechar para buscar una solución al conflicto. Es una base sólida, entonces para mí los festivales como este, de oralidad, son herramientas para la búsqueda de la paz.

Credito
ALEJANDRA LOZANO - U. TOLIMA ESPECIAL PARA EL NUEVO DÍA

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