Algo muy claro para la docente y periodista vallecaucana Olga Behar Leiser es que en Colombia hay más de seis millones de historias positivas por contar, y que con cada uno de esos relatos se puede construir un país que supere todo devenir marcado por la guerra y la crueldad.

“Todas esas historias tienen que ser buenas, ¿por qué una no va a serlo y otra sí? Donde hay un rostro humano, un contexto y un lugar, algo que sucedió y una acción, hay una gran historia. Las historias están en la calle, están por todos lados. Este país está lleno de buenas historias”, consideró la galardonada autora del libro ‘El clan de los Doce Apóstoles’.

“Contra el olvido”

Durante su disertación, denominada ‘Periodismo de investigación para la comprensión de la realidad’, Behar invitó a los estudiantes de Comunicación Social y, en general a la comunidad, a atender esa “oportunidad inédita en el país, de luchar contra el olvido”, en relación con la transición al posconflicto.

“Ese recorrido no lo hacen solo la sociedad y los actores del conflicto. Nosotros los periodistas, los politólogos, los escritores, la sociedad completa, tienen una gran oportunidad en algunos casos como fuentes de información, y en otros con la capacidad de recoger testimonios y enmarcarlos”, dijo.

Y añadió que “la construcción de memoria es básica para que podamos empezar a reconstruir nuestro tejido social. Nunca podrá haber perdón, respeto por el otro y conciliación, si no sabemos la verdad, y si sepultamos esas verdades en el olvido”.

El libro antes mencionado (ver recuadro) fue puesto como ejemplo por la profesional, debido a su gran complejidad en la labor de desentrañar ciertas verdades del paramilitarismo tras la historia de los hermanos Uribe Vélez (Santiago y Álvaro).

“No pasó nada con la demanda que me interpuso Santiago Uribe, porque fiscal al que le llega el libro se da cuenta de que se hizo con toda la documentación y todas las de la Ley (...). Después de que se publicó el libro, muchos paramilitares empezaron a hablar”, recordó.

El inminente riesgo que en su momento vivió ante posibles retaliaciones lo tradujo en un consejo puntual: “Cada uno tiene sus riesgos y sabe hasta dónde puede llegar”.

Entre criterios

Behar dejó claro que la investigación y la denuncia van de la mano, “no se oponen, pues con una investigación se termina denunciando algo, o se puede hacer una denuncia tan bien sustentada que resultó en un trabajo investigativo. No me parece que la una excluya a la otra”.

De otro lado, destacó la importancia que en el trabajo periodístico tienen tres componentes clave: saber romper el hielo con la fuente de información, buscar el beneficio para ambas partes en la indagación y contrastar las versiones sin desconocer alguna de las dos o más que se puedan obtener.

“Hay que pensar en cómo me beneficio, pero también en qué va a crecer esa persona y cómo va a mejorar su vida”, mencionó.

Y sobre el último tópico, fue más insistente, al advertir que “mi personaje me dice algo y si, a través de documentos, logro constatar que se equivocó o mencionó a alguien que no estaba en ese sitio, puedo tomar una decisión. A través del trabajo de campo podré acercarme más a una de las dos, que no quiere decir que la ignore. Esto corroboré y el público verá por cuál se inclina”.

Por tal motivo, “si (alguien) va a charlar conmigo, debe saber que a su verdad no le rindo pleitesía. Su verdad la investigo, para saber qué tanto corresponde con la verdad histórica. Una es la verdad histórica y otra es la verdad jurídica, de pronto lo absuelven por ser víctima de una persecución, sería una verdad jurídica, y la verdad histórica es la que me interesa.

“El que la justicia diga que Pedro Pérez es inocente no quiere decir que Pedro no haya matado a Juan. Juan está enterrado y todo el mundo en el pueblo vio cómo Pedro mató a Juan. La justicia dijo que no fue así, pero el muerto está y nadie sabe quién lo mató”, expuso.

Mujer de esperanza

El devenir histórico y político que vive el país ha generado que en la educación superior, en su concepto, se integren ahora observatorios de paz, cátedras y variedad de asignaturas, “hacemos pedagogía de paz permanente, pero no es decir ‘qué linda la paz, qué maravilla’.

“Tenemos que instrumentalizarlo, y eso se hace cualificando y desarrollando competencias con las diferentes herramientas del periodismo, que permiten (a los estudiantes) acercarse a las realidades y a las fuentes, para producir contenidos coherentes y democráticos”, explicó.

Esta transformación, sumada a la consolidación de las nuevas tecnologías, la hace tener “mucha esperanza en los nuevos comunicadores. Hace 10 o 15 años, el comunicador salía y creía que si no le daban trabajo tenía que dedicarse a vender empanadas, pero hoy puede construir su empresa”.

El propósito con la verdad

Escribir ‘El clan de los Doce Apóstoles’ (2011) no fue fácil, pues sumado al tema tan delicado del paramilitarismo estuvo la compleja logística para las entrevistas con el mayor Juan Carlos Meneses, así como el riesgo latente al que sometía a su familia, pero su motivación fue más fuerte.

“Creo que cuando uno escribe un libro no tiene una finalidad, son muchos propósitos. El primero fue uno personal, de ética, hablé con mi familia y les dije: ‘Tengo ese conocimiento y creo que tengo que trabajarlo, y si ustedes consideran que no debo trabajarlo, no lo hago’. Si conozco una verdad y no puedo publicarla, me retiro de la docencia, al enseñar a mis alumnos algo que no hago.

“Mi familia decidió que el libro se hacía: mi hijo aceptó muy a regañadientes, porque sabía las consecuencias y porque no le gusta que me meta en líos, en cambio mi hija (Carolina Ardila) sí fue muy entusiasta. Segundo, porque tengo un compromiso con la verdad, no de mirar si un producto me gusta o no y lo recomiendo, sino porque es la verdad de lo que sucede en este país”, puntualizó.