Carmen, la hada madrina de los niños del parque ‘Galarza’

JORGE CUÉLLAR - EL NUEVO DÍA
Un trabajo constante y valiente en favor de los niños de zonas vulnerables, adelantado por una ibaguereña espera ser reconocido en el Premio Cafam a la Mujer. La dama tras esta obra es llamada “loca” por buscar cambiar vidas.

En medio de árboles, comerciantes informales, indigentes y mujeres que venden su cuerpo a cambio de un par de monedas, Carmen Adriana Trujillo Pinilla encontró la respuesta a sus oraciones.

Ese mensaje vino convertido en un niño, no mayor de siete años, de mirada pícara y melancólico sentado en un muro del parque Andrés López de Galarza, lugar al que esta ejecutiva ibaguereña llegó por casualidad un domingo, y del que quedó cautivada al ver correr decenas de ellos, muchos sin el acompañamiento de sus padres.

Dicho infante, según recuerda, se le acercó y le contó su único sueño, que era simple: tener un gatico para que fuera su mejor amigo. Minutos después de su conversación este se marchó, pero regresó pronto con una camada en brazos: supuestamente, los había encontrado en la basura.

Ver la alegría reflejada en el rostro de este pequeño fue para Carmen Adriana como una sacudida, en la que hizo la lectura de que si ese niño estaba buscando un animal a quien proteger, ella por qué no podía hacer lo mismo, pero con los niños que veía corriendo peligros y cultivando malos hábitos.

Tiempo después, ya no con una intención sino con una obra, su Fundación Escuela Hogar Torrefuerte, retornó a este escenario para poner en marcha su programa piloto de refuerzo escolar y deporte, enmarcado en sus proyectos ‘Culturiando por los parques’ y ‘Aulas de acompañamiento y refuerzo escolar’.

En este punto, viene desarrollando la función que se trazó en 2010, cuando constituyó su organización sin ánimo de lucro, y que arrancó con pie firme, luego de recorrer la invasión Portal del Oasis, donde terminó de darse cuenta de la realidad que vive una alta proporción de la niñez: sin estudio, desubicados y abandonados por sus padres.

Trabajo con las uñas

Ubicada en el mismo muro donde años atrás pensó en ayudar, Carmen Adriana cuenta que se siente realizada de poder devolver con sus acciones algo de todas las múltiples bendiciones que Dios le ha dado.

Por ello todos los días sale temprano de casa en busca de sus ángeles, como llama a los corazones caritativos que la han apoyado, y a los niños que están prestos a aprender.

De la Séptima etapa del Jordán, donde tiene sede su fundación, se dirige al parque ‘Galarza’, donde algunos la ven como “una hada”, y no es para menos: los niños que se han impregnado de su esencia la esperan para oír sus enseñanzas.

Los escucha, les habla en propositivo, les lee cuentos, les enseña a pintar, a leer, a escribir, y con la ayuda de voluntarios a cantar, a tocar instrumentos y a jugar fútbol.

Su técnica es descubrir en cada pequeño su potencial, su verdadero yo, con disciplina, constancia y “ganas”, pues está segura de que en ellos puede haber otro Oprah Winfrey, James Rodríguez, Ralph Lauren, George Soros y Kirk Kerkorian, famosos que llevan a cuestas historias de pobreza y necesidades.

Borrándoles de sus mentes que vienen marcados para ser “delincuentes”, como algunos se lo han dicho, ha logrado ganarse su confianza a tal punto de involucrarlos en sus procesos de enseñanza enfocados en valores.

Al principio, el lugar de las reuniones era una mesa amarrada a un contador de la luz, y a medida que el grupo se ampliaba esta era reemplazada por el pavimento. Todos se sentaban en el piso para hacer volar su imaginación y así plasmar en hojas sus dibujos o trazar en cuadernos viejos esas palabras que iban empezando a conocer.

En un comienzo Carmen Adriana estuvo sola, luego su entusiasmo fue llamando a otros profesionales interesados en contribuir, entre ellos los estudiantes de Uniminuto, como parte de la materia de Responsabilidad Social, pero conforme pasan los meses, ese grupo colaborativo se va reduciendo, por falta de tiempo y dinero.

Ahora las clases y las jornadas de refuerzo escolar se cumplen todos los días desde las 10 de la mañana en un salón instalado en el centro del escenario lúdico, y que pertenece al Gobierno local, al que graneado se van acercando los pequeños para que la “profesora” como le dicen, y su equipo, les ayuden con sus tareas.

La improvisada aula escolar, comenta, es una invasión. Hasta cuando no le sea autorizada la solicitud efectuada a la Gestora, “corro el riesgo de desalojo”.

La poca ventilación, el reducido espacio y los malos olores son situaciones a que ha tenido que acostumbrarse, y lo hace con tal gusto “que ya se siente cómoda” y lo refleja en su rostros de satisfacción.

Un camino con espinas

Esta noble y desinteresada labor no ha sido tarea sencilla. Carmen Adriana, además de invertir las ganancias que le deja su empresa, se expone a ser objeto de insultos y hasta de agresiones, de parte de esos a quienes intenta ofrecer un mejor futuro.

Algunos de los niños y familiares que se rehúsan a ingresar a su colectivo le gritan improperios y le lanzan piedras pretendiendo que se aleje y no regrese; por increíble que parezca, en ocasión también lo han hecho quienes están recibiendo sus consejos; pero no le importa y lo entiende como un “arranque de ira o pataleta para expresar cuando no están a gusto”. Ante esto, en vez se sentirse defraudada, los calma tratándolos con dulzura.

Ella cree que su actitud es un reflejo de lo que ven en casa, en su entorno. Un entorno inseguro, al que esta profesional llegó sabiendo a qué se exponía, y del que sigue pensando puede cambiar.

“La gente me dice que me aleje, que es peligroso y les respondo: ‘¿Pero por qué no hacemos nada para que deje de serlo?’. Estamos en la estrategia de criticar, mas no ser parte de la solución. Aquí hay seres muy valiosos, solo necesitan una oportunidad y se las estoy dando”, advierte.

Con voz dulce dice que jamás se arrepentirá de apostar a aquellos niños que sienten que no hay una oportunidad, que son rechazados, juzgados y calificados de no “servir para nada”, ya que la experiencia le ha demostrado que el trabajo con amor y paciencia sí puede cambiar vidas, y que como le repite a los infantes, tan solo “basta con esforzarnos y aprovechar el tiempo libre”.

Sin complejos del qué dirán

Dar rienda suelta a sus acciones, que han tenido reconocimiento del Ministerio de Cultura, que el año pasado le financió dos proyectos musicales -‘El poder de la música como elemento de transformación social’ y ‘El primer encuentro de comunas canta mi tierra’-, que lograron desarrollarse en 11 barrios de Ibagué, le ha valido junto a los aplausos, y hoy un cupo a disputarse el Premio Cafam a la Mujer, al ser postulada como Mujer Cafam Tolima, críticas y el calificativo de “loca”.

Tildarla de no estar cuerda, hasta por su propia familia, por dedicar su vida a trabajar por seres que no tienen algún vínculo con ella, en lugar de restarle ánimos le dan más ganas de seguir adelante, porque su esfuerzo ha valido la pena: “Están aprendiendo y sintiendo que tienen talento, que son estrellas”.

Mientras espera que más personas se vinculen a su causa y que se anuncie a la ganadora del galardón (el 7 de marzo próximo) Carmen Adriana ora para que sus hijos, quienes hoy no creen en su obra, se apropien de ella y la amen, para que el “día que parta de este mundo la sigan”.

Credito
SANDRA PATRICIA LOMBANA M.

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