La distribución de agua en Ibagué, ¿con trato preferencial?

EL NUEVO DIA
El ex concejal Luis Betancourt Claros hizo público un panorama de la distribución del agua en Ibagué en que se notaría improvisación en la construcción de las obras para expansión del servicio durante las últimas décadas.

El invierno ha servido de justificación para la Alcaldía de los continuos cortes de agua en la ciudad, pero hay quienes aseguran que esa es sólo una parte del problema.

El ex concejal y ex precandidato a la Alcaldía, Luis Betancourt Claros,  presentó un análisis de la situación del servicio.

Denuncia que las fallas en el diseño del sistema de tanques de distribución llegan a privilegiar zonas de estratos altos como El Vergel, mientras otras populares como la ciudadela Simón Bolívar sufren los cortes.

Betancourt suministró un diagrama de la red, en que se ve una conexión directa entre el tanque de la Pola y el ubicado en Ambalá, que le provee agua a El Vergel, siendo el más grande de la ciudad con 10 mil metros cúbicos.

Añadió que el de Amabalá además de ser el más grande cuenta con la línea de conducción más ancha de todas, de 20 pulgadas que, dijo, en caso de abrir la válvula el Ibal para este desocuparía rápidamente el tanque de La Pola afectando los demás distritos hidráulicos.

Los otros tanques tienen que compartirse el agua, estando a su vez muchos concentrados en el centro de la ciudad.

El segundo tanque más grande del municipio con cinco mil metros cúbicos, está en Piedrapintada.

De este depende la ciudadela Simón Bolívar, pero es alimentado con los reservorios de cuatro mil y dos mil metros cúbicos de las calles 29 y 30, de los cuales se alimentan reservas más pequeñas para mirolindo y Picaleña.
Desorden

Para Luis Betancourt, la situación de desequilibrio en la red por el desorden en la creación de tanques comenzó desde hace tres décadas cuando Ibagué era más pequeña, y no había crecido aún hacia la periferia sobre los barrios del sur, Picaleña y El Salado .

“Cada administración vino creando tanques en los sitios donde se iba concentrando la población y nunca proyectaron una red moderna de acueducto y alcantarillado”, anotó.

Al preguntársele por qué es diferente el diagrama que él presenta con el del Ibal, dijo que su documento es “la distribución real de la red primaria”.

“Es bueno que los ibaguereños conozcan la realidad, que tenemos una red obsoleta, que no va acorde con las necesidades de una ciudad que debe crecer y sobre todo que queremos sea industrial y comercial”, afirmó.

Claros mostró su preocupación por el ‘río’ de contratos directos del Ibal para obras pequeñas de reparación de tuberías.

“Los gerentes no están pensando crear una empresa sólida, equitativa y que le dé la oportunidad a la ciudad de crecer”, expresó.

Por último, presentó como alternativa para el inconveniente con los tanques volver los distritos hidráulicos más cortos y eficientes para que en caso de presentarse un daño “no se perjudique a muchos ciudadanos”.

Servicio, ¿en manos de “valvulero”?
Entre los cuestionamientos que existen al Ibal figura la compra de válvulas inteligentes para manejar los niveles de los tanques de almacenamiento.

La situación actual de interdependencia de los reservorios así como el desequilibrio en su tamaño y ubicación haría, posiblemente, ineficaz o simplemente imposible de utilizar un sistema automático como ese.

Por este motivo, el llamado “valvulero” del Ibal se ha convertido en un personaje clave y hasta mítico en la ciudad. Guardaría con recelo la información sobre el manejo de las llaves de paso de la tubería, y se han escuchado comentarios sobre que hasta empresarios le hacen “lobby” para que en épocas de escasez les envíe agua.

EN SÍNTESIS

Las finanzas del Ibal tampoco nadarían por buenas aguas. Luis Betancourt encuentra que es urgente revisar los costos burocráticos del Ibal, que terminan reflejándose en la factura de los usuarios.

Por ejemplo, mencionó que los puntos de atención al usuario, PAS, causan gastos demasiado altos por el pago de servicios, empleados, arriendo y facturación, que se convierte en un costo fijo, cuyo único ‘respiro’ económico es el pago que Interaseo S.A hace al Ibal por facturarle paralelamente el aseo.

Sobre la capacidad de las plantas de tratamiento, calcula que está en un 80 por ciento teniendo que subir a un 90 por ciento para poder ofrecer los mil 750 litros por segundo que le entran del río Combeima.

Las pérdidas de agua es otro costo adicional que según él está hoy en el 35 por ciento y debe reducirse para que no se afecte al usuario, a quien ni los cortes de agua le convendrían para bajar la facturación, pues Betancourt comentó que el aire del que se llena la tubería al momento de pasar por los medidores de los hogares sí marca como consumo.

Propone embalse

La construcción de un embalse en la parte alta de la cuenca es la alternativa que plantea Luis Betancourt para segurar el servicio evitando que sea impactado por el invierno constantemente.

“La ciudad debe tener agua en reserva, Bogotá tiene los embalses de Chingaza y San Rafael con agua para 30 años. Nosotros podemos hacerlo, tenemos 15 mil hectáreas en la montaña que son del Municipio y construirlo no nos costaría mucho. Iría en línea directa hasta los tanques de La Pola y bajaríamos los costos”.

Al preguntársele sobre los dineros para una obra de tal magnitud habló de presentar el proyecto al Fondo Nacional de Regalías. “Debe ser por más de 300 mil millones de pesos, o puede pensarse en un empréstito. De las transferencias a Ibagué le va a llegar en los próximos cuatro años 30 mil millones de pesos y si lo proyectamos a 15 o 19 años tendremos más de 120 mil millones de pesos disponibles para el embalse y optimizar la red”, anotó.

Acueducto alterno, ¿ni en el 2018?

El proyecto del acueducto complementario arrancó en 1997, con un costo proyectado de 33 mil millones de pesos para construirse en dos fases y entregar 800 litros de agua por segundo, pero en el año 2000 se presenta una avalancha que dañó la bocatoma del río Cocora.

Luis Betancourt recordó que hoy la iniciativa, reactivada en 2008, está estancada en su primera fase por un costo de 19 mil 500 millones de pesos, que le entregaría a la ciudad 400 litros por segundo de agua, la mitad para los barrios del sur y el restante para la planta de La Pola, pero para él es posible que ni en el 2018 pueda ser terminado el proyecto.

El Municipio, dijo, no tiene presupuestado ni proyectado el costo real de la obra, ni existe el compromiso del Gobierno nacional sobre cuánto son los recursos que aportaría.

Esto ocurre cuando falta por instalar la línea de 6.8 kilómetros de tubería hasta la planta de tratamiento que aún está por construir en el barrio Boquerón, y el Municipio no tiene proyección del costo de su administración ni de los costos fijos e imprevistos del proyecto. También está pendiente la interconexión entre tanques.

Credito
REDACCIÓN LOCAL

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