La pérdida física de Elkin Ramírez, una de las voces más representativas del rock nacional, si bien genera profundo duelo en la escena musical, es punto de partida de un legado eterno entre quienes siguieron su carrera por casi 33 años con la banda Kraken.

Y así lo confirma, por lo menos, la cercanía que esta legendaria agrupación ha tenido con Ibagué, que recibió su potencia en tarima en varias ocasiones, la última de ellas el 25 de abril de 2014, cuando se aprestaba a celebrar con todo sus tres décadas de trayectoria.

La primera gran cita de Kraken con la capital tolimense se cumplió en 1988, cuando en medio de una gran gira se llenaron de su descarga de energía el Coliseo Cubierto de las Piscinas Olímpicas, y sobre este episodio relata sus recuerdos el profesor Carlos Arturo Gamboa.

“La voz de Elkin completó la magia. Entonces entendí que Colombia tenía una frecuencia privilegiada para el rock”, escribe en un artículo titulado “La muerte del ‘Titán’”, en el que refiere además cómo el sencillo ‘Muere libre’ “empezaba a dejar huella”.

Cercano siempre

Elkin Fernando Ramírez Zapata (1954 - 2017) consolidaba de esta manera su muy firme afinidad con el público ibaguereño, con el que pudo ver la evolución de su música en la respuesta de miles de seguidores a lo largo del tiempo y, mucho más, hace tres años.

“Nos sentimos, como siempre, muy bien. Esperamos ser contratados para venir de nuevo, apoyando de manera consecuente el rock nacional y latinoamericano; para Kraken es fundamental contar con estas ciudades intermedias”, indicaba en aquella ocasión al programa Morfosis, que se transmitió en la Emisora Cultural del Tolima.

¿Y por qué? Muy sencillo: “Porque en ciudades como Ibagué encontramos seres humanos muy especiales y cálidos, nos sentimos como en casa, damos conciertos muy emotivos y eso nos compromete mucho más a hacer las cosas bien”, añadía.

En la memoria y la reflexión colectiva quedaban, entonces, otras muchísimas canciones tan icónicas como ‘Hijos del Sur’, ‘Lenguaje de mi piel’, ‘Vestido de cristal’, ‘Fugitivo’, ‘Todo hombre es una historia’, ‘No importa que mientas’, ‘La barca de los locos’ y ‘Sin miedo al dolor’.

“Elkin fue una persona comprometida con su musica y sus ideas. El espíritu libre del rock. Eso lo dejaba claro como ser humano y como artista”, considera con firmeza Carlos Andrade Jaramillo, integrante de Rockústica, grupo con el que alternara en 2014.

Otro gran logro de Ramírez para la escena del rock es destacada así por Mauricio Giraldo, ferviente promotor de este movimiento en Ibagué.

“En el nuevo siglo, a mediados del lustro pasado, logró hacer un sinfónico y presentarlo en vivo en Rock al Parque 2004; además, lo prensó en un disco compacto, y lo más importante: nunca cambió de estilo musical ni su forma de pensar y actuar”, resalta.

Su pensamiento

En esa entrevista antes mencionada, Ramírez también dejaba claro que ser artista se basaba en la formación constante, pues, en su concepto, “las etapas del ser humano hay que vivirlas en el momento.

“Son importantes, pero para trascender y darse ese crecimiento como persona y como músico, están la investigación, la reevaluación y entender que el único momento histórico importante es el día de hoy. El ayer no existe, porque ya se fue, y lo argumento con hechos y vivencias”.

‘El Titán’, como siempre fue llamado, siempre fue consciente de que prefería ser rockero que político, y de que “el arte, más que una fórmula, es una escuela”, con la que quiso después de esa apoteósica presentación regresar a Ibagué, ciudad donde encontró “mujeres encantadoras y gente muy especial”.

Andrade concluye que el mensaje de Elkin, en sus letras y en su manera de hablar, siempre se centró en que “por más que la sociedad implante sus normas de conformidad, debemos ser fuertes y seguir en el camino trazado”.