Un Claret lleno de sueños

JORGE CUÉLLAR - EL NUEVO DÍA
Aunque en su parque se reúnen varios personajes mitológicos de nuestra cultura, esperan que los proyectos que tanto anhelan no sean tan solo un mito.

En 1957 inició la fundación del barrio Claret, que goza de una ubicación estratégica para el crecimiento de la capital tolimense: está a pocos minutos de lugares como el Estadio, la Universidad del Tolima, el hospital Federico Lleras Acosta, el cementerio San Bonifacio, el coliseo de ferias, dos plazas de mercado y el centro.

El arzobispo español Antonio María Claret sirvió de inspiración para que los devotos de la comuna 10 nombraran así su parroquia, de ahí otorgar el nombre de Claret al sector donde residen, y que celebra este año su aniversario 58.

Beatriz Villarreal, quien en unas semanas tendrá 84 años, narra que cuando llegó a vivir con su esposo donde actualmente reside, los terrenos tenían un cerco de alambre, las vías eran en tierra, y apenas se iniciaban las construcciones de los vecinos, comprando así el lote al municipio por cerca de 15 mil pesos, llegando a convertirse en una de las fundadoras del barrio.

Beatriz recuerda con sentimiento cómo la misma cuadra en la que está su vivienda antes estaba dividida por una quebrada conocida como El Sillón y en su alrededor había muchos árboles, que con la canalización en 1983 fue cambiando el paisaje, pero en la actualidad se presentan graves inconsistencias, ya que se convirtió en un alcantarillado de aguas residuales; ahora necesita una regeneración, ya que cuando llueve colapsa.

Debido a esta situación nació Corposillón, bajo la dirección de José Walter Blanco, otro de los habitantes del Claret, quien asegura llevar alrededor de 50 años viviendo en el lugar, animando a la comunidad para buscar soluciones a las diferentes problemáticas, al considerar que los vecinos suelen ser unidos.

La mayoría de vecinos, al hablar de su sector, nombra la labor que cumplió la señora Ligia Castro Niño, quien falleció en 2014; la recuerdan como una líder incansable que llegó a ostentar el título de ‘La novia del Mohán’, por su cuidado al parque que recibe el nombre de este mitológico personaje.

Lugares representativos

No solo el parque es lugar de referencia: también están el colegio Leonidas Rubio Villegas, el hogar infantil Picardías, la parroquia Antonio María Claret, y el auditorio Monseñor Flavio Calle Zapata.

El barrio está rodeado de importantes colegios públicos, convirtiéndose en un sitio ideal para la formación de jóvenes, destacando la llegada en 1985, de los ‘leonidenses’ a su barrio, que tras su larga lucha por un local propio lograron que la Asamblea les concediera el terreno que colinda con el politécnico Luis A. Rengifo, además que el Leonidas es reconocido por sus primeros puestos en los resultados de las pruebas Saber-Pro, anteriormente Icfes.

El barrio, al no contar con un salón comunal, demanda los servicios de la Iglesia Católica, que les presta el auditorio Flavio Calle Zapata para que se realicen actividades de tipo comunitario.

Parque El Mohán

El personaje mitológico de más importancia en la cultura Tolimense tiene su propio parque en el barrio y lo acompañan otras figuras como La Madremonte y El Silbador, elaboradas en 1976 por Mercedes Méndez, al igual que La Patasola y La Candileja, que desaparecieron por la delincuencia que ha azotado el lugar.

El parque El Mohán, como es conocido, está en la calle 28 con carrera Segunda, y aunque allí se han hecho varios proyectos para su recuperación, en la actualidad presenta abandono, ya que los habitantes temen exponer a sus hijos por la inseguridad que se presenta.

A pesar de que antes se había solicitado crear un CAI policial contiguo al parque, manifiestan los vecinos del sector, la rectora de la institución educativa Darío Echandía, que colinda con el terreno, se opuso manifestando que podría presentar peligro para el colegio. En el momento algunos líderes expresan que la presencia de la policía ha disminuido.

Jaime Alejandro Rosario, habitante del barrio, afirma, “me críe en este sector, y a pesar de las problemáticas comunes de Ibagué es un barrio tranquilo. Lo que sí nos entristece es que los niños no tienen un lugar apropiado y seguro para que jueguen y se recreen”.

Credito
HERYK FARFÁN

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