Sobresalga sin hacer daño a los demás

Sobresalir en uno u otro ámbito o actividad humana y recibir reconocimiento de quienes le rodean, es una expectativa y una meta de muchas personas que, no sólo es razonable sino positiva, porque puede actuar como una fuerza que le impulse a hacer más y mejor para así lograr los resultados que desea.

Sobresalir en uno u otro ámbito o actividad humana y recibir reconocimiento de quienes le rodean, es una expectativa y una meta de muchas personas que, no sólo es razonable sino positiva, porque puede actuar como una fuerza que le impulse a hacer más y mejor para así lograr los resultados que desea.

Este tipo de actitud puede significar la diferencia entre quienes se conforman con las cosas como les lleguen y dejan que los resultados los decida la “suerte o el destino”, o se imponen metas, retos, desafíos y, para lograrlo aplica toda su inteligencia y voluntad y se esfuerza para superar los obstáculos que encuentra en el camino.

Llegar a ser un gran deportista, el mejor estudiante, un excelente orador, el mejor médico, matemático, empresario, gerente, político, maestro, vendedor, modisto, plomero, etc, etc, son propósitos loables que deben estimularse y valorarse de manera especial.

No obstante, es preciso asegurar que estos desafíos no se convierten en obsesión dañina o, en procura de ellos transgredan principios éticos fundamentales y recurran a medios sucios como: mentir, hacer trampa, denigrar o “poner zancadilla” a quienes compartan similares propósitos y declare como amenaza en su camino.

Esta observación es pertinente porque, infortunadamente es muy frecuente escuchar personas convencidas de que, con tal de lograr su cometido, no importa a quiénes y cuántos destruya o aplaste en su camino y, pensando así, no escatiman comentarios y acciones destructivas que afectan a los otros, sin sopesar el grave daño que pueden hacer.  

Podría ser que esta táctica funcione en el corto plazo pero, más temprano que tarde, quien así actúa se pondrá en evidencia y, entonces, sólo recibirá menosprecio, desconfianza y rechazo de aquel entorno que pretendió engañar; de ello tenemos muchos y muy dolorosos ejemplos que ameritan profunda reflexión.

Es sano, entonces, estimular el espíritu de superación especialmente entre nuestros niños y niñas, así como en los jóvenes, en una perspectiva que les lleve a aplicar su mejor esfuerzo, sin que ello implique la formación de una actitud rabiosamente competitiva consigo mismo o con los demás, y sin que se caiga en el hábito insano de hacer comparaciones permanentes con los otros.

Basta que den lo mejor de sí, y que por sobre todo, entiendan que sus logros deben estar acompañados de honestidad, desprovistos de envidia y, mucho mejor, si son producto de un trabajo en equipo y de una actitud solidaria que les permita disfrutar no sólo sus propios logros, sino también los triunfos de otros.

Además, que entiendan que sus logros tienen sentido, sólo si le hacen una mejor persona; si, cuanto aprende en el camino que le ha llevado a ser mejor, lo comparte con otros, en un acto pedagógico amplio y generoso.  

De este modo, sus logros podrán trascender, y la satisfacción por ellos no será sólo suya sino, también, la de muchos otros que conservarán en su retina y en su corazón, la memoria de alguien que dio lo mejor de sí, no como un acto de egoísmo sino imbuido de altruismo, porque entendió que la comunidad que le rodea se beneficiaría con ello.

Credito
MARTHA CRUZ Especial para EL NUEVO DÍA

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