“La película ha llegado al alma de la gente ”

COLPRENSA - EL NUEVO DÍA
Entrevista con Miguel Salazar, director de ‘Ciro & yo’, el documental que esta semana iniciará su recorrido por las salas de cine de distintas ciudades del país.

En la edición de 2017 del Bogotá Audiovisual Market (Bam), fue la primera vez que el protagonista de ‘Ciro & yo’ vio completo el documental. En medio de las emociones encontradas que le produjo ver su historia en una pantalla gigante, lo que más le sorprendió a Ciro Galindo fue ver cómo todos los asistentes a la proyección, de manera espontánea, hicieron una fila frente a él para darle un abrazo.

Así ha sido el recorrido de esta pieza documental del director Miguel Salazar, que hasta el momento ha tenido algunas participaciones internacionales y unas funciones privadas, y que iniciará su proyección por las salas de cine de distintas ciudades del país, para luego empezar su presentación por festivales de cine.

Ciro Galindo nació hace 65 años en Coyaima, Tolima. Desde que era un niño huyó junto a su madre de la violencia que existía en su pueblo natal, debido al duro enfrentamiento que se vivía en los años 50 entre liberales y conservadores, razón por la cual, decidieron buscar refugio en los Llanos orientales.

A los nueve años de edad Ciro fue abandonado por su madre en un orfanato, lugar de donde se escapó a los pocos meses, iniciando un duro camino de angustias y necesidades. Años después, atraído por la bonanza de la coca, llegó al Guaviare donde conoció a su esposa Anita, una indígena tukano con la que tuvo tres hijos John, Elkin y Esneider.

Su familia fue desplazada repetidas veces, por el Ejército, la guerrilla y los paramilitares, y sus hijos fueron utilizados y reclutados por estos ejércitos de la guerra.

En 1996, cuando Miguel Salazar se encontraba en La Macarena y conoció a Ciro de la peor manera, John Galindo se ahogó mientras era guía de Miguel en Caño Cristales, y el fotógrafo y ahora documentalista, debió presentarse en la casa de los Galindo para darles la noticia.

El dolor y la tragedia los unió y se consolidó una amistad a prueba del tiempo y la distancia, mientras Miguel veía como a Ciro la guerra siempre lo encontraba, víctima de la violencia, el reclutamiento forzado y el desplazamiento.

A través de la historia de Ciro se puede comprender la historia de Colombia. Él es un testigo privilegiado, en terreno, de una guerra que parece distante y confusa. ‘Ciro & Yo’ narra el viaje de Ciro al encuentro con su pasado, en la búsqueda por rearmar su vida y construir un futuro para él y su hijo.

 

Víctimas de la guerra

- ¿Cómo ha visto la expectativa que ha generado el estreno del documental ‘Ciro & yo’?

Ha sido un proceso muy bonito y la película ha llegado al alma de la gente. Cuando realizamos la función para los medios de comunicación fue un momento revelador, porque muchos salieron de la sala para acercarse a Ciro y algunos le pedían perdón o para decirle que era un tipo ejemplo para la Colombia del posconflicto.

Siento que ha llegado el mensaje de Ciro, de que no nos vamos a dar por vencidos, de que la guerra fue atroz y no se puede repetir, porque hay que mirar hacia adelante, pero haciendo memoria, porque muchas personas, después de las funciones que hemos realizado, se han acercado para decirnos, por fin entendí lo que pasó en Colombia con el conflicto armado interno, lo que es un gran cumplido, que la gente en realidad entienda cómo la guerra afectó a todo un país.

- “Perdón sí, olvido no”, es una de las frases contundentes dentro del documental...

Es la gran lección que nos da Ciro, un colombiano a quien todos los grupos armados en el país, tanto legales como ilegales, le han hecho daño, y aún así no se doblegó, no buscó las armas, no buscó venganza y está listo para perdonar para construir el futuro. Es una lección para buscar estrechar lazos entre todos los colombianos, haciendo siempre memoria, porque si en Colombia no empezamos a llamar las cosas por su nombre, estamos condenados a repetir la historia, que es el mayor de los miedos, porque la guerra en Colombia se ha reciclado por décadas y estamos en la coyuntura donde el país realmente puede cambiar y se puede volver otro.

El mensaje de Ciro es claro, estoy dispuesto a perdonar siempre que exista la memoria. Se deben rendir cuentas, contar la verdad y pedir perdón a víctimas como Ciro, porque no podemos olvidar el reclutamiento de niños para la guerra, que el Ejército utilizaba niños como informantes, que los paramilitares también tuvieron en sus filas muchos niños. Son cosas que Colombia debe interiorizar, hacer memoria y así no repetirlo.

- ¿Qué le interesaba a la hora de realizar este documental?

Lo que más me interesaba era profundizar en todos los grises que tiene el conflicto armado interno colombiano, que no es un problema entre buenos y malos. Pero también así ha sido la vida de Ciro, a quien todos los bandos le hicieron la guerra, por lo que el documental muestra, a través de un personaje, como ha sido la guerra en Colombia, donde la mayor víctima es aquella que nada tiene que ver con esa guerra.

Es entrar al campo y ver como ese fue un territorio de guerra, mostrando a un padre intentando salvar a sus hijos de una guerra que siempre los alcanza. Sus armas de lucha con el amor y el salir a buscar el alimento día a día.

- ¿La ha podido presentar en el exterior?

La presentamos en Francia y una función a la prensa internacional en Colombia. Las reacciones han sido bastante interesantes, en especial la posibilidad de comprender un poco mejor la guerra en Colombia, y eso es un gran cumplido.

Yo hice la película para que no muriera en el tiempo, para que se pueda seguir viendo y que en 20 años lo vean y puedan comprender lo que ocurrió aquí.

 

Décadas de amistad 

- Después de 20 años de amistad, ¿cómo fue el momento de decidir contar esta historia?

 Yo me reencontré con Ciro en Bogotá en el 2012, viviendo como desplazado en unas condiciones lamentables y ahí surgió la idea de contar su historia para hacerle justicia a él, a su familia, a su hijo asesinado y a su esposa que murió de tristeza.

Era la manera de poder ayudarle a Ciro, desde lo que yo sé hacer. Nos embarcamos en ese viaje para contar su historia, pero también, empoderarlo.

- ¿Cómo fue el trabajo con Ciro?

 Lo más importante es que Ciro confiaba en mí, lo cual facilitó mucho el proceso. También siento que él vio en el documental la oportunidad de contar su historia, porque el terror lleva al silencio y destruye el relato. La violencia hace que las víctimas no puedan contar su historia.

Fue la oportunidad de la reconstrucción de su vida, de escuchar su dolor y en reencuentro con su relato, creo que empieza a recuperar su dignidad y se empieza a sentir empoderado.

- ¿Cómo fue esa primera vez que Ciro vio el documental terminado?

 Fue a mediados del año pasado en el Bogotá Visual Market. Fue mucho llanto al ver su historia y dolor en la pantalla, escuchar la voz de su esposa fallecida, también las imágenes de su hijo asesinado vilmente.

Por otro lado, fue ver en la pantalla a ese tipo de héroes que necesita Colombia, y cuando la función terminó, la gente hizo una gran fila para darle un abrazo a Ciro, lo cual nunca había visto en mi vida, pero la gente se conmovió. Siento que es una historia que puede ayudar para que otras personas cuenten lo que les pasó, dejemos el miedo, que el cambio es posible y se puede construir un mejor futuro.

- ¿Cuál es el plan con este documental?

 Por ahora estamos enfocados al estreno en salas de cine, porque para mí era importante sacar la película ahora, en un instante clave político y antes de las elecciones, para que la gente reflexione un poco sobre el país en el cual quieren vivir y cómo lograr cambiarlo.

También empezará una circulación internacional que aún no la tengo del todo clara. Por ahora sé que se presentará en Nueva York. 

Pero para mí lo más importante de esta película es que la vean los jóvenes de Colombia, aquellos que no vivieron la guerra, que se enteraron de ella por medio de la televisión, de que algo pasaba lejos de sus casas, para que no se lleven más niños a la guerra.

Credito
COLPRENSA

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