Cocina y Religión

La relación entre gastronomía y religión es muy evidente y bastante conocida. Las muchas enseñanzas de la Biblia y de otros libros sagrados para otras creencias están relacionadas con interpretaciones consolidadas a través de la historia, tales como el sacrificio de humanos y animales en honor a los dioses.

Algunas de ellas son la ofrenda del cordero, la abstinencia de la sangre de animales, la prohibición del consumo de la carne del cerdo, los preceptos de la alimentación kosher para la comunidad judía o la idea de que los insectos alados de cuatro patas son nauseabundos. De otra parte, el tema de los vegetales curativos algunas veces tiene que ver con tendencias de diferentes medicinas de tradición y otras, con fundamentos religiosos. (Gran Larousse de la Cocina, Los sacrificios de la antigüedad, pág. 1402).

Algunas pautas alimentarias de las religiones que existen en el mundo marcan en gran parte lo que comemos o dejamos de comer. A grandes rasgos, en el cristianismo, la misa, que simboliza la Última Cena, se considera como el rito litúrgico más importante; en la Eucaristía se ofrece pan y vino, como símbolo del sacrificio del cuerpo del hijo de Dios; tampoco se consume carne por Cuaresma ni los viernes de todo el año; los ortodoxos siguen estrictamente los días de abstinencia y no comen carne los días del año que marca la liturgia.

El islamismo considera la comida como un bien de Dios. El “Ramadan” es la fiesta religiosa más importante del mundo islámico, se hace en el noveno mes del año lunar musulmán. Implica que durante el día no se puede comer, tampoco beber, ni tener relaciones mientras haya luz del día. Al atardecer ellos realizan una comida que recibe el nombre de ‘iftar’, que significa romper ayuno, y que se convierte en una pequeña celebración. La ley islámica contempla que si hay transgresiones y son involuntarias o impuestas por las circunstancias se perdona al momento. Ellos no comen carne de cerdo, los sacrificios deben seguir una norma estricta, de cara a la Meca, y los animales se deben desangrar; no aceptan hacerlos sufrir con muertes violentas. En la actualidad no está permitido el consumo de bebidas alcohólicas.

El judaísmo considera que el camino a la espiritualidad está estrechamente unido a la alimentación. Las leyes que regulan la alimentación mantienen ‘Kosher’ (limpio) los alimentos, hay distintos grados de ‘Kosher’, y el más estricto es el ‘glatt’ o ‘badatz’. Los alimentos son puros o impuros y deben tratarse de forma especial. Las comidas impuras son el cerdo, el caballo, el camello, el conejo, la liebre y las aves carroñeras. Los puros son el cordero, la vaca, la cabra y las aves de corral. Los pescados puros deben tener aletas y escamas, no son puros el rape, el lenguado y los mariscos. Los animales se deben matar siguiendo una norma y con un cuchillo especial. Se desangran completamente porque la sangre es considerada impura. Antes de cocinar la carne hay que lavarla bien, hasta que el agua salga limpia. La carne y la leche no se deben cocer juntas y se sirven en vajillas separadas. Durante el Sabat no se pueden trabajar, ni cocinar, ni encender fuego. El momento de las comidas es muy importante porque rememora su historia y su tradición. 

Las religiones africanas, que son muy numerosas, tienen unos elementos comunes: los alimentos son considerados como símbolo de la unión entre cuerpo y espíritu, son signo de vida. Los ágapes y banquetes rituales son muy importantes y tienen un papel social muy fuerte, pues unen a los vivos con los dioses y sus antepasados. Hacen sacrificios y ofrendas simbólicas y rituales, en ágapes expiatorios de la comunidad. Las libaciones se dirigen a la madre tierra y de esta manera esta recibe parte de los alimentos o bebidas, representa la unión con ella y con los ancestros, muy presentes en la vida cotidiana del África. Hay muchos tabúes alimentarios que afectan principalmente a mujeres y niños, que varían según las etnias, las creencias religiosas, aún entre familias dentro de un mismo poblado. 

Para las religiones orientales, los alimentos son fuente de salud y equilibrio, y presentan una influencia sobre el carácter y el bienestar de las personas. Los alimentos se escogen según el equilibrio del Yin y del Yang. La armonía interna tiene que ver con los alimentos y la manera como se toman. Los alimentos Yin, como muchos vegetales, necesitan ser cocinados o condimentados con productos Yang, como son los xiles. Del mismo modo, si una persona está Yang, con demasiada energía, debe tomar comidas Ying para que la suavicen. 

En el Hinduismo las normas alimentarías están jerarquizadas. Así, el qué, el cómo, y con quién se debe comer, están determinados por la pertenencia a una casta, por sexo y por edad. De acuerdo con esta concepción, las comidas son puras o impuras según quien los toque y los coma. Existen alimentos permitidos y prohibidos en todas las castas para las mujeres, los niños y los viejos. Los brahmans tienen prohibido comer cebollas, ajos, puerros y setas y su comida no puede ser tocada por alguien de otra casta.

La vaca es sagrada; matarla es muy grave. El agua también es sagrada, la saliva se considera impura y puede contaminar la comida. La doctrina del budismo se basa en la persona y los factores de su existencia. No tiene reglas concretas sobre los alimentos, pero muestran una clara tendencia al vegetarianismo. No matar es un precepto porque creen en la reencarnación. Si se mata un animal se puede estar quitando una vida que quizás haya sido de un pariente.

 

Guiso de bacalao

 Para 4-6 personas compre un lomo de bacalao salado, una cebolla grande, 2 dientes de ajo, 2 pimentones rojos, 1 tomate, 1 cucharada de harina y aceite de olivas. Para su preparación hay que poner a desalar el pescado durante 24 horas, cambiando el agua cada 6 horas. Posteriormente se pone al fuego en un recipiente con agua fría y, cuando empieza a hervir, se reserva.

Entre tanto se cubre el fondo de una sartén con un poco de aceite de 0liva, se sofríe la cebolla cortada en trocitos pequeños y, cuando empieza a dorar, se añaden los ajos, los pimentones y el tomate. Después, al sofrito se le agrega la cucharada de harina, que se puede tostar un poco. Se le añade algo así como dos tazas del agua con la que se ha cocido el bacalao y se deja hervir a fuego suave.

Esta agua tiene la gelatina y el sabor del bacalao, y será la que le dé el punto de sabor al guiso. Cuando la salsa está lista, se añaden los trozos de lomo de bacalao sin espinas, y se tienen muy poco rato al fuego; solo lo justo para que se calienten y tomen el sabor del sofrito, y listo para servir.

toronjilcanela@yahoo.com

Credito
Yezid Castaño González

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