¡Pa’ quitarse el sombrero... tolimense!

JORGE CUÉLLAR - EL NUEVO DÍA
En medio de la innovación, la tradición del porte y la elaboración de este elemento se mantiene vigente.

Bajo el sol ardiente del sur del Tolima, el sombrero de palma real o pindo (conocido también como caña flecha) ha sido el fiel compañero de los vaqueros y campesinos de la región. Y aunque se desconoce la fecha exacta de la primera elaboración, sí es preciso afirmar que este saber ancestral ha pasado de generación en generación.

Por esta razón, bajo ordenanza de la Asamblea Departamental se cumple cada 23 de junio la conmemoración del Día del Sombrero Tolimense, una celebración enmarcada en la tradición y el legado popular que viene principalmente de los artesanos de Guamo.

Y así se hicieron ver, pues en la terraza del centro comercial La Estación, 21 empresarias, en su mayoría de este municipio y otras de Ibagué, se dieron cita para cumplir con esta fiesta de la artesanía, donde además de exhibir sus productos, acogieron a propios y visitantes con las historias que narran la importancia de este elemento en el ajuar Pijao.

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¿Qué tanto valor tiene el sombrero tolimense?

Más allá de la comercialización de este elemento como un producto, está el valor de las manos de artesanos, que en su mayoría conforman familias dedicadas a este labor, está el trasegar del saber y los pasos para llegar a lucir un sombrero.

Según Alba Luz Orjuela, vicepresidente de la Colonia Guamuna en Ibagué, hay más de 6 personas detrás de la elaboración del sombrero tolimense: “Está quien recolecta la palma, otra persona la lava, alguien más se encarga de secarla; viene después quien la “hermosea”, la saca en hilos para tejer, para que finalmente esté quien arme la prenda y sea un vendedor quien la entregue a las manos del tolimense o el turista”.

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Un legado, una herencia popular

Artesanos por tradición. Así se conocen centenares de familias guamunas que se dedican a la elaboración no solo de sombreros para hombres y mujeres, sino otros elementos como bolsos, individuales, sopladeras, abanicos, accesorios y hasta jarrones, que le dan un toque de arte popular a quien los conserva.

Pues como novedad, que toma cada vez más fuerza, están las propuestas de los también empresarios que sin dejar la tradición de los materiales o materias primas, suman como valor agregado elementos que hacen distinguir las prendas.

Así pudo verse en los diferentes estand de la feria, donde apliques como flores en relieve, pintadas, telas, borlas de hilo y otros materiales hicieron parte de los sombreros, principalmente. Esto lo afirmó Luis Eduardo Torres, nieto de Dora Candia, una de las pioneras en trabajar la Palma Real en Guamo, “Mi bisabuela le enseñó a su hija, y ella a la suya, y así hasta nosotros que estamos hoy aquí mostrando que adquirimos esa tradición”.

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De tradición e innovación

Esto pudo conocerse durante la muestra, que tuvo en un mismo lugar a familias artesanas y también diseñadores para mostrar sus creaciones. Tal es el caso de ‘Guámbitas’, Patricia Guerrero y Miguel Baquero, también empresarios que con las particularidades de sus diseños, no dejan a un lado la estructura tradicional.

“Invito a hombres y mujeres para que retomen el uso del sombrero, no solo por tradición sino por cuidado de salud. Esta es una pieza clave para la elegancia, viene de manos de artesanos de Guamo y mis diseños (...) estamos en un proceso de recuperación de las raíces, pienso que hay que apostarle a eso. Hacer las cosas portables y elegantes. Buscamos expresar la conservación de la naturaleza y su belleza empleando frutos secos, buscando el cuidado del ecosistema y enfocando siempre el uso del sombrero”, manifestó el diseñador de modas Miguel Baquero.

 

Los de Emeterio y Felipe

Además de dejar un importante legado en la televisión colombiana, este emblemático grupo de intérpretes y humoristas, más recordados como ‘Los Tolimenses’, dejó en el saber popular la utilización del sombrero ‘puntudo’, que ambos lucían con decoro.

La diferencia, que el de Felipe, termina en punta sus cuatro cimas; mientras tanto, el de Emeterio une las cimas con una planicie.

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Credito
ALEJANDRA CAVIEDES

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