“Una madre ama a sus hijos con el alma”

FOTOS EDWIN SALCEDO- el  nuevo día
La única Señorita Colombia que ha tenido el Tolima es una mujer enamorada y creyente, que aprendió a vivir con el dolor por la pérdida de dos hijos. En su más reciente visita a Ibagué, con ocasión de sus 50 años de haber sido coronada, abrió su corazón demostrando que la vida de una reina no es color de rosa.

Edna Margarita Rudd Lucena es una mujer sensible y amorosa, que ha dedicado la mayor parte de su vida a las obras sociales y a la protección y adopción de niños en Colombia.

Su fe está ligada al amor y la entrega incondicional, dos valores que le han dado la valentía para sortear las pruebas que ha tenido que afrontar, en compañía de su esposo, Álvaro Arango, un publicista y corredor de carros, quien la enamoró antes de ser reina.

El dolor más grande que puede sentir una madre es el de la pérdida de un hijo, y Edna Margarita, la única tolimense que ha ostentando el título de Señorita Colombia, lo experimentó dos veces.

Pese a que son tema superado, el dolor es latente y se le quiebra la voz y sus ojos se llenan de llanto de recordarlo, por lo que se limita a decir que “es horrible”, y cómo no si su larga espera para abrazar a su criatura se esfumó en dos oportunidades tras dar a luz.

Su deseo de ser madre de nuevo no se borró, sino que encontró en la adopción otra oportunidad para darle una hermanita a su primogénita, y lo hizo con una niña que ella misma recibió en la Fundación Los Pisingos, organización a la que junto con su esposo dedicaron 42 años.

Hoy goza del título más importante de su vida: ser abuela, una abuela alcahueta, pero también educadora.

Edna Margarita, fueron muchos años en Los Pisingos ¿cuántos niños dieron en adopción?

Yo creo que dimos en adopción más de cinco mil niños para el mundo entero.

¿Cómo llegó a esta organización sin ánimo de lucro?

Cuando llegamos a vivir a Bogotá, un grupo de amigos paisas, quienes son sus fundadores, me contaron sobre la fundación y les dije que quería colaborar porque los niños y la labor social son mi vida.

¿Se contagió del deseo de adoptar?

Con mi esposo siempre quisimos tener cuatro hijos, pero al ver que dos murieron y que según los médicos intentarlo de nuevo era muy peligroso para mí, adoptar era una opción que mantenía abierta y lo hicimos. Mi hija menor es adoptada con gran felicidad, la adoptamos por amor y ella lo sabe desde que nació.

¿Se puede amar de la misma forma a un hijo biológico que a uno adoptado?

Sí, no hay ninguna diferencia entre nosotros, hasta se me olvida que no nació de mi vientre.

¿Ese sentimiento es inmediato?

Por supuesto. Te nace desde el mismo momento en que lo ves. Tu corazón vibra, se pone el cuero de gallina. A mí se me escurrieron las lágrimas, porque yo recibí esa niña en la fundación y la cargué, era un tabaquito de siete horas de nacida, y me enloquecí con ella.

Ahora es más común el hecho de adoptar, en esa época no, ¿cómo fue?

Es cierto, en Colombia al principio no había mucha conciencia, los padres que adoptaban quedaban como marcados, como yo.

¿Qué le decían?

Mucha gente me decía cómo puedes querer a una criatura que no ha salido de tu vientre, y es entendible porque una persona que no tiene amor en su corazón no puede dar; entonces esas personas no hubieran sido actas para adoptar un bebé.

¿Si la adoptó siendo una bebé por qué le dijo?

Me parece que si uno en la vida critica y predica el no engañar ni mentir, porque se lo va a hacer a un hijo que es lo más grande que tienes, y menos por un acto tan lindo como la adopción, que es el camino al amor más grande que hay en la vida. Ella merecía saberlo por eso le contábamos a través de cuentos en los que estaba involucrada la palabra adopción.

¿Llegó a preguntarlo directamente?

Solo un día preguntó que si había nacido de mi barriguita y le dije “no porque mamá tenía dañado el aparatico de tener bebés” y respondió “tranquila mami que nací de la barriguita de mi papito que está gordito…”.

¿Ha querido saber quiénes fueron sus padres biológicos?

Una vez tuvo una pequeña curiosidad y le dije a donde quiera que estén te acompañamos. Tu papá y tu mamá están al lado tuyo, pero tu decides, lo que importa es tu felicidad y a los tres segundos dijo “pero que bobada si mis papás son ustedes” y nunca más preguntó; pero la hubiéramos acompañado al fin de mundo si fuera necesario.

¿Cómo ha sido la relación con su otra hija?

Mi hija mayor es un ser excepcional. Tenía cinco años en ese entonces y día a día me pedía “yo quiero tener una hermanita”, “mamá es que si no me das una hermanita no te doy un beso, no como” y desde el momento en que llevamos a la niña se enloqueció con ella y han tenido una excelente relación, con las diferencias de cualquier hermano.

Marcada por el dolor

Usted dedicó su vida a las obras sociales. ¿Cuál ha sido la acción que más la marcó?

Cuando la avalancha de Armero estuve allí tres días hasta que nos exigieron evacuar porque había amenaza de una nueva erupción del volcán Nevado del Ruiz.

¿Usted es armerita, cómo fue ese regreso?

Impactante. Cuando nosotros íbamos aterrizando en la avioneta con unos médicos que me llevaron yo decía “no puede ser que una mancha de barro café sea Armero, donde yo nací, crecí, donde viví tantos años felices”.

¿Qué recuerda?

Esa carita de Omaira la tengo grabada en mi mente. Yo creo que todo mundo recuerda a Armero por Omaira, pero no era Omaira, era una cadena de seres muriéndose...

¿Fueron una pesadilla?

Sí, mucho tiempo. Unos amigos que iban conmigo me decían que yo lloraba como un hidrante que se había reventado. A uno le salía el dolor en el alma y durante días no pude dormir pensando. Tengo la gran dicha de una niñita que no recuerdo como se llama. Sacábamos la gente del barro y los médicos decían “amputar el brazo, la pierna...” y de pronto llega una niña como de 12 años y dicen hay que amputarle brazos y piernas. Y yo dije “por favor déjenmela día y medio”. Me la llevé para el sitio donde estábamos y a punta de botellas de agua caliente la recuperé.

¿Tuvo algún otro contacto con esa pequeña?

No, ni siquiera sé como se llama. Pero quiera Dios que esté muy bien.

¿Ha vuelto a Armero?

Amé mucho a mi Armero, pero no quiero volver nunca a recordar esas cosas tan tristes que viví. Allá no hay nada que me recuerde a mi pueblo, solo tristezas, por eso al salir de Armero esa vez que viajé lo enterré en mi alma.

¡Suertuda!

Edna Margarita, 50 años siendo la única tolimense Señorita Colombia, ¿qué cree le ha faltado a las demás representantes pijao?

Han sido todas muy lindas, por lo que creo que lo que les ha faltado es un poco de suerte, algo que yo sí tuve.

¿Por qué suerte, no se sentía la más bella?

Yo nunca creo que uno es la mujer más bella de Colombia, hay mujeres mucho más lindas en muchos aspectos, lo que pasa es que en ese momento uno se destaca dentro de un grupo, simplemente eso.

¿Pero se sentía bella?

Sí, me sentí bonita porque de eso se trataba el reinado, y cada día iba emanando lo que sentía.

¿Cuándo se creyó el cuento de ser reina?

Nunca me lo creí. De hecho yo acababa de regresar de Canadá. Llegué con el ánimo de ir a la universidad y en eso quisieron que fuera la representante del Tolima, a lo que respondí a mi papá “no” porque me sentía desconectada, tímida, fuera de órbita.

¿Qué la hizo cambiar de parecer?

Él me dijo ‘tranquila nada más vas a representar al Tolima porque tenemos unos compromisos con los arroceros, con los ganaderos y la sociedad de Ibagué. Realmente va a ser una cosa muy suave porque como tu no vas a ganar, ve representa bien y se acabó el paseo.

¿Cuál fue la reacción de su padre tras el triunfo?

Me dio muchos besos y abrazos y me dijo que me lo merecía. Que se sentía muy orgulloso porque hice una excelente representación más que por la corona.

¿La vida de reina es tan glamurosa como se ve en las revistas?

Como cualquier vecino de parroquia tiene todos los momentos bajos del mundo porque eso del reinado es una cosa efímera; pero mira que me aterro que después de 50 años la gente me siga recordando y reconociendo.

¿Qué le dejó ser Señorita Colombia?

Una experiencia muy linda, conocí mucha gente adorable de quien sigo siendo amiga, me abrió las puertas para mi trabajo social, me dio cultura y me ayudó a perder mi timidez.

Credito
EL NUEVO DÍA

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