“No entiendo por qué Dios me dio este segundo tiempo”

HÉLMER PARRA - EL NUEVO DÍA
Sobrevivir al grave accidente automovilístico dio un giro de 180 º a la vida de ‘Curramba’. Ahora no solo cree en la existencia de Dios, sino que el espíritu de Juan Mario Laserna no lo abandona.

Dos sucesos han marcado la vida de Andrés Restrepo Falla: el primero, a los 12 años, cuando luego de vivir en la opulencia en Barranquilla su familia quebró, y debió empezar de cero en Ibagué. El segundo, el 24 de julio pasado, en el fatídico accidente automovilístico en el que pereció su jefe y amigo, el exsenador Juan Mario Laserna.

De ese día, aún tiene lagunas mentales que no le permiten recordar qué sucedió. Lo único que tiene claro es que él no era quien manejaba, por lo que está dando la pelea jurídica para demostrar que el proceso en su contra por homicidio culposo no es valedero.

Junto a esta batalla legal, experimenta una física y emocional, derivada de las duras terapias a que está sometido para lograr caminar. Su recuperación no solo sorprende a sus amigos, sino a los médicos, que no encuentran explicación a su rápida evolución.

Salió del coma, permaneció en estado vegetal por varias semanas, pasó de la silla de ruedas al caminador y hoy ya está de pie, con la ayuda de un bastón.

La fortaleza y el ánimo que le inyecta su familia, en especial su esposa y su hija, son, según ‘Curramba’, los motores que dan a su cuerpo la fuerza para seguir adelante.

¿Cómo cambió su vida el pasado 24 de julio?

Fue un cambio total en todo sentido. Empecemos por el tema de Dios: yo no era religioso, no me gustaba ir a misa y cuando lo hacía era porque me tocaba o iba a ver qué ‘viejas buenas’ había.

Estando tan alejado de Dios, ¿por qué lo salvó?

Aún hoy no tengo explicación, no entiendo por qué me dieron ese segundo tiempo. Un sacerdote me dijo ‘de pronto no fue a usted, fue a su hija’.

¿Creyó sin ver?

Lo vi, o eso creo. Cuando estuve en coma, vi muchas cosas, de unas me acuerdo y de otras no. Recuerdo que vi una luz muy especial, un túnel y vi que la luz me devolvió, para mí ese era Dios.

¿Se ha vuelto rezandero?

No he podido, todos los sacerdotes con que he hablado y las personas que hablan con la Virgen rezan, cogen la Biblia, y yo solo hablo con Dios, no sé si es que no he llegado a ese nivel.

¿En algún momento sintió la muerte cerca?

Cuando estaba en coma, y no sentía nada, solo veía el túnel, la luz, el único momento en que sentí la muerte fue cuando me desperté.

¿Cómo así?

La persona cercana a Dios es mi suegro. Él estaba en Espinal, rezándole a la Virgen del Carmen, mi cuñado me estaba visitando, por eso sabe lo que me pasó y me contó después. En mi sueño, en mi mente me tiran al mar y me dicen ‘si no respira y sale, se muere’, y empecé a ahogarme porque no me daban los brazos, era un mar bonito, claro. Mi cuñado estaba afuera y dice que los aparatos se enloquecieron, llegaron los médicos y no encontraban solución, solo decían ‘se va a morir’, me pusieron electricidad y no reaccionaba, eso pasaba afuera, pero adentro me estaba ahogando, y en un movimiento de esos sale la voz de mi suegro: ‘Andrés, tranquilo, mueva el brazo izquierdo, ahora el derecho, mueva un pie, ahora el otro’, y empecé a nadar, él me empezó a guiar por unas fosas, y de un momento a otro me empujó y dijo ‘respire, que nos salvamos’, yo salgo, respiro y me despierto, y los aparatos vuelven a la calma, ahí quedé despierto.

¿Estar vivo es un milagro para usted?

Creo que todo es un milagro. En mi caso mi primer milagro fue mi matrimonio con Juliana Padilla, y mi hija, María Antonia, por ellas estoy vivo. Yo antes a mi esposa la quería normal, pero después del accidente es un amor que no hay palabras para describir lo que siento por ella, creo que ellas, junto con mi mamá y mi hermana, son las grandes sobrevivientes, porque cuando yo estaba en coma, estaba ‘vacaneado’, mientras ellas viviendo un real y duro drama.

¿Cómo ha sido ese nuevo comienzo?

Muy duro y doloroso, no solo para mí, sino para mi esposa, quien está afrontando todo sin quejarse. Yo llevo seis meses sin recibir un sueldo, yo no hago nada más que estar de papá y mamá y dedicado a la recuperación.

¿En ese proceso de recuperación cuántas cirugías le faltan?

Curiosamente Dios y Juan Mario están ahí. La médium le dijo a mi mamá: ‘a Andrés no lo vuelven a operar’. Todos los médicos me decían que faltaban 13 o 14 cirugías, y no ha habido necesidad. En los nervios donde me iban a hacer unos injertos se despertaron solos. Sumado a ello, me iban a operar del brazo hace 20 días. Llegué a Bogotá, me entubaron, me llevaron al quirófano, y cuando me fueron a anestesiar el médico empezó a revisarme, me mandó a hacer una radiografía, y el brazo estaba pegado, no saben qué ocurrió.

En la enfermedad y en la cárcel se conocen a los verdaderos amigos. ¿Le ha pasado?

Mis amigos se han portando muy bien, no tengo queja, en el tema político ya es otra cosa, pero uno sabe que no son amigos. Hay una frase de Juan Mario que es: ‘el arte de la política es el arte de hacer enemigos de verdad y amigos de mentiras’, entonces toda esta gente del barretismo cero, nada, ni una llamada, que se suponen eran los cercanos.

¿Lo han sorprendido?

Sí, quien se ha portado muy bien conmigo ha sido Carlos Edward Osorio, sin tener con él alguna relación o vínculo. Viene, me visita y hablamos. Yo tengo un proceso en la Fiscalía y me puso el abogado por cuenta de él.

CERO BARRETO

¿Lo decepcionan los Barreto?

Sí y no. Yo siempre fui la piedra en el zapato con Juan Mario. Ellos siempre pidieron mi cabeza, y él nunca se las dio.

¿Por qué el desamor de los Barreto?

Yo llegué a Juan Mario Laserna por Óscar, pero a ellos les gusta dominar todo y yo no le jugué a eso.

¿Usted dará su voto al Senado a Miguel Ángel Barreto?

Miguel Ángel es un gran ser humano, tiene una muy bonita familia, pero nunca votaría por alguien del equipo de los Barreto. Allá hay intereses personales, falsedad. ¡Ese equipo jamás!

¿Cómo va su relación con Ferro?

Bien. Nos hablamos, nos escribimos, me ha visitado. Cuando uno está como estuve, una visita uno la agradece en el alma. Que vengan a ver a un tipo tirado en una cama, ese esfuerzo uno lo valora; también vinieron Luis H. y Luz Amparo, pues independientemente de las embarradas, él es amigo mío.

Dicen que el que anda entre la miel algo se le pega. ¿Se la ha pegado algo de Luis H.?

No creo.

¿Logró cuoticas?

Sí, muchas. Juan Mario Laserna fue un político atípico, él no pedía nada, a mí era el que me tocaba sostener ese tipo de temas, entonces él me conseguía la cita, y uno era el que iba y ponía la cara y llevaba las hojas de vida.

¿Y esas corbaticas se han acordado de usted?

Sí, una que otra.

EN LA POLÍTICA

¿El accidente hizo de Andrés Restrepo un mejor hombre?

Sin ser malo antes, sí. El accidente me cambió la visión del futuro, de lo que viene, de la familia.

¿En esa visión del futuro la política está presente?

Creo que Juan Mario Laserna está influenciando en mí para que siga, y yo quiero. La gente no sabe lo grande que era Juan Mario y eso no puede seguir ahí, alguien tiene que coger sus banderas y ojalá que yo pueda ser merecedor de ese honor.

¿Le han endulzado el oído?

La verdad hubo alguien que se me acercó a decirme que debía aprovechar el tema de Juan Mario y el ‘pobrecito’. Que yo le podía ayudar a buscar votos, estando en la silla de ruedas.

PENANDO

Andrés, ¿por qué dice que Juan Mario está con usted?

Porque lo siento.

¿Realidad o sugestión?

Es muy real. De hecho todo empezó cuando estaba en la clínica recién salido del coma. Yo sentía demasiado frío en las piernas y una molestia en el oído, como si me pusieran un papel, y un día una médium contactó a mi mamá y le dijo que en uno de sus viajes se encontró con Juan Mario Laserna, que él tenía muchos mensajes y que no ha entendido que se ha muerto.

La señora le mencionó: ‘Él está muy preocupado por lo que le pasó a su hijo, está apenado, él no se va a ir hasta que su hijo esté bien y le está soplando las piernas y el oído porque él es cansón’.

¿Después de eso volvió a sentirlo?

Sí. La médium vino a mi casa hace unos dos meses, y apenas entró me dijo: ‘Aquí está Juan Mario Laserna’, lo señalaba y describía que hacía. Ella le hablaba y él me mandó unos mensajes unos muy generales y otros muy específicos que solo él sabía.

¿Cuáles?

Por ejemplo, me dijo: ‘Le manda a decir que cuide mucho la cachucha azul’. Y él único regalo físico que Juan Mario Laserna me hizo durante todo el tiempo que lo acompañé, porque él no era de ese tipo de detalles, fue una cachucha de los Yankees que me trajo de Nueva York.

¿Usted lo siente?

Yo lo siento permanentemente. El año pasado iba a hacer un negocio y él, no puedo decir que lo oí, pero algo me dijo que no lo hiciera. Yo no fui a Bogotá el día que tenía que ir y esa noche cogieron presa a la persona con que haría el negocio.

Igualmente con mi hija pasó algo muy extraño. En Navidad me regalaron la revista Dinero, donde a él le hacen un homenaje, y la dejé en la mesa de noche, mi hija lo había visto una sola vez en su vida, y me dijo: ‘Papito, ¿este señor por qué no lo he vuelto a ver acá?’.

¿Según usted, Juan Mario Laserna está penando?

Sí, y me lo dijo la médium. Él tiene muchos líos con el tema de la herencia, de la familia. Ellos están en un agarrón tenaz y la parte médica, me dijo la médium que a él le preocupa, porque yo, entre comillas, estoy así por culpa de él”, y él no se ha ido hasta que yo no esté bien.

Ella me dice que eso no es bueno, que hay que dejarlo ir, hemos hecho misas y oraciones para dejar que siga su camino.

¿Y su relación con la familia de él...

Nula. Mi único contacto es con su esposa, Christine Balling, que se ha portado muy bien. Ella está en Estados Unidos, pero mantiene pendiente de mí, me llama, me escribe y me mandó un neurólogo de Harvard solo a verme.

Credito
EL NUEVO DÍA

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