“Pueden decir que estoy loca” Judy Hazbún

HÉLMER PARRA - EL NUEVO DÍA
La barranquillera Judy Hazbún aprovechó su visita al Tolima para contar que a los 52 años ha vuelto a creer en el amor, que el yoga le dio equilibrio a su vida, cuándo la moda la incomoda y que a muchas ibaguereñas les hace falta trabajarle al estilo.

Si algo ha tenido claro en su vida Judy Hazbún es que el diseño es su vida, y que la moda hace parte de su genética, heredado de la Aguja de Oro de Colombia.

Ella creció en medio de telas, lentejuelas y canutillos, lo que despertó su instinto creativo desde antes de caminar, no en vano las primeras imágenes que tiene de su niñez es viéndose metida en un cajón al lado del escritorio de Amalín, su madre.

Nunca jugó con muñecas ni de trapo ni caucho, sino con unas de carne y hueso: las clientas de su mamá que deambulaban por su casa, y que le brindaban aquellas libertades de “meter la cucharada”, descubriendo a lo que quería dedicar alma y corazón.

Así ingresó a estudiar Diseño de Modas en importantes escuelas de Estados Unidos, Francia e Italia, que le permitieron llevar a otro nivel su vocación, y abrirse paso en esta industria, en la que su progenitora es toda una autoridad, y su principal crítica.

¿En qué momento sintió que la reconocían como Judy Hazbún y no como la hija de la diseñadora Amalín?

No ha sido fácil. Yo he reconocido a mi madre desde el primer día, y esa confusión no es mía, y mientras la confusión no sea tuya todo está bien. Desde que tenía 22 años, que terminé mi carrera sabía que ella era la Aguja de Oro, y que yo tenía que llegar con esa aguja a tocar muchas mujeres que pudieran sentir lo mismo que vi en ese universo en el que me crié. De hecho, cuando me gradué en los Estados Unidos en 1982, el presidente de la universidad invitó a Emilio Pucci a la graduación y yo le dije ‘invite a mi mamá, que ella es como Emilio Pucci en Colombia’, y la invitó y desfilaron juntos.

¿Es decir usted no ha estado solo detrás de ella, sino que ha hecho que brille?

Claro, porque ella inició todo esto. Yo llegué cuando esto ya estaba arrancado, simplemente he aprendido cosas y he querido tocar a más personas con esta sensación que da la moda.

Teniendo una mamá famosa, ¿le fue fácil arrancar en la industria?

No sé si fue fácil o difícil, siento que uno se hace la vida fácil o difícil, como digo mi mamá hace algo que yo no puedo hacer y yo algo que ella no puede hacer. Ella me ama a lo Amalín y yo a lo Judy. La vida es una dualidad, nunca hay una sola forma de hacer las cosas, somos un complemento.

¿Qué hace Judy para encontrar la musa?

Todo el año para mí tiene un concepto, yo lo bautizo, y con base en eso empiezo a crear. Este año es el de la trascendencia.

¿Cuál es su inspiración?

La consumidora, ella es la que me está diciendo que está pasando, y la gente que veo en la calle cuando viajo.

¿Trascender qué le ha implicado?

Cuando uno es creativo, uno es muy emocional, entonces tener empresa con un emocional es un problema muy grave, por eso he tenido que buscar ese equilibrio entre el orden, el método, la disciplina, la creación y la investigación.

¿Siempre queda satisfecha con el trabajo?

Uno queda satisfecho cuando hace un buen trabajo, pero nunca deja de aprender.

¿Se mide lo que hace?

Todo el tiempo, porque me gusta sentir las cosas, y así sé si me gusta o me incomoda.

Usted produce moda, pero ¿la consume?

Sí, me encanta comprar ropa e ir a tiendas vintage. Es que hoy por hoy todo está inventado, lo que tenemos que hacer es innovar en esto que ya está hecho.

¿Qué prenda jamás se pondría? ¿por qué?

Un pantalón tubo. Compré uno porque hice un paseo en moto y me tocó ponérmelo, pero fue una penitencia, porque no me gustan las cosas ajustadas.

¿Cuál es la sensación que tiene cada vez que se viste?

Sentir que el cuerpo sirve de gancho me encanta, por eso soy bohemia chic.

¿Ha sentido que la moda le incomoda?

Sí. Una vez mi mamá hizo un vestido divino, rojo drapeado con unas varillas, el cual me puse para ir a un matrimonio; había acabado de tener mi segundo hijo y me miraba y decía ‘usted es una maga, qué maravilla’.

Llegué a la recepción divina y eran las dos de la mañana y no me había podido tomar el primer aguardiente, y dije a mi mamá ‘coge un cuchillo y acompáñame al baño, y la puse a retirarme todas las varillas, y dije ‘Más nunca me vuelvo a poner un vestido con varillas. No existe ninguna posibilidad aunque me sienta como una estrella de Hollywood’.

¿Qué ‘chirito’ le queda mal?

Todo lo apretado; me encanta lo suelto. Lo apretado no va en mi armario.

¿De qué diseñador jamás usaría una prenda?

No te puedo contestar eso, pero hay varios.

De todo un poco

Imagen eliminada.

Judy, ¿ante una dificultad es mejor rediseñar o cortar?

Lo ideal es rehacer.

¿Quién dirige su vida?

Dios. Yo solamente soy un instrumentico chiquitico.

¿Quién es su mayor crítica?

Mi mamá. Ella es la cuchilla mirona, pero chévere.

¿Judy Hazbún se da palo?

Ya no, pero sí me di mucho palo... era la que iba adelante. Ahora cuando me equivoco, lo veo como una oportunidad de aprendizaje.

¿Qué hace para concentrarse?

Medito. Practico yoga desde hace ya 12 años, cuando empecé a responsabilizarme por mí, y ha sido una herramienta de vida maravillosa, un verdadero camino entre el cuerpo, el alma y el espíritu.

¿Qué la llevó al yoga?

Se lo pedí al universo, me pueden decir loca, y en caso que me metan a un manicomio llévenme comida porque soy buena muela, pero lo siento así, porque es un tema de energías y uno va pidiendo y las cosas van llegando.

¿Su práctica qué le ha permitido?

Vivir, y afrontar los altibajos de esta carrera y este negocio donde se maneja la vanidad, el ego y el dinero.

¿El ego cómo le ha pegado?

Nunca he tenido problemas con mi ego, porque en mi casa siempre la diva ha sido mi mamá.

¿Cuál es la hora de mayor inspiración?

Las 4 de la mañana, yo trabajo desde temprano hasta las 5 de la tarde, cuando se me apaga la batería.

¿Qué la inquieta?

La política sobre todo la del país, yo pensé que no iba a hacer política, pero creo que me va a tocar.

¿Y su mayor pasión...

El ciclismo. Lo practico desde hace 20 años y es una fascinación.

¿Siente alguna frustración?

Tocar guitarra. ¿Será que me queda tiempo todavía?

¿Qué elecciones ha hecho mal?

Unas cuántas, pero no hablemos de eso, porque mi contrato es con Dios, los demás son maestros y cuando la cosa es buena o mal no es tal, porque a veces las cosas malas terminan siendo lo mejor que te pudo pasar.

Palpitando de amor, ¿cuál es ese color que la tiene fascinada?

El iridiscente, todo brilla.

¿Cuá es la combinación perfecta?

El blanco y el negro.

¿Y la poco favorable..

Negro con rojo por favor no, ese es el equipo Cúcuta Deportivo.

¿Para qué la moda?

Para comunicarnos, para conocernos, para cubrirnos, pero, sobre todo, para aprender a descubrirnos.

Creer de nuevo en el amor

¿Cuál es mayor gesto de rebeldía?

Ser como soy desde chiquitica, no he cambiado: terca, intensa, guerrera y, sobre todo, responsable.

¿Qué error desearía no volver a cometer?

Al contrario, me he equivocado tanto, tanto, que ha empezado a gustarme.

¿Y cuál es ese error recurrente?

Dicen que el amor es un error, que uno no se debe enamorar... y yo siempre he creído que esto es lo único que va salvar el mundo, entonces estoy enamorada a los 52 años otra vez y eso me ha parecido lo máximo, porque si uno encuentra el amor a los 52 años qué no va a encontrar.

Antes de encontrar ese nuevo amor, ¿cuánto tiempo estuvo soltera?

Estuve casada 19 años, y sola 10 años, hasta que encontré el amor nuevamente, y estoy que ‘brinco en una pata todo el día’, y con una cara de tonta.

Credito
EL NUEVO DÍA

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