El azúcar de la remolacha

TOMADA DE INTERNET - EL NUEVO DÍA
La remolacha es una hortaliza que se considera originaria del norte de África y que fue creciendo de forma silvestre a lo largo de las costas de Asia y Europa.

En estos primeros tiempos, la gente comía exclusivamente la hoja y no, la raíz. Estas hojas tienen un sabor amargo similar a la acelga, pero son deliciosas y pueden prepararse como las espinacas o las mismas acelgas, siendo muy ricas en vitaminas y minerales. Normalmente es de color rojo, pero hay variedades con la raíz blanca o dorada. 

Roma Antigua fue una de las primeras civilizaciones que la cultivaron para utilizar sus raíces como alimento. Las tribus que invadieron Roma llevaron la remolacha a todo el norte de Europa donde la utilizaron al principio para la alimentación animal y después, para el consumo humano. Las investigaciones realizadas que se soportan en informaciones desde hace más cuatro mil años dan cuenta de la existencia de una planta denominada acelga bravía, de la cual se desprendió, por una parte, la acelga que hoy conocemos y, por la otra, la remolacha. Los habitantes del Mediterráneo comenzaron a consumir las hojas de las dos plantas, y la raíz de la segunda se empezó a utilizar como medicina para dolores de cabeza, especialmente. En los tiempos del Imperio Romano se consumían las hojas de la remolacha, hasta que en el siglo XV se incorporó a la dieta de los españoles y franceses, pero reservada al consumo del follaje. En el siglo XVI, el uso gastronómico de la raíz se extendió a Alemania y a Inglaterra. 

El azúcar de la remolacha comienzó a conocerse desde principios del siglo XVI a partir de los trabajos empíricos del autodidacta francés Oliver de Serres (1539-1619), quien descubrió que al cocinarse esta raíz se producía una especie de jarabe dulce. Su sabor dulce refleja un alto contenido de azúcar, lo que hace que esta amarantácea sea una importante fuente para la producción del mencionado endulzante. Pero, su auge es producto de los trabajos investigativos de Andreas Margrafe (1709-1782), químico alemán, que logra aislarla del vegetal, para después industrializar su producción, que se inicia en Polonia, en el siglo XIX. 

Hoy, la tecnología para la producción de azúcar está muy extendida a nivel mundial, y altamente modernizada, si se tiene en cuenta que su consumo es fundamental en el mundo entero. Afortunadamente, este vegetal tiene muchas posibilidades de ser utilizada, no solo como alimento humano, sino como comida para animales como lo hacían en la antigüedad y también, para la elaboración de colorantes y biocombustibles. 

En la cocina, las remolachas se cocinan al vapor, asadas, en olla a presión, se hierven, e incluso pueden consumirse crudas. Para su cocción, conviene hervirlas en agua salada sin haberlas pelado con anterioridad para que no pierdan color y sabor. Deben estar como mínimo, entre 45-60 segundos, según su tamaño. Cuando queden tiernas, la piel se puede retirar con facilidad y servirse como un plato, o troceadas y combinadas con otras hortalizas. 

En cuanto a la forma de cocinarla, el mejor método para disfrutar de una remolacha con toda la concentración de sus azúcares es asarla en el horno, envuelta en un paquete de papel de aluminio.

De esa forma, se condensa la dulzura de la remolacha y el vapor del interior del paquete la mantiene húmeda. Precaliente el horno a 180ºC (350ºF). 

Ensalada de remolacha con naranja y lechuga (Tomada textualmente del blog “hogar y ocio”)

“Ingredientes. Para la ensalada, 1 lechuga, 400 g de remolacha, 3 naranjas, 1 puñado de nueces peladas, 1 quesito de burgos. Para el aliño, 3 cucharadas de aceite, 2 cucharadas de miel, 2 cucharadas de vinagre de manzana. Comenzamos preparando el aliño. Se mezclan bien todos los ingredientes en una taza y se reserva. A continuación, pelamos la remolacha y la ponemos a cocer cubierta de agua (también la podéis comprar ya cocida). Cuando al pinchar esté tierna retiramos del fuego, escurrimos y dejamos que enfríe. Mientras, con un cuchillo, iremos pelando las naranjas y cortándolas en rodajas. Una vez que tengamos la remolacha cocida también la cortamos en rodajas y las vamos disponiendo en una bandeja alternada con las rodajas de naranja. Regamos con un poquito del aliño. Escogemos la lechuga despreciando las hojas de fuera, la lavamos y la escurrimos. Cortamos un poco la verdura y añadimos las nueces y el queso troceado. Aliñamos y colocamos esta mezcla sobre las rodajas de remolacha y naranja”.

Credito
Yezid Castaño González - toronjilcanela@yahoo.com

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