El patacón y el tostón

Podría decirse que se trata, en ambos casos, de la denominación tradicional que se le da al plátano, en forma de galleta crocante, que proviene de aplicar un doble procedimiento de cocción y fritura.

La diferencia podría estar en las costumbres regionales para denominar esta delicia, con el nombre de patacón en Colombia, y con el de tostón en Venezuela. 

Este acompañamiento de platos de tradición es común en los países caribeños. También se encuentra en el Norte de Perú, en algunas regiones de Bolivia y en Ecuador, sin que sea un plato tradicional. 

Lo que sí es claro para cualquier tendencia gastronómica es que las dos denominaciones del producto que comentamos, provienen del plátano, de la variedad tipo “hartón” y debe estar verde, para que los resultados no sean diferentes. 

Lo otro cierto es que, en Venezuela, por ejemplo, los tostones suelen consumirse rellenos, como también sucede en ese país con las arepas, mientras que en Colombia se degusta solo o, en algunos casos, con salsa “hogao” o con “suero costeño”. 

Por lo general, el patacón es acompañamiento de platos con pescados o con fríjoles. En el estado Zulia del país vecino, al sur del lago de Maracaibo, el patacón es un producto emblemático que se ofrece en ventas callejeras, de forma alargada, con queso blanco rallado, diferentes salsas, con carne, jamones, pollo a la plancha y con vegetales como la cebolla, el tomate y la lechuga. 

Es muy común encontrar variedades de rellenos entre dos patacones, o tostones, a pedido de los consumidores. Esta preparación es parte de una cultura de comidas rápidas. Resulta ser una variedad de sándwich y es el bocado típico y preferido en la mencionada región. 

No sobra repasar algunos hechos sobre la historia del plátano, para decir que este fruto, y sus muchas variedades, puede haberse comenzado a producir desde hace más de nueve mil años. Fue domesticado en Asia, en diferentes regiones, desde Nueva Guinea hasta el Valle del Indo en donde fue descubierto y utilizado por Alejandro Magno (353 aC-323 aC) para calmar el hambre de su inmenso ejercito esparcido en los bosques de Pakistán. 

El plátano llegó a China en el año 200 dC y en el siglo VI los árabes ya lo cultivaban en el Medio Oriente. Los comerciantes portugueses lo llevaron de África a Islas Canarias y, desde allí, el misionero español Fray Tomás de Berlanga (1487-1551) lo llevó a Haití, Santo Domingo, Panamá y a México. 

Una de sus variedades más importantes, el banano o habano, se extendió por Centroamérica. Fue conocido en Estados Unidos y su cultivo se fue convirtiendo en un símbolo de riqueza y poder. Este hecho fue bien interpretado por poderosas firmas de ese país que no dudaron en presionar por la deforestación de más de 500 mil hectáreas de selva tropical de nuestros países, para establecer plantaciones de banano, aún a costa de irreparables desajustes sociales.

En muchas de las culturas del mundo, y en sus tendencias religiosas, el plátano ocupa el lugar propio del regalo de los dioses y su empleo alimentario se considera como un don de la naturaleza.

Cómo hacer los patacones

Para preparar los patacones, lo primero que podemos hacer es retirar la cáscara verde que recubre el plátano y cortarlo en trozos transversales cada 3,4,5 cm, o también en sentido longitudinal por la mitad del fruto. Se recomienda aplicar un poco de grasa a las manos  para evitar que en estas se produzcan manchas negras. 

El secreto de los patacones está en cocinarlos apenas 4-5 minutos en abundante aceite a 300º C, hasta que doren solo un poco; luego se retiran del aceite, se dejan reposar unos minutos y se aplastan con la ayuda de un objeto plano, cubiertos con plástico por ambos lados. Posteriormente hay que volverlos a freír en el mismo aceite con temperatura superior (350º C) hasta que estén crujientes. Una buena práctica para lograr que los patacones queden tostados y saladitos es mantenerlos sumergidos en agua fría con sal y ajo, después de haberlos aplastado. 

uando pasan a la segunda fritura hay que tener cuidado porque los residuos de agua, al contacto con el aceite caliente, expulsan vapor y aceite que pueden ocasionar quemaduras en los dedos. Recientemente se comenzaron a producir moldes de madera o de metal para aplastar los patacones y dejarlos cóncavos, como un recipiente, con el fin de rellenarlos con salsas o preparaciones como carne desmechada de res o de pollo, camarones, trozos de pescado, entre otras. Los patacones planos, dependiendo de su tamaño, se pueden ofrecer con infinidad de cocciones y salsa encima. 

Estas pueden ser de aguacate (guacamole), chimichurri, hogaos, de tomates, de champiñones, queso rallado, suero costeño, y preparaciones con todas las carnes troceadas o deshilachadas, salchichas, chorizos, camarones u otros mariscos, carne de cangrejo. No olvidemos que un bueno y sustancioso caldo de pollo o de carne de res, servido con patacones dentro de la cazuela, con perejil picado, es un superplato encantador.

Credito
YEZID CASTAÑO GONZÁLEZ - TORONJILCANELA@YAHOO.COM

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