Revivir a las plazas de mercado

SUMINISTRADA – EL NUEVO DÍA
Con la palabra ‘plaza’ se identifica un espacio grande y descubierto, en el sector urbano de las ciudades, cualquiera que sea su tamaño o antigüedad, y útil a la comunidad en actividades diversas. La existencia de las plazas como lugares públicos se conoce desde años muy remotos.

En ellas se practicaron con libertad, funciones de comercio y descanso, de comida y de actividad política, como en el Ágora de los griegos. La plaza más antigua de las ciudades que fueron creciendo, por lo general, es la principal en la actualidad, a pesar de que las grandes ciudades del mundo tengan muchas plazas dentro del casco urbano. 

La actividad comercial que se desarrolló en las antiguas plazas siempre tuvo como ingrediente principal el suministro y mercadeo de alimentos. Pero, a medida que los mercados crecían, los mismos conglomerados trasladaron estas tareas a otros sitios de la ciudad, con facilidades puntuales, que dieron lugar a la creación de las plazas de mercado. Estas se complementaron gradualmente con edificaciones adecuadas, cubiertas y organizadas en áreas especializadas por productos, servicios públicos, parqueos y circulaciones especiales. 

En algunas ciudades, además de las plazas de mercado establecidas, la costumbre mantiene aún tareas de mercadeo de alimentos en sitios abiertos al público como sucede en París, en distintas vías públicas. Allí es especialmente famoso el mercado de la Rue Mouffetard, bellísimo lugar y muy visitado.

Muchas de estas plazas, para orgullo de los países y sus ciudades, son verdaderas joyas arquitectónicas. La mayoría acogen la doble actividad de mercado mayorista y minorista. Tal es el caso del Mercado Central de Argentina, el más importante del país, o el de Corabastos en Bogotá. Londres tiene, desde hace cincuenta años, en la orilla sur del Río Támesis, en el Centro, el más antiguo mercado de alimentos llamado el Borough Market, de mayoristas y minoristas, con áreas especiales de comida y verdadera excelencia gastronómica. 

Uno de los más imponentes del mundo es el Mercado de Barcelona, también en el Centro, cerca a las Ramblas, en pleno barrio gótico. Este, llamado La Boquería, data del siglo XII;  es el más grande de España y está cubierto con una imponente estructura metálica y su imponente entrada está adornada con el escudo del Ayuntamiento de la ciudad. Es un sitio de tradición turística, amable, de estilo bellísimo, y atendido por personas que han recibido los puestos de ventas de sus antecesores, por muchas generaciones. Tiene un completo pabellón de productos del mar denominado “La isla de los peces”, con magníficos embutidos y carnes procesadas, y allí se comen platos de alta calidad y con precios para todos los bolsillos. 

Otro ejemplo es la plaza Mercado Municipal de Sao Paulo (mercadao), bella edificación de estilo ecléctico en el centro histórico de la ciudad convertida, además, en importante centro turístico y de suministros para mayoristas y minoristas. Es una joya arquitectónica y es un placer visitarla, como en las anteriores, para pasar un buen rato con la comida de tradición.
En Colombia tenemos muy bellas piezas arquitectónicas en plazas de mercado como la de Honda, la de Girardot y de Mompox, así como la de Las Cruces en Bogotá, para no mencionar otras importantes como Bazurto en Cartagena, Paloquemado, Siete de agosto y Kennedy, en Bogotá. Lamentablemente, casi todas las plazas de Colombia requieren de atención sanitaria y de urgente restauración. Con decisión cívica y estatal esto será posible para, muy pronto, volver al placer del mercado tradicional, con diálogo entre comprador y vendedor, acuerdo de precios, tertulia de manera apropiada con una generación que ya aprendió de códigos de barras, empaques de plástico y cajeros electrónicos, pero que le hace falta volver el calor humano en la adquisición de su comida. 

Con mucha timidez, en algunas ciudades del país se han iniciado campañas para la reivindicación de las plazas de mercado, pero por algo se inicia. Las administraciones territoriales se han acostumbrado a mantener la situación de estos establecimientos en las condiciones acostumbradas sin fijarse en que un esfuerzo presupuestal revierte en satisfacción ciudadana. Algunos esfuerzos se han hecho en Bogotá y, desde la Presidencia de la República, se están dando las primeras puntadas para estructurar un modelo de recuperación de tan importante infraestructura social. La invitación es para regresar a las plazas de mercado y sus secciones de comida. Hoy hay muchas deficiencias, pero todo es susceptible de modernizar. 

Allí está la historia gastronómica del país y estamos obligados a recordarla y rescatarla. Hoy, Colombia es sede de muy importantes eventos gastronómicos como país de desarrollo y progreso. 

Debemos responder con nuestra auténtica cultura como la mantienen los países desarrollados del mundo y, en nuestro continente, como ya lo hacen México y Perú, países que no han dejado sus tradiciones en el olvido. 

Credito
YEZID CASTAÑO GONZÁLEZ

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