El boxeo hizo mejor mujer a Ingrit Valencia

ARCHIVO - EL NUEVO DÍA
El boxeo tolimense se hará sentir en los Juegos Nacionales, teniendo en su ‘formación’ a Ingrit Valencia, quien desde inicio de semana está concentrada en Espinal.

En su mente solo está traerse la presea dorada. Ha estudiado cada golpe de sus rivales, y junto con su disciplina y entrenamiento, estas serán sus herramientas para alzarse con la victoria, sin importar que le toque enfrentarse a viejas compañeras de su querido Valle del Cauca. Al deporte de las narices chatas llegó la zarca cuando  tenía 14 años con el único propósito de “pegarle a los chinos”, tras ser reclutada por un profesor que en repetidas ocasiones había escuchado que en el colegio había una “niña muy peleona”. Su habilidad para defenderse y su fuerte golpe rápidamente le fueron abriendo espacios, sin embargo, hasta los 18 años y mientras estaba en estado de gravidez lo dejó de ver como “una recocha”.

Una dura etapa, plagada de necesidades y sin ningún peso en el bolsillo, ni mucho menos un trabajo a la vista, la llevó a ponerse los guantes como profesión, con miras a ofrecerle un mejor futuro al ser que crecía en sus entrañas y su decisión fue la acertada.

Hoy ya completa varias medallas internacionales, entre ellas, de plata en Juegos Bolivarianos, oro en Juegos Suramericanos, al igual que en los Centroamericanos y del Caribe.

Ingrit, una mujer con un rostro tan dulce, ¿cómo terminó en el boxeo?

Siento que nací para esto. De niña no era de aquellas de jugar con muñecas ni a las casitas, me gustaba pelear y jugar al fútbol, y a la final me incliné por este deporte del que me gustó lo brusco y lo rudo que es.

¿En algún momento la tildaron de ‘marimacho’?

 No, yo soy muy femenina y me gustan los hombres.

¿Qué la llevaba a solucionar las cosas a los golpes?

 Pues dice que era bastante peleona.Yo estudiaba en Cali y allá no es una ciudad tranquila, sino que uno debe vivir a la defensiva, por eso si me hacían algo respondía, de lo contrario me la montaban.

¿Quién descubrió que era una boxeadora en potencia?

 Tenía unas compañeras que entrenaban boxeo que me decían ‘usted está buena para este deporte’, así que le dijeron al profesor que las entrenaba, me llevaron al gimnasio y empecé ahí mi carrera.

Además de un mejor futuro, ¿qué le dio a usted este deporte?

Disciplina, que es lo que me tiene a donde estoy ahora. Igualmente me enseñó a ser mejor persona y a tratar a la gente. ¡Esto me volvió una mejor mujer!

En el ring

¿Cuándo empieza su participación en las justas nacionales? 

Las mujeres empezamos a más tardar el 10 o 11 de noviembre. 

¿Se enfrentará a alguna excompañera caleña? 

Sí, ahora seremos rivales. 

¿Qué siente? 

Al enfrentarnos al ring dejamos de ser amigas para dedicarnos a lo que vamos, creo que ellas piensan lo mismo que yo, que arriba queda todo. 

¿En qué piensa minutos antes al escuchar la campana? 

Que voy a dejarlo todo para poder decir pelee y si perdí lo hice peleando para no tener que arrepentirme porque me faltó un poco. 

En juego largo hay desquite, ¿en el boxeo también? 

Claro, no hay nada escrito, en este pierde el que no se prepara. 

¿De quién se quiere desquitar? 

De nadie, gracias a Dios ni en la vida ni en el deporte he tenido enemigos, vivo en paz. 

¿A quién le daría una revancha? 

Sería a nivel internacional, me gustaría pelear en igualdad de condiciones con la norteamericana (Marlén Esparza). 

¿Quién le ha dado el golpe más duro? 

Fue en mis inicios, me lo propinó un niño con quien me pusieron a hacer guantes. Me dio tan fuerte que dije ‘Dios mío ojalá las mujeres no peguen así porque me retiro’. 

Cuándo ha sentido que la vida le ha dado un golpe bajo?

Cuando mis abuelos, quienes me criaron, se fueron al cielo. Para mí fue un golpe demasiado duro porque me sentía sola, desprotegida.

¿Qué la intimida?

Nada. Soy arriesgada y me gusta la adrenalina.

¿Y teme? 

A que mi hijo se me enferme y a los locos.

¿A los locos?

Sí, a los indigentes. Me han perseguido, dicho cosas feas y hasta me han mostrado sus partes íntimas.

¿Ha pensado tirar la toalla?

 No lo he pensado, y el día que lo haga debe ser muy difícil para mí porque este deporte es mi vida entera.

¿Su profesión intimida a los hombres?

No creo.

¿Muy masoquista?

Sí, pero en el ring, y allá recibo los golpes con fortaleza.

¿Tiene algún agüero?

Solamente orar.

Golpe al corazón

Raúl Ortiz además de ser su entrenador es su pareja. ¿Cómo logran esa relación?

Aprendimos a no mezclar el deporte con la relación. Esto lo logramos porque primero fuimos muy amigos y me permitió mostrarme tal cual soy.

¿Cómo la conquistó?

Era el entrenado de la Selección Colombia de mujeres en 2011 y nos atraímos mutuamente, a partir de una mirada. Él me miró como nunca un hombre lo había hecho e igual hice yo, hubo tanta compenetración que nos gustamos.

¿Esa atracción le dio privilegios sobre sus compañeras?

No, él siempre trata a todas por igual. Si bien soy su pareja y está muy pendiente de mí el trato es igual para todas,  ya en la casa es diferente.

¿Romper la relación deportista – entrenador no se presta para que sus compañeras sientan que están en desventaja en el entrenamiento?

No, él no tiene favoritas, todas somos deportistas y como tal nos mide y nos ve.

¿La regaña mucho?

Sí, por su afán de que me vaya bien se vuelve sobreprotector.

¿Quién manda en la casa?

Los dos, es 50 – 50.

¿Y con su hijo?

Entre él y mi hijo existe una relación respetuosa. Mi niño es muy noble y desde que vivimos juntos se tratan muy bien; el niño le obedece.

¿Lo reprende?

Sí y se lo permito porque Raúl está desempeñando el rol de papá y lo hace muy bien.

Credito
EL NUEVO DÍA

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