Papá Noel es tolimense y vive en Ibagué

ANTONIO GUZMÁN OLIVEROS - EL NUEVO DÍA
En la sala de su casa, Papá Noel contó su historia, sus orígenes, desde cuándo y por qué se viste de Santa y la alegría que siente al ver a un niño soñar y sonreír con la época más bonita del año.

“La alegría de los niños es muy grande que no se alcanza a experimentar”, cuenta Eudoro Villarraga González, un tolimense que desde hace 10 años personifica a Papá Noel, desde el día que su familia lo motivó a dejarse crecer la barba y cuando apareció por primera vez en televisión.

Desde su trono rojo con visos dorados, un árbol de Navidad, algunos regalos y un farol, Papá Noel espera la llegada de los niños que se acercan al segundo piso del centro comercial La Estación para tomarse una foto con él y, además, en secreto pedirle el regalo para esta época.

En su casa y en un sillón café, Eudoro Villarraga González espera el momento de irse para escuchar y saludar a grandes y pequeños que conservan con mucho amor el espíritu navideño; mientras se pone su atuendo, cuenta los momentos más felices de su vida y cómo su vida cambió desde que se ‘convirtió’ en Papá Noel.

“Nací en Los Alpes, en Villarrica (Tolima)”, -aunque muchos piensan que no es colombiano-, “me bautizaron en Carmen de Apicalá, y en Ibagué he vivido el resto de mi vida; estudié en la Escuela Agronómica San Jorge, que ya se terminó y quedan solo las instalaciones, era muy buena. Después trabajé en el Incora”.

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En su casa vive con su esposa, Rosarita Huertas de Villarraga, en un matrimonio que este diciembre llegará a 49 años y que le ha representado, según él, grandes momentos, viajes inolvidables y dos hijos.

“Con Rosarita hemos viajado a Canadá, Estados Unidos, México, Panamá, España, Italia y Portugal; me ha acompañado cuando tuve que grabar los comerciales como Papá Noel y hemos compartido grandes momentos”, narra.

 

En la pantalla chica

Para las navidades la tradición es entregar los obsequios reunidos alrededor del árbol, así sucede en la familia Villarraga Huertas; en esta casa, el patriarca se vestía con el atuendo rojo y fue así como en una nochebuena le dijeron que se dejara crecer la barba.

“La familia me dijo ‘Bueno, déjese crecer la barba a ver si se parece a Papá Noel’, me la dejé crecer, mandé a hacer un traje y me vestí. Cuando me vieron, todos dijeron: ‘Sí, usted es Papá Noel’”.

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La primera vez que actuó en un comercial fue para la compañía de galletas Noel, sucedió en Bogotá en la calle 53, cuando compraba en una tienda varios artículos navideños.

“Llegó una señora y me dijo ‘oiga, señor, usted qué va a hacer esta tarde’ y le respondí, ‘Uy, ¿cómo para qué sería?’, y me dijo ‘No. Es que usted se parece mucho a Papá Noel’; ya tenía la barba, me pasó una tarjeta para hacer un casting, fui y me recibieron y era para hacer el papel de Noel galletero.

“Esa primera grabación duró aproximadamente 12 horas, ellos compraron el traje y me vistieron como querían. Fue una experiencia muy bonita, porque a nadie más lo cogen de improvisto y yo, que nunca había hecho televisión.

“Tres años después me llamaron de Homecenter, les dije ‘con mucho gusto yo voy’, allá era para promocionar los productos; me vestí con mi traje, porque ellos tenían unos pequeños que no me servían, pues yo mido 1.84 mts., en esa propaganda debía poner unos centros navideños y herramientas”, recuerda.

 

Una persona común

El resto de meses, Eudoro Villarraga hace lo que cualquier ser humano haría. Aunque por su barba los niños siguen pensando que es Santa, continúan saludándolo y muchos vuelven a abrazarlo, así no lleve el traje rojo.

En otros países también lo confunden. Cuenta que ha tenido muchas experiencias con los niños que llegan a saludarlo, incluso con personas grandes que le piden tomarse fotos con él.

“En México tuve una experiencia bonita: el dueño de ‘El Charco de las Ranas’ pidió tomarse unas fotos conmigo, que cuando terminara de comer charlábamos. Terminé y se tomó las fotos, luego me contó que esas imágenes eran para regalar a los nietos, que todos los años les daba un obsequio y que esta vez iba a llegar una foto con él y Papá Noel y les diría: ‘Miren, yo sí estuve con Santa; y, cuando salimos, la cuenta estaba paga; resulta que el señor era dueño de la cadena de restaurantes”, puntualiza.

 

En La Estación

Papá Noel volvió por tercera vez a este centro comercial ibaguereño, donde de nuevo lo esperaban decenas de niños para verlo. Así como sucedió en Bogotá, también fue abordado por un empleado, quien le pidió que fuera el personaje del lugar.

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“Bajaba por las escaleras eléctricas con mi esposa, cuando apareció una mujer y me dijo ‘¿Puedo hablar con usted?’ Le respondí: ‘Claro, con muchísimo gusto, no estamos bravos. Hablemos, ¿para qué sería?’ y me dijo ‘Acompáñeme a la oficina y hablamos’.

“Yo pensé que había hecho algo malo, pero luego me contó que no tenían Papá Noel, que se habían presentado varias personas y ninguna servía, que yo me parecía mucho y tenía el carisma, lo pensé y luego les confirmé”. La primera vez que llegó al lugar recuerda, hubo un viaje en avioneta y al llegar al aeropuerto lo esperaban en un carro de bomberos. “Había una cantidad de gente que casi no me dejaba bajar ni caminar; uno siente alegría al ver todos los niños y padres saludando”, resalta.

 

Frase

"Una vez me encontré a una niña en Venezuela y me dijo ‘usted sabe dónde vivo’, y le dije ‘claro, yo sé dónde están las casas de todos los niños del mundo’ y quedan muy contentos, hasta las personas grandes", Santa.

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Credito
ANTONIO GUZMÁN OLIVEROS

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