Las ‘últimas gotas’ del Café Grano de Oro

Crédito: Archivo - EL NUEVO DÍA
Las antiguas generaciones recuerdan este emblemático café, el cual alcanzó a durar medio siglo en la carrera Tercera con calle 11.
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Fue un sitio querido y rechazado por los ibaguereños durante casi medio siglo, el tertuliadero más antiguo de políticos, pensionados y desempleados. Aquellos que les aterraba entrar, decían que era un sitio de vagancia y, ninguna mujer, aparte de las ‘coperas’, se atrevía a pisar el lugar.

Las puertas del Café Grano de Oro abrieron en la década del 50 y se cerraron definitivamente el 12 de julio de 1993. EL NUEVO DÍA fue testigo de los últimos tintos que allí se sirvieron y las tacadas de quienes iban allí a jugar billar hasta altas horas de la madrugada.

 

Periódicos de ayer

En una crónica publicada en este periódico, tras el cierre del recordado establecimiento, se contó que el Grano de Oro fue fundado en 1952 por Sandalio Arteaga, conocido como ‘Muchaspulgas’ y el nombre del establecimiento era un homenaje a nuestra bebida nacional.

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Jaime Nieto, quien fue copropietario, contó en su momento, que en Ibagué solamente existían los billares ‘Molina’ y ‘Pájaros’,  y Grano de Oro fue durante cuatro décadas el sitio más reconocido de la carrera Tercera, así como sus billares y por supuesto, rincón predilecto para la tertulia.

Y aunque muchas personas relacionaban el lugar como sitio de ocio, en sus mesas degustaron un buen café personajes ilustres como Darío Echandía, Alfonso Palacio Rudas, el exgobernador Francisco Peñaloza, Alfonso Viña Calderón, entre otros.    

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El cierre definitivo

Con la orden judicial firmada en ese entonces por el Juez Segundo Civil del Circuito, los policías procedieron a hacer efectivo el embargo y restituir el inmueble a Luis Vicente González Mejía, quien ya tenía planeado remodelar la edificación.

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En el Juzgado se inició el proceso por regulación de cánones de arrendamiento, según lo escrito en la edición del 13 de julio de 1993 en EL NUEVO DÍA, González Mejía “solicitó un aumento del canon mensual que no fue aceptado por los arrendatarios.

“Un perito determinó que la suma a pagar era de un millón de pesos mensuales, 400 mil más de lo que antes pagaban. No obstante, se llegó a una deuda de 11 millones de pesos, por lo que se procedió al embargo”.        

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Los recuerdos

Frente al edificio Nicolás González Torres, remodelado tras el cierre del Grano de Oro, están tres amigos, quienes recuerdan algunos momentos que pasaron durante su juventud en el café.

Hembert Salcedo recuerda que también existió el Café San Jorge, pero que el preferido por los pensionados y los jugadores de billar era el Grano de Oro.

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“Era el tertuliadero de Ibagué y muy famoso. Tenía 15 años cuando supe del lugar y ya cuando entré, me acuerdo de quienes atendían, estaban ‘La Loca’ Raquel, ‘Emita’, Blanca, ellas trabajaron toda la vida ahí”, recuerda Hembert Salcedo.

Belisario Arciniegas rememora los momentos previos al cierre del emblemático lugar y de algunos ciudadanos que intentaron evitar el cierre del negocio y defender el mural que todavía reposa en una de las paredes, pero como sucede en Ibagué, lo destrozaron al poner una reja.

“La gente protestó, uno de ellos fue el conocido Conde D’Arthaluz. La gente pidió protección por el mural, debido a que es algo típico de la ciudad. No como el de la Gobernación cuando construyeron el centro de convenciones, dañaron un mural histórico, un atentado”, agrega Belisario.

Saúl Torres, quien por años ha tenido un puesto de revistas frente al edificio donde funcionó el Grano de Oro, que las deudas quebraron el café, pues al no poder pagar el arriendo, el dueño del Nicolás González Torres, Luis Vicente González, les pidió el local.

“Luis Vicente iba a remodelarlo, pidió un préstamo y lo arregló un arquitecto de apellido Arbeláez, pusieron esos locales comerciales y arreglaron el mezanine donde estaban los billares.

“Yo me acuerdo que el primer dueño que tuvo el café fue Guillermo Orjuela, entre las décadas del 50 y 70. También de las cajeras que habían; en un tiempo las llamaban era las ‘coperas’”, apostilló Saúl Torres.

Hoy, las nuevas generaciones pasan por el lugar y no advierten el mural y tampoco saben que cuando la avenida Tercera era vehicular, las mesas del Grano de Oro asomaban al andén por donde muchos aceleraban el paso y otros decidían tomar un espacio de tiempo para degustar un tinto.

 

Mural

El denominado ‘Mural del hombre y el paisaje tolimense’ fue elaborado por el maestro Alberto Soto Jiménez, según El Cronista, entre 1956 y 1960 elaboró 2.300 metros de vitrales entre los que se encuentra el de la iglesia San Simón, el instituto IFOS y la Universidad San Buenaventura de Bogotá, así como en diversas iglesias en Pereira.

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Para el mural se utilizó la técnica mosaico, contiene valores estéticos propios de la modernidad de las décadas 50 y 60 y varios elementos de la entidad cultural y ambiental del Departamento.

A pesar de ser un bien de interés cultural, lo destruyeron al poner un riel para una reja y además, lo taparon para instalar un local comercial.

 

Dato

En 1988 el Grano de Oro cerró sus puertas por una semana, también por un embargo.

Credito
ANTONIO GUZMÁN OLIVEROS

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