Ibagué, espíritu musical

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Aunque algunos lo duden, Ibagué conserva intacta la reputación como Ciudad Musical de Colombia. El esplendor artístico del siglo XIX en la capital del Tolima sembró hondas raíces en generaciones enteras que se han entregado a la música.

Han pasado 150 años desde que el viajero francés Conde de Gabriac emprendiera un largo periplo por las países andinos. Tal como lo documentó el historiador Álvaro Cuartas, el ciudadano europeo quedó encantado con la agitada movida musical ibaguereña de entonces, es por esto que dedicó especial atención en algunas de sus crónicas a esta región del centro del país. Dada su sensibilidad musical, inició una fama creciente de la que todavía goza la capital tolimense: Ciudad Musical de Colombia.

La tradición oral da cuenta de una herencia que hoy se conserva. Para 1886, según las crónicas de Gabriac, en Ibagué los tiples, la carrasca, la bandola, las tamboras y las cañas eran interpretados por agrupaciones de orígenes indio y mestizo por doquier, al igual que serenatas nocturnas, de ahí la reputación de aquella minúscula ciudad del interior colombiano. 

Una fama centenaria que hoy continúa haciendo eco en todo el país e incluso, en el continente entero.

Hoy, cuando se cumple el año 466 de Ibagué, los ibaguereños festejan no solo la fecha, sino las virtudes de los artistas locales que dignifican la tradición y legado en Ibagué.

Los desencantados han declarado que con la entrada de una nueva era y con ello, de nuevas corrientes musicales, la música de cuerda que tanto reconocimiento le ha dado a la ciudad, está desapareciendo y sus exponentes se han reducido de forma  dramática. Hay otros románticos que sostienen con obstinación que la ciudad intenta día a día sostener el pálpito de esa reputación y han conseguido conquistar a los jóvenes. 

Justamente, los nostálgicos anacrónicos, unos viejos y otros jóvenes, cautivan la zona céntrica. Se podría decir que hoy existe un ocasional refugio de nacientes, talentosos y modestos artistas ibaguereños que disputan un lugar en el siempre reñido mundo musical y cultural. 

La carrera Tercera

Un sinnúmero de artistas callejeros ocupan el principal corredor peatonal de la ciudad para exponer algo de su talento y, por supuesto, obtener algunos ingresos que les permita sostenerse o costear sus estudios profesionales. Pues bien, las tardes ibaguereñas se amenizan poco a poco, minuto a minuto con géneros como rock, jazz, bolero, andino, entre otros.

No se equiparan, pero quizá hoy Ibagué podría guardar similitud con Nueva Orleans. Son momentos, tradiciones y protagonistas diferentes, pero hoy en sus calles hay artistas que cautivan a los ciudadanos, algunos de ellos indiferentes, otros curiosos, que aprecian a los creadores musicales.

Emilio Perlman es un violinista de descendencia italiana y colombiana, que desde hace un año y medio frecuenta la carrera Tercera para tocar piezas de música clásica. El joven de 30 años dice que el estilismo y otras circunstancias lo llevaron al hastío, por eso ahora viaja y toca en carreras como la Tercera. Asegura que nuevos géneros de poco calado están ganando terreno a la música de tradición.  

“Un público exigente son los niños, cuando pasan y notan que la música les impresiona se quedan atentos viendo, entonces uno se da cuenta de que allí es donde verdaderamente nace el artista”, dice.

El bolero, género de tantos amantes, es interpretado por Juan de Dios Ospina, un personaje reconocible en esa zona de la ciudad. Nació en Quindío, pero vive hace 23 en el Tolima, y desde ahí adoptó el canto como oficio. 

Manolo Sevilla aprendió a tocar el arpa en tierras llaneras y hoy, desde Ibagué, acaricia las cuerdas de ese instrumento con gran virtuosismo. “Escogí esta forma de exponerme, para que la gente escuche el arpa y la vea, si la gente no ve el instrumento, no hay serenatas”, asegura Sevilla, para quien además esa actividad representa su fuente de ingresos. 

Hace 18 años, Jorge Eliécer Rojas ocupa la misma banca frente al teatro Tolima para interpretar letras de su autoría, aunque sin la misma vitalidad de algunos lustros. Se hace llamar artísticamente como ‘El cóndor de Los Andes’, y asegura que entre varios trabajos que desempeñó, tocar su tiple es el mejor. 

“Soy de Armenia y vine después del terremoto del Eje Cafetero (1999). Aprendí a tocar un tiple, por fortuna en cada banca hay un músico, hay muchos que han venido de muchas partes, aquí el Sol calienta para todos”, afirmó.

Con 24 años, Robier Yair Marriaga vino desde el Cesar a suelo tolimense con fin de estudiar en el Conservatorio del Tolima. Hoy alterna sus estudios con su trabajo en las calles, donde ha conseguido trabajos en eventos por su capacidad para interpretar piezas de artistas líricos como baladas y rock.

Defiende a Ibagué como Ciudad Musical: “Pienso que no es una categoría absoluta, hacen falta espacios o fortalecer los que están dados, pero si hay música, hay cultura, músicos, una tradición. No hay que ser fatalistas, lo que hay que hacer es generar dinámicas que permitan que la música circule, y que se amplíe el arte”.

De este escenario, que puede ser adverso, también surgió el grupo Entorchados Rock Sinfónico, conformado por estudiantes y egresados del Conservatorio, son artistas que prácticamente abrieron el camino a esta diversidad cultural, como personajes que ofrecen auténticos espectáculos. 

Los lugares

En contraste, en el centro de la ciudad existen sitios de encuentro que han promovido la creación musical. Una institución es la Coral Ciudad Musical, un lugar donde por 49 años se ha fomentado la música de cuerda.

“Es la cuna donde se han formado grandes artistas que han partido a otras ciudades”, dijo Argemiro Murcia, presidente de esa institución.

Algunos de sus integrantes debieron viajar, ya que, sin proponérselo, les fue otorgado título como graduados ejemplares de esa gran escuela en la que se convirtió la Coral.

Otra de ellas es Bohemia Bar, un sitio céntrico que abrió sus puertas recientemente y que ha conseguido hacerse a un público por la talla de las presentaciones que allí se ofrecen.

Hoy, cuando cada noche la luz tenue se enciende en el lugar y la música comienza a sonar, el más frío romance parece tomar una nueva dimensión por cuenta de los fieles intérpretes que allí se encuentran.

Credito
EL NUEVO DÍA IBAGUÉ

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