Compartir al Maestro pone sus ojos en una ibaguereña

El 26 de mayo en Bogotá se efectuará la entrega del galardón, que premia a esos profesores que con sus enseñanzas ayudan a construir un país más justo y educado.

Una ibaguereña está entre los ocho finalistas al ‘Oscar’ de los docentes: el Premio Compartir al Maestro. Se trata de Martha Lucía Gutiérrez Sáenz, quien con su pasión por la literatura está cambiando la vida de las estudiantes de Décimo y Undécimo de la institución educativa Liceo Nacional, gracias a la implementación de su proyecto ‘La experiencia de la lectura en la transformación de la oralidad y la escritura’.

La propuesta que la tiene como candidata empezó en 2013, como un proyecto que permite crear condiciones propicias para la promoción de la lectura crítica, la escritura auténtica y la reflexión.

A esta iniciativa llegó gracias al estudio del lenguaje con el colectivo Red Pido la Palabra, en el que descubrió la secuencia didáctica como una posibilidad para alcanzar metas de aprendizaje, dando así pie al diseño de estrategias y condiciones para que las 38 niñas a su cargo se reencontraran con las letras y hoy sean promotoras de la buena literatura.

Gran ingenio

Junto con los padres de familia, la maestra finalista del Premio Compartir adecuó una sala especial, en la que cada espacio es inspirador. En ella, de la mano de Daniel Pennac, con su libro ‘Como una novela’, y su entrevista ‘No tengan miedo de los libros’, fue llevando a las estudiantes a encontrarse con los derechos imprescriptibles del lector, sumergiéndolas en el mágico e inquietante mundo consciente de la lectura.

Teniendo como mediadora a su maestra de lengua castellana, fueron asumiendo su rol verdadero y auténtico de jóvenes entusiastas por el universo de las letras, que las llevó a entregarse a la lectura del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.

Con pasión y deleite efectuaron un exhaustivo análisis del prólogo para poder hacer la apertura de la obra, este ejercicio desarrollado en el aula fue registrado de manera sistemática y organizada en sus cuadernos, a la par que surgían múltiples interrogantes que se convirtieron posteriormente en La Guía de Navegación por el Quijote, y a través de la cual cada una de las participantes encontró la Dulcinea, el Sancho Panza y el Quijote que “vive en mí”.

Cuenta la mentora y guía que para hacer un verdadero viaje, fueron develando cada uno de sus secretos, teniendo en cuenta varios aspectos desde el análisis de la portada, para revisar la construcción armónica, centrada por un grabado emblemático, pero sin que destaque el elemento más característico del libro ni el nombre del autor.

Pasos de gigante

En una siguiente fase, y con las estudiantes deseosas de reencontrarse con un gran autor, la profesora Martha Lucía las acercó a Jorge Luis Borges con su texto titulado ‘Borges y yo’, luego de una minuciosa búsqueda por la vida y obra de este escritor argentino.

Pero como el plan era transformar, el ejercicio no se quedó solo en la lectura y en la lluvia de interrogantes, sino que cada una de las educandas hizo sus propias interpretaciones y reacciones, que terminaron en la construcción de un escrito dialógico entre lo que cada una es y lo que descubrió que está en ella y no es evidente pero que existe “su otro yo”, es decir, esta lectura las llevó a una catarsis que permitió superar miedos y problemas, y en la que cada una quería transmitir su esencia.

Con todo este proceso, en el que sus pupilas no solo leen, escriben, debaten, y actúan sino que se han convertido en promotoras del arte de leer, la docente logró evidenciar que la apropiación de la escritura requiere de la interacción de todas las actividades del lenguaje al servicio de la producción de significados, “entendiendo que para escribir necesitamos mucho más que coherencia, adecuación y cohesión. También hace falta ingenio retórico, saber seducir al lector, para tentarlo con la prosa, tener claro lo que deseo decir y como decirlo”. 

Credito
REDACCIÓN SOCIALES

Comentarios