Carguero caucano le apuesta en Ibagué Semana Santa a la

FOTOS JORGE CUÉLLAR - EL NUEVO DÍA
A Gerardo Vivas, un docente de lengua castellana, la Semana Santa no solo le permite recordar los momentos cumbres de la obra que Jesús vino a cumplir a favor de nuestra salvación, sino reencontrarse con una de sus mayores pasiones, ser carguero.

Gerardo Vivas Paz tiene 64 años y desde los 22 es carguero del Santo Sepulcro, uno de los mayores legados que heredó de su padre.

Esta tradición aprendió a amarla desde muy niño en su tierra natal, Cauca, viendo a su progenitor y vecinos arreglar con esmero el paso.

Radicado en Ibagué desde hace varias décadas, cada Semana Mayor emprendía su viaje a casa para cumplir su misión, pero hace 15 años un motivo de fuerza mayor se lo impidió.

Precisamente fue ahí donde vio una oportunidad de aplicar lo que siempre vio en casa: unos pasos bellamente adornados y unos cargueros orgullosos de llevar su peso sobre los hombros.

“Me fui a la procesión del Santo Sepulcro y lo único que vi fue un cajón en medio de una montonera de gente, y me formulé el propósito de hacer algo parecido a lo que siempre observé en mi pueblo”, dijo.

Así fue que empezó a pulir cada detalle de este paso, de la parroquia San Juan Bautista. Él mismo talló la base, la decoró y compró la imagen que hoy miles veneran, y que junto con 15 hombres más cargan cada Viernes Santo.

Y ahora ¿qué?

Su deseo de hacer del vía crucis todo un ‘espectáculo’ lo llevó a emprender este año un nuevo proyecto: hacer brillar el paso de la Virgen.

Aún no sabe cuántas Semanas Santas restan para que La Dolorosa luzca como la de la procesión de Popayán, ni cuánto dinero tendrá que invertir, pero sí está seguro de que no escatimará esfuerzos, y de que “Dios me dará vida y licencia para lograrlo”.

Con el adelanto que entregará, en la procesión las damas cargarán la imagen actual en una nueva base, elaborada en roble y pino, adornada por cuatro jarrones, decenas de flores y 12 gigantes cirios, en la que lleva trabajando varios días, de la mano de su cómplice, su hijo menor, Javier.

El proyecto llegará a su fin, con la adquisición de La Dolorosa, que mandará a elaborar en Pasto.

Esta inversión de tiempo y dinero es para Gerardo un símbolo de fe, amor y agradecimiento al Todopoderoso por sus bondades.

Credito
REDACCIÓN SOCIALES

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