Por más que el maestro César Augusto Sanabria insistiera en que su hija, la pequeña Paula Estefanía Sanabria Barbosa, era tan solo una “niña normal” y no una niña prodigio, como muchos la han reconocido, fue muy difícil cambiar de opinión.
La agilidad de sus delicadas manos, la ternura de sus pasos y su mirada sensible bastaron para que ella, con cinco años y un futuro que desde ya se vislumbra, maravillara a los asistentes al Auditorio Mayor de la Música de la Universidad del Tolima.
Subiendo de nivel
A la expectativa reflejada en una sala llena desde el inicio, se sumó la primera aparición: Marco Antonio Sanabria, un chiquitín que provocó las primeras miradas de contemplación al subirse y dominar al gigante de las teclas, junto con su padre y maestro.
Luego subió ella, vestida de blanco y rosa a la primera parte, con ‘Alicita’ y ‘Puf, va la comadreja’, de James Bastien, y ‘El tren’, de John Thompson, obras cortas pero tan mágicas que desataron la emoción colectiva y el orgullo de un padre que parecía no creer lo que veía y filmaba.
Le siguieron Burgmüller, Clementi, Oesten y Kabalevsky, hasta llegar a Briten y un elegante Allegro Aperto, movimiento del Concierto para Piano y Orquesta No. 8 de Mozart, que terminó de animar a los espectadores al recital, pero más a la pequeña promesa del arte.
Su presentación estuvo antecedida por el llamado del maestro Sanabria a los adultos a que permanezcan más atentos a las aptitudes que demuestran sus hijos, y precedida por un cierre también especial.
Se trató del Coro de la Universidad, que con la Orquesta evocó la nostalgia tolimense a partir de tres movimientos de ‘Tolima, canto de vida’, rapsodia sobre obras de Pedro J. Ramos, y el sentimiento nacional en la cantata ‘Camino de la Patria’, del maestro César Zambrano, con texto poético de Carlos Castro Saavedra.
Dato
Esta presentación se llevó a cabo en conjunto con la biblioteca Darío Echandía, la Universidad del Tolima y la academia ArsNova.
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