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La fe mueve montañas, la creencia en Dios, en Jesucristo, fortalece y da esperanza en esta época de pandemia, y eso fue lo que sintieron los pocos devotos que pudieron asistir a los templos en Ibagué durante el Jueves y Viernes Santo.
Eucaristías realizadas por los padres con mucho amor, en las que dentro de los sermones hubo llamados al amor y al respeto al sacerdocio y, por supuesto, a la salud de los seres humanos.
Y con la salud inició el Jueves Santo, y cada parroquia ofició una eucaristía por los enfermos, EL NUEVO DÍA estuvo en las de El Carmen y San Martín de Porres, donde los padres Ángel Mesías Ramírez y Ángel Amir Oliveros, dedicaron sus oraciones a quienes padecen quebrantos de salud y se recuperan del Coronavirus.
Las homilías iniciaron con un pequeño recorrido por la nave central de las parroquias, desde la puerta hasta el altar, donde se elevó la palabra a Jesucristo por la salud de los ibaguereños, la comunión y luego, la unción a los enfermos que acudieron a la eucaristía.
La Cena del Señor
En el Santuario del Divino Niño se celebró una eucaristía especial, que agrupó la homilía, el discurso del lavatorio de pies, la Última Cena, la procesión del Monumento para su posterior adoración, y la bendición al fuego.
Con un santuario acondicionado para que las familias escucharan las sagradas escrituras, inició la corta procesión con la representación de los 12 apóstoles, quienes tomaron su puesto frente al altar, mientras el padre Miguel Alexis Saavedra Arias inició su discurso, en el que pidió: “Orar por la iglesia, hoy casi perseguida como en otros tiempos y países, orar para que nuestra fe se pueda celebrar y conmemoremos con humildad en este santuario la fe de nuestro pueblo. Las playas y discotecas están llenas, los centros comerciales, y allí no pasa nada, es a la iglesia, a nosotros a quienes persiguen”, indicó el presbítero Saavedra, quien agregó, que el Jueves Santo se celebra además, el sacerdocio de Cristo, asimismo, pidió a los asistentes agradecer a Dios por regalarle a la humanidad el sacerdocio, la eucaristía y el mandato del amor y explicó cada una de estas tres bendiciones.
Sin esta vez realizarse el lavado de los pies, que representa la vocación al servicio, la igualdad de la sociedad y la humildad, el padre explicó en qué consiste este gesto de amor de Dios para con la humanidad.
Luego, la representación de la Cena del Señor, antes de que Judas Iscariote, según las escrituras, lo traicionara. Finalmente, en una corta procesión con el Santísimo, el cuerpo de Cristo fue llevado al Monumento para su adoración, luego se bendijo el fuego, el agua y objetos que los feligreses llevaron a este templo.
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