Ofrezca un trato amable a los demás

Es posible que con frecuencia usted se pregunte por qué ciertas personas no cambian, o porque en algunos sitios la gente no atiende bien o por qué hay personas tan fastidiosas a la hora de relacionarse con los demás.

Seguramente se hace esas preguntas cuando una persona le incumple las citas o cuando entra a un lugar y no responden su saludo o tal vez cuando escucha a alguien gritar a otros. Aquí cabría preguntarse ¿cómo trata usted a los demás? Si la idea es que tengamos una convivencia más amable, debemos empezar a cambiar aquello sobre lo que tenemos poder y esto es: sobre nosotros mismos.

Cambiar a los demás no es cosa fácil, ni siquiera aquellas personas con quienes convive diariamente en su familia y, así le fastidien muchos comportamientos de los otros, tiene que tolerarlos; pero es importante recordar que por lo general los demás lo tratarán de la misma forma que usted los trate a ellos. Si usted da agresividad, recibe agresividad, si ofrece una sonrisa recibe amabilidad, y así sucesivamente.

Entonces, si quiere una familia, unos compañeros de trabajo o unos vecinos más cordiales, deberá esforzarse para actuar correctamente y tratarlos de manera respetuosa y amable, pues su ejemplo y persistencia puede inducir el cambio en otros, así sea poco a poco.

Debe igualmente estar preparado para que estos cambios se den muy lentamente y no puede desfallecer, pues lo más fácil es decir: “Si mi vecino grita mucho, yo grito aún más para que sepa lo que es bueno”. Grave error, con ello sólo conseguirá un vecindario más difícil y menos solidario.

Los comportamientos positivos deben ser lo normal y no sólo en las relaciones con amigos y familia; tratar bien a los demás debe ser una constante. Entre más alto sea su cargo o jerarquía, su responsabilidad social será mayor y deberá dar ejemplo a sus subalternos. Igualmente el que tenga una posición económica de mayor solvencia no le da ninguna prerrogativa para maltratar a quienes no la tienen, como tampoco el ser de un estrato social superior le da derecho para atropellar a quienes no son de igual nivel.

Tómese un momento para reflexionar y piense cómo es el trato que usted le da a los demás; cómo es el vocabulario que usted maneja y cuáles sus gestos. Tal vez la forma dura de mirar, el tono fuerte de su voz y las palabras agresivas que utiliza generan en los otros respuestas similares. Recuerde que la comunicación no verbal dice mucho más que las palabras. Un “Gracias” pierde su significado cuando suena mecánico y ni siquiera se levanta la mirada para decirlo a quien le ha hecho un servicio.

Si siente que las demás personas no son tan amables con usted como quisiera, pregúntese cómo es la forma en que usted se relaciona, es posible que usted sea quien propicia esos comportamientos.

macruztol@yahoo.com

Credito
Martha Cruz

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