El respeto por la comida sana

Comida sana es la que se elabora con productos frescos, naturales y equilibrados, para garantizarle al cuerpo buena salud y entregarle calidad de vida con los nutrientes necesarios para su buen funcionamiento. Se busca, entonces, un consumo adecuado de proteínas, carbohidratos, vitaminas, grasas, minerales y fibras.

El mencionado equilibrio se requiere porque, fuera de la leche materna que se consume en los primeros meses de la vida del ser humano, no existe ningún alimento que pueda proporcionar las cantidades de nutrientes que necesitamos.

Como complemento a lo anterior existen recomendaciones de apoyo como son procurar unos horarios adecuados para la alimentación, cuidar las grasas visibles en las carnes, practicar el ejercicio frecuente; evitar alimentos procesados industrialmente y el consumo excesivo de frituras, evitar la reutilización de aceites y el consumo de comidas rápidas, entre otros.

Comienza en el siglo XX la industrialización de alimentos que alcanza su más alto crecimiento hacia los años cincuenta. Es cuando, a finales de la década de los años sesenta, las autoridades sanitarias de Estados Unidos comienzan a preocuparse por la falta de orientación al consumidor. Al inicio de los setenta se producen las primeras leyes que crean el sistema de etiquetado con información nutricional, y se hace obligatorio anotar en los empaques los contenidos de cada producto; esto incluye aditivos y elementos que se incorporen al proceso industrial, casi todos de origen químico.

Desde entonces comienza una carrera frenética por capturar consumidores, con la incorporación de información con palabras que sustentan una “transparencia” incierta que lleva al comprador a aceptar mayores precios por su ignorancia frente a anuncios improbables. Tal es el caso del uso irresponsable de etiquetas que anuncian, en unos casos, productos “sin hormonas”; en otros, un producto “natural. De esta forma, junto con el déficit de conocimientos del cliente, se logra construir un ambiente propicio para cobrar precios superiores. Viene después la moda de los productos “orgánicos” que, aunque es menester etiquetar previo cumplimiento de requisitos regulados, en muchas oportunidades se ha empleado este término en propagandas y promociones de manera engañosa. Igual práctica se impuso con el debate mundial sobre alimentos transgénicos; en ellos aparece, entonces, la conocida etiqueta de “no contiene” para permitir la introducción de atractivos saludables de difícil comprobación.

Ahora llega la moda del “no gluten” …y muy poca gente compradora de mercado sabe qué es el gluten, ni los efectos que causa. Lo que se busca es lograr que se deje de comprar todo artículo que no esté etiquetado con la frase “no contiene gluten”. Pues ese fantasma es una proteína que se encuentra en los cereales como el trigo, la avena, el centeno y la cebada que produce una enfermedad digestiva llamada “enfermedad celíaca”, que daña el intestino delgado y dificulta la absorción de nutrientes de los alimentos. Esta enfermedad ataca aproximadamente al 1% de la población europea y a uno de cada 133 habitantes de USA; es de muy difícil diagnóstico si no está el especialista al frente de los síntomas, y está asociada a componentes genéticos, lo que quiere decir que ataca solo a determinadas familias. En palabras sencillas y relativas al trigo, que es el mayor determinante del mencionado trastorno, el gluten es el elemento que aglutina la masa para hacer el pan, lo suaviza y le ayuda a elevarse durante la cocción. Cuando el gluten se elimina, al evitar consumir panes, galletería y pastas, por ejemplo, hay que reemplazarlo por otros alimentos que sustituyan las vitaminas y fibras que se están eliminando. Pero está de moda pedir alimentos sin gluten.

En Estados Unidos, según estadísticas, en el 30% de los adultos que tratan de evitar el gluten, el 60% de ellos, que son 55 millones de personas, no tienen riesgo de sufrir la enfermedad; sin embargo, en los restaurantes del país se pidieron en 2014 más de 200 millones de comidas sin gluten. Alan Levinovitz, profesor asistente de James Madison University y autor del libro La Mentira del Gluten dice: “…Pobre gluten. Sin comerlo ni beberlo, ha caído en el cesto de los conservantes, los aditivos, los transgénicos, el glutamato monosódico y otros demonios de la alimentación moderna, y hoy muchos lo sienten como una amenaza para la salud. A tenor de la explosión de productos que emplean su ausencia como reclamo comercial, cualquiera diría que esta proteína presente en el trigo, el centeno, la avena y la cebada puede causar daños en todos los seres humanos, cuando en realidad sólo es perjudicial para los alérgicos y los celíacos.” Con este boom de mala información, pronto veremos ofertas de agua pura, orgánica, sin gluten y sin transgénicos…

 

Locrio de trigo con longaniza:

 Una receta deliciosa como una alternativa al arroz diario. El sabor fuerte de la longaniza va perfecto con el trigo. Autora: Clara González (www.cocinadominicana.com)

Ingredientes para 6 porciones: 3 tazas de trigo, 6 tazas de agua, 2 cucharadas de aceite de aceite vegetal (maní, maíz o soya), 11/2 libra de longaniza, 1 taza de ahuyama cortada en cubitos (opcional), 1 pimentón rojo cortado en cubitos, 1 taza de tomates cortados en cubitos, 1 cebolla pequeña cortada en cubos, 2 dientes de ajo majado, 1 taza de salsa casera de tomate, 1 pizca de orégano, 11/2 cucharaditas de sal, 1/2 cucharaditas de pimienta, 3 - 4 ramitos cilantro picado.

Instrucciones: Remoje el trigo en el agua por, al menos, dos horas antes de cocinarlo. Elimine el agua sobrante del trigo, exprimiendo para deshacerse de la mayor cantidad de agua posible. En un caldero caliente el aceite a fuego alto. Sofría la longaniza hasta que dore. Baje la temperatura a medio y agregue ahuyama, pimiento, tomate, cebolla y ajo.

Cueza removiendo hasta que la cebolla se torne transparente. Agregue el orégano, sal, pimienta y la salsa de tomate y mezcle bien. Agregue el trigo y el cilantro y mezcle bien. Cubra con una tapa y cocine a fuego bajo por cinco minutos. Sirva acompañado de tostones (patacones) o torrejas de berenjena.

toronjilcanela@yahoo.com

Credito
YEZID CASTAÑO GONZÁLEZ

Comentarios